PRIMERA NOTA

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Veo el mismo sueño, una y otra vez...

El patrón siempre fue el mismo, aquel chico sosteniendo con firmeza una guitarra mientras veía lo que tenía delante de él. La Luna, estrellas y demás cosas se quedaban siempre en segundo plano. Aquel chico observaba el ahora cuerpo frío e inerte de aquella persona que tanto llegó a querer, en quien se apoyaba cada vez que se encontraba con algún problema, en busca de consuelo cuando se sentía solo.

Pues vaya que la vida siempre nos puede hacer malas bromas...

Él se encontraba sosteniendo aquella guitarra roja, la que alguna vez perteneció a la persona frente suya. Sosteniendo las cuerdas hasta el punto de casi romperlas. No lloraba, ni gritaba, no reaccionaba... Cuando parece ser que está a punto de hablar, es cuando despierta de aquel sueño...

...

Otro día en aquel instituto, o como lo conoce la mayoría, la prisión. Los estudiantes se encontraban merodeando en los pasillos apenas llegó la hora del almuerzo, algunos platicaban entre ellos, otros buscaban gente para jugar, había quienes comían tranquilamente en sus pupitres y quienes se quedaban dormidos en sus mesas. Como es el caso de Akutagawa Ryunosuke.

El pelinegro con extrañas puntas blancas se encontraba recostado sobre su mesa, escondiendo su rostro entre sus manos para evitar que la luz del sol se refleje en él y vaya a perder el sueño por ello. Claro que su momento fue interrumpido por una voz que reconocía bastante bien le hizo regresar del mundo de los sueños.

-¡Hey Akutagawa!

Escuchó la voz a un lado suyo, pero decidió hacerse el dormido con la esperanza que la persona que le estaba hablando le dejara en paz. Su plan obviamente falló.

-Hey, ¿quieres ir a comprar pan?- le habló su compañero Tachihara mientras sacudía levemente su brazo con la esperanza de que despertara. Objetivo que logró.- ¡Vamos!

Akutagawa soltó un quejido y dejó al descubierto su rostro, dejando a la vista sus ojos grises que cargaban un gran cansancio.

-Estoy cansado. Paso.- respondió cortante mientras trataba de quitar el cansancio de sus ojos.

-Ehh bueno... ¿Entonces qué hay del basquetbol?- preguntó con cierta esperanza mientras jugaba un poco con el balón que tenía en su mano.

-Voy a tomar una siesta.- comentó apenas entendible, pues un bostezo se cruzó en medio de su frase.

-Tu siempre holgazaneas a partir de las cinco.- respondió el pelirrojo con cierto toque de decepción y cansancio por la actitud de su amigo.

-Mmm, toma notas por mí.- concluyó con indiferencia y procedió a salir del salon.

Deambulaba por los pasillos escolares llenos de gente, escuchando todo el bullicio y risas que apenas y lograba escuchar sus propios pensamientos. Se encontraba gente que le preguntaba si iba a jugar con ellos en el gimnasio, pero conociendo la actitud del pelinegro era obvio que los iba a rechazar aún sin dirigirles ni una sola palabra o mirada en su dirección.

"Recientemente encontré un lugar al que nadie va. Por aquí la gente no viene y además está soleado. Se siente bien... "

Pensó al llegar a aquel lugar, unas escaleras que estaban un poco alejadas de los salones. La luz del Sol pegaba directamente en las escaleras, convirtiéndo el lugar en una zona agradable y cálida.

Claro que su momento de calma no duró mucho.

Observó detenidamente a la persona que se encontraba ocupando su espacio de las escaleras. Era un joven albino durmiendo tranquilamente, pero lo que más le llamó la atención fue el modo en que él se encontraba aferrándose a aquella guitarra roja.

Una Historia De InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora