One shoots Litiago 2

12: Enzo y Thomas (2°)

Esa noche, el grupo de amigos había organizado un partido de fútbol. Entonces ahí se encontraban.

—¡MAURO!— Exclama Tiago.

Entonces el pelirrojo le pasa la pelota a su novio y este hace gol.

—¡SÍ AMOOOOR!— Grita el que hizo el pase y corre para tirarse encima de su pareja.

Tiago solo podía reír mientras todos sus compañeros de equipo se le tiraban encima para festejar la victoria. (yo)

Luego de eso, todo el grupo volvía a casa caminando en la calle.

Pero algo llamó la atención de Mauro y Tiago…

—Amor… ¿yo estoy viendo mal o Enzo y Thomas están de la mano?— Habló Mauro susurrandole.

—Sí… hace unas cuadras ya… ¿se habrán arreglado?

—Eso parece… ey, hacen re linda pareja.

—Sí… me encantan.— Tiago sonrió viéndolos. —Ey mi amor, la rompiste hoy.— Cambió de tema mirando a Mauro.

El nombrado rió.

—Na gato, me caí a pedazos, vos la rompiste, hiciste que desempatemos. Te amo, soy tu fan.

Siguieron charlando y riendo en el camino, hasta que llegaron a casa.

—A bañarse Mau…— Habló Tiago frenandolo del brazo ya que se quería escapar.

Mauro bufó rodando los ojos.

—Fuuaaa Tiago pero ni ganas de bañarme…

—Pero todos transpiramos y hay que bañarnos, amor.

—¡Pero no tengo olor! ¡mirá, olé!— Levantó su brazo derecho y señaló su axila.

Tiago rió y olió.

—Anda a bañarte o cortamos.

—¡FUAAAA!

Luego de protestar, se metió al baño.

—Pero amor…

—¿Qué?— Preguntó Tiago.

—¿Y si nos bañamos juntos?— Sonrió pícaramente.

Tiago hizo un gesto de advertencia.

—No te hagas el vivo, están todos los pibes dando vuelta, no da, amor.

—¡Pero no se van a enterar!— Exclamó. —Aparte nadie dijo que vamos a coger… solo es para ahorrar agua y tiempo…— excusó.

Tiago soltó una carcajada.

—¿Ah sí, por eso?

—Sí, jeje. —Aprovechando que Tiago estaba distraído, tiró de su brazo para meterlo en el baño.

—Eh, eh, eh, ¿¿qué hacemo'??

Mau rió. —Naaada… solo nos vamos a bañar, te lo prometo.— Cerró la puerta.

—¿Y por qué con llave?

—Porque…— se rascó la nuca intentando no reír. —porque si no…

—No se te ocurre ninguna excusa, ¿cierto?

—¿¡Por qué me conoces tanto!?— Se cruzó de brazos.

—Porque duermo y convivo todos los días con vos, mi amor, no me queda otra.— Lo agarró de la mano y lo acercó a sí mismo.

—¿¡O sea que te sentís obligado!?

—Un poquito…— Bromeó y notó la cara de enojado del contrario. —Nomentiramivida— Le dió un beso. —Te amo, mejor dejemos de boludear porque en cualquier momento llega la comida.