9: La empresa (2°)

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Ya es la mañana siguiente y básicamente me quiero pegar un corchazo en el medio de la frente.

Ayer salí con mi JEFE, me PUSE EN PEDO y después lo invité a DORMIR CONMIGO.
Creo que me recibí de pelotudo.

Estuve todo el sábado y domingo completamente deprimido por la estupidez que había hecho el viernes a la noche.

Si antes el jefe me veía un poquito culeable, se le fue todo deseo por mí, estoy segurísimo.

Delfina me llenó de mensajes y le ofrecí que venga a casa en domingo a la noche para contarle.

—¿Pero entonces no se quedó a culear?

—¡No! ¡Gracias a Dios!

—¿¡Cómo que gracias a Dios!? ¿No era que vos también te lo querés curtir?

—Sí Delfina pero le pedí que se quede estando en pedo, ¿Tan ridículo se puede ser? ¡Era obvio que él me iba a decir que no!

—Y menos mal, Maurito, que te haya frenado lo hace un buen hombre, ya que no se aprovechó de vos en pedo, ¿entendés?

Suspiré y pensé un poco.

—Sí… es verdad… es que él es un buen tipo, Delfi… y yo Posta que no puedo creer que se fije en mí.

—Bueno pero se fija y se nota de acá a tres cuadras que te tiene ganas, ¿okay? y es posible que no solo sean ganas.

—¿Qué querés decir?— La miré

—Que quizás el loco esté enamorado, Mau.

—¿Qué?

—¡Sí! No sabes cómo te mira, boludo, como te come con la mirada… ese tipo está loco por vos, te lo puedo asegurar.

—¿Vos decís?

—Sí, amigo… y yo que vos aprovecho.

—¿Aprovechar?

—¡Y sí! Está forrado en guita y encima es buen tipo.

—La plata no tiene nada que ver, Delfina, si yo estoy con él es porque me gusta él, no su plata.

—¡O SEA QUE TE GUSTA! ¡YA ESTÁ, LO ACEPTASTE!

—Ay no…

~~~~~

Día 12 en la empresa. Creo que el día que más me causaba nervios.

Tenía que dar la cara después de lo que pasó. Después de lo que hice.

No sabía si iba a poder.

Bueno, sí pude. Llegué y fui con Dani, como todos los días.

—Hola amigoo — Lo saludé.

—Hola Maurito, ¿todo bien? ¿cómo estuvo tu FINDEEEEEE??— Agarró las llaves.

Fruncí el ceño, él parecía querer preguntarme algo.

—¿A qué te referis?

—Vos sabes perfectamente… ¿a dónde ibas con el jefe el viernes a las ocho de la noche, eh?

—Me llevó a mi casa.

—Aaaah, jajajaja… ¡solo eso!

—Sí, ¡cortala Daniel! Basta con tus insinuaciones raras.— Le saqué las llaves de la mano y me alejé de ahí.

Fui a mi oficina. Estuve un rato largo muriendo de nervios ya que en cualquier momento podría aparecer él.

Pero gracias al cielo, primero vino Delfi. Eso en parte me puso mal ya que Tiago ni vino. ¿Me odiará ahora? Eso me da miedo.

One shoots Litiago 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora