18: En otro momento

410 41 5
                                    

Estaba como cualquier día en casa, tomando una birra y comiendo papitas en el living. En la casa que compartimos con los chicos.

De repente escucho una puerta proveniente del pasillo y aparece Tiago. En bóxer.

Eso me hizo sentir algo nervioso, no lo niego. Él tiene un físico tremendo… Siempre me atrajo en ese sentido. O sea, me parece demasiado fachero.

—¡Ey!— Dice con una sonrisa al verme y se acerca. —¿No hay nadie?— Yo estaba sentado en un sillón individual, y él se acercó bastante a mí.

Sin querer, pero disimuladamente, inspeccioné su cuerpo de pies a cabeza, un toque nervioso por tenerlo tan cerca.

Negué, comí una papa y me obligué a dejar de mirarlo. Ya sentía los cachetes calientes.

—Ah.— Responde con buena onda. —Uh, permiso gil.— Dice para después inclinarse y agarrar papitas de la mesa ratona. Eso causó que tenga una posición de espaldas a mí, por lo tanto, sin querer, le miré todo el orto. Agarró papitas y se sentó en el apoyabrazos de mi sillón, quedando muy cerca mío. Encima él tenía un cuerpo bastante enorme, y hacía que todo fuera peor. —¿Y vos?— Dice y con su mano libre acarició mi cabello. —¿Qué hacías? ¿Tas al pedo?

Mega nervioso y hecho un tomate asentí sin mirarlo mucho a la cara. Me daba miedo que se diera cuenta.

—¿No tenés frío así?— Pregunté.

—Venía justamente a ver si mi buzo favorito lo tenía un cabeza de semen, y efectivamente, era así.

Reí bajito y me puse de pie alejándome de él.

—¿Lo querés puto? Tomá.— Desde el cuello del buzo me lo quité, se me levantó un poco la remera y por lo que pude ver, él me miró.

Le tiré el buzo y lo agarró.

—No, no, tarado, era joda.— Se levantó y se acercó a mí.

—¿Ah, sí?— Ahora sí lo miré a los ojos. —Bueno, devolvemelo.— Puse mi mano en la prenda, pero él no la soltó.

—No, no, no.— Forcejeó y como es más fuerte me atrajo hacia él. —Ahora ya está, es mío.

Fruncí los ojos sonriendo.

—¿Y puedo ir a agarrar otro?

—Sí, podés.— Ni bien dijo eso empecé a caminar hacia su habitación. —Cabeza de tomate.— Oí eso, pero fingí no hacerlo. Aunque igual me cagué en las patas.

Entré y directamente fui hacia el armario, me hice el que buscaba pero en realidad lo que menos quería eran más prendas en mí.

—Ojo con el que agarres, gil.— Dijo mientras me seguía.

Reí. —Callate, ya sabes que nos nuestros.

—Buaa, pará…— sentí su mano en mi hombro y después dió vuelta para quedar cara a cara. —¿No tenés buzos vos?— Estaba bastante cerca.

—Mmmm… No.

Rodó los ojos y yo reí.

—Tengo pero me gustan los tuyos.

—No te hagas, a vos te gusta mi perfume.

Concha.

Me quedé callado, solo hice un gesto como que él estaba exagerando, pero obviamente no era así.

Sonrió y se acercó hasta hacer que nuestras narices se toquen.

—Salí gil…— Le dije bajito, quería hacerme el duro.

Él no me dijo nada, simplemente, con su sonrisa pícara, se me acercó más. Ahora sentí sus labios rozando los míos.

—Salí…

—¿Salgo?

Hijo de puta.

Respiré profundamente por la nariz y negué. Él inmediatamente me comió la boca de una forma desesperada. La verdad es que hacía tiempo que nos estábamos aguantando, por mil cosas. Pero ni bien tuvimos un momento a solas y nos dieron los huevos, hicimos eso que tanto queríamos ambos.

Sus dedos se enterraron en mi cintura, mientras que yo no dejaba tranquilo su cabello, despeinandolo completamente. Era el momento más excitante de mi puta vida. Me metió la lengua hasta la garganta más o menos, posta que estábamos descargando gran parte de nuestras ganas en ese beso. Empecé a gemir bajo, ya que se sentía muy bien todo, su toque con las manos, sus labios sobre los míos, su lengua explorando cada rincón, el calor de su cuerpo y su cuerpo invadiendo el mío… Dios, era demasiado.

Levantó un poco mi remera y sentí sus dedos en mi piel, ese simple acto me hizo estremecer y jadear un poco más. Rodeé completamente su cuello con mis brazos, acercando más nuestras caras y nuestros cuerpos, cada vez nos sentíamos más, y cada vez nos calentabamos más sintiéndonos.

Pero lógicamente, los chicos se habían ido hace un rato largo, lo que significa que podríamos haber empezado antes. Escuchamos la puerta de entrada y sus voces, entonces inmediatamente cortamos el beso, muy a nuestro pesar.

Súper-Ultra-Mega agitados, unimos nuestras frentes y nos quedamos ahí, recuperando el aire muy bien gastado. Con los ojos cerrados.

—Dios, Mauro…— Habló él muy agitado. Yo seguía con los ojos cerrados. —Te juro por mi puta vida que si no venían ellos te hacía mierda… Pero va a tener que quedar para otro momento…

Solté una mini risa agitada.

—No cantes victoria, no sabés quién hacía mierda a quién.

Obviamente que me estaba haciendo el pelotudo, sabía muy bien quién terminaría en silla de ruedas y quién no.

Él rió bajito.

—Seguí soñando.— Sentí como se acercó, me dió un beso en la mejilla y después me abrazó hundiendo su cara en mi cuello. —Dios… Como me calentas hijo de mil puta…

Volví a reír bajo y correspondí el abrazo.

Desde esa tarde me di cuenta de lo trolazo que salí. Perdón mamá.

















ola en 5 días es 2024 y yo estoy más al pedo que cenicero en moto🤘

One shoots Litiago 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora