Yo Soy Alissa Gilius (Pausada)

Capitulo 14

Cap 14
(Maratón 2/2)
Jinete sin cabeza

Alissa:
—¿Qué haremos con mis cosas?

—Calla o te ahorco, gótico.

Hace silencio. Camino mirando por los pasillos que no haya un estudiante alrededor, faltaban como dos pasillos para llegar. Odiaba que este lugar fuera grande, a comparación de otros edificios colegiales, era el más pequeño pero con excelente educación.

—¿Dónde estás tus cosas?—pregunta la chica.

—En el baño de chicos.

—Yo puedo buscarlo.

El cuervo saca su cabeza de la chaqueta.

—¿Lo harías?

—Claro.

Me detengo y lo cubro de nuevo.

—Ademas de pesado, inquieto. Quédate tranquilo.

—Al menos ella si será buena amiga, no como otras.

Entendiendo su comentario, giro los ojos y sigo caminando.

—Abigail. ¿Vas a ir?

—Si, vuelvo en unos minutos.

—Vale, te espero en la oficina.

Cuando cruzo al siguiente pasillo, escucho unos pasos a los lejos. Son los de la chica alejándose. Al instante oigo unas rueditas en el sitio. Me tenso, agarro más fuerte el bulto en mis brazos.

Detrás de unos casilleros, sale el conserje con una escoba y una bolsa de basura. Me ve y se detiene.

—Hey tú ¿Qué hacés divagando por los pasillos a esta hora? ¿No deberías estar en clases?

Me detengo y asiento. Pienso en una excusa rápidamente. Escucho como Dante susurra algo, pero aprieto más la chaqueta y lo mando a callar.

—¿Qué dijiste?

Camina en mi dirección, a unos pocos pasos está cerca de mi.

—Nada. Solo decía que... Yo...

Miro un casillero golpeado, y sin pensarlo le digo.

—Golpee a un compañero.

El señor frunce el ceño y Dante susurra un pequeño "¿Qué?" Que se mezcla con el mismo del hombre.

—Si, yo golpeé a un compañero y me mandaron dónde la directora Monroe.

Lo miro y el hombre canoso se sostiene del cepillo mirándole con una ceja alzada, como si estuviera juzgandome. Pasa una mano por barba y su vista baja al lugar donde están mis brazos.

—¿Qué traes dentro de la chaqueta?

Bajo la vista y sostengo por instinto con más fuerza.

—Esto... Es algo que le manda mi profesora de química a la directora. Dice que debo tener cuidado y por eso le coloque mi chaqueta—rio nerviosa, el señor solo bufa y asiente.

—Ese collar que llevas—señala con su mentón—¿Quién te lo dió?

—Eh... ¿Este?—observo abajo y lo sostengo con una mano— Si bueno, fue un regalo de mi padre. Aunque no lo conocí, me lo obsequió él. ¿Por qué?—lo suelto y vuelvo a sostener al bulto pesando.

El hombre sacude la cabeza y me ve atentamente.

—¿Eres la chica Gilius? ¿La corredora?

Asiento lentamente.