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La campana sonó y los tacones retumbaron armoniosos sobre el azulejo dentro del local. El cielo apenas comenzaba a iluminarse y unas escasas personas ingresaban para comprar sus víveres.

La despampanante pelinegra se abrió camino por los pequeños pasillos de la tienda, sonriente y con los ojos bien abiertos en busca del cajero menor. No obstante, su sonrisa aumentó más cuando vio frente a ella al Hwang. Se acercó con sorna, mostrando los dientes como si fuera la persona que más había ansiado ver.

—Hola, Jinnie.

Hyunjin sintió que las orejas se le tensaron y automáticamente su buen humor se fue de picada. Abandonó su labor con las cajas y se giró sobre sus talones, encarando a la joven.

—¿Qué mierda haces aquí?

—Estoy muy bien, muchas gracias por preguntar, vine en busca de mi novio, ¿está por aquí? —preguntó, lanzando una mirada por detrás del castaño.

—Puedes irte a la mierda, Jeongin no está.

—Entonces voy a esperarlo —suspiró, mirando todo a su alrededor—.  ¿No te aburres estando solo?

—Voy a decirlo una sola vez, Yuna —se acercó—. Lárgate de aquí antes de que te saque yo mismo.

—Aish, ¿así tratas a la prometida de tu mejor amigo? o mejor dicho, de tu amante —se burló, mirándose las uñas—. ¿Has besado a una chica en tu vida, Jinnie? Quizás es eso...

—Cállate —amenazó.

Ignoró la risita burlona de la otra y tomó la siguiente caja, perdiéndose en alguno de los estantes para comenzar a acomodar los objetos. Pero se vio obligado a morderse la lengua cuando volvió a escuchar los tacones detrás suyo.

—Honestamente, he de admitir que eres muy guapo, cualquier chica se interesaría en ti, no entiendo por qué estás tan obsesionado con Jeo...

—Cállate —repitió, volviendo a encararla.

—Uh ¿No soportas mis verdades? —tentó, acercándose.

La pelinegra se colocó enfrente y alisó las pequeñas arrugas del chaleco del uniforme ajeno. Vio los ojos que amenazaban con matarla ahí mismo y se lamió los labios, volviendo a sonreír. No tenía miedo, nunca le había tenido miedo en realidad, por eso mismo, no se lo pensó dos veces para tomarlo de las mejillas y forzarlo a estampar sus labios con los impropios. Probó la boca esponjosa del más alto y se sintió victoriosa cuando el beso fue correspondido, sin embargo, con la misma velocidad y torpeza de sus movimientos, sintió cómo las manos grandes del otro le recorrían el cuerpo y espontáneamente se detuvieron en su cuello, alejándola y presionando con fuerza.

Se estaba mareando, la falta de aire y la presión eran espantosas en ese punto porque había sido agarrada de manera desprevenida. Su vista se volvió borrosa rápidamente, pero usó todas sus fuerzas para seguir sonriendo cómo ella sabía hacerlo y claro, como sabía que el otro lo odiaba.

—¡Hyunjin, detente!

Unos brazos se interpusieron en el agarre, impidiéndole su cometido. Sus ojos no se alejaron de la pelinegra y la ira no bajó su intensidad.

—No te vas a salir con la tuya, Hwang, eres un maldito enfermo.

El chico de cabellos tintos le ayudó a reponerse y acompañó a la chica hasta su auto, dejando a los otros dos dentro del local.

El pecoso se asustó cuando vio el odio en los ojos del más alto. Se quedó sin palabras y simplemente le miró desde su sitio.

—¿Qué mierda te sucede? —se atrevió a preguntar.

Be Kind || Yang JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora