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Cuando la puerta se abrió, lo primero que quiso, fue correr. Pero la punzada en la cabeza se lo impidió y sólo pudo atinar a hacer un puchero que desató la risa grave del visitante.

Felix tuvo que morderse la lengua para no terminar lastimándola con su fuerza. La sostuvo con firmeza y pudo suspirar con alivio cuando finalmente la veía despierta después de tantos días.

—Lamento todo esto —mencionó la rubia, alejándose suavemente—. El doctor me dijo que tuvo que confesarlo.

—Así es, pero te comprendo, ese infeliz no volverá a acercarse a ti, lo prometo, ahora dime, ¿te duele algo?

—Estoy bien, Lix, la enfermera es muy buena conmigo.

Felix asintió, hurgando en su bolsa del pantalón. Sacó una bolsita de gomitas y le dio.

—Me dijeron que la comida de aquí es una basura.

—Gracias, Lix —le sonrió.

Los dientes de la rubia brillaron maravillosamente, sintiéndose tan genuina que pareciera que no había sido operada hace unas horas atrás. El pecoso se sintió melancólico, le tomó la mano y la sujetó con fuerza sin dejar de sonreírle.

—Lamento haberte dejado sola.

—No te disculpes, Lix, ni siquiera deberías pensar en disculparte, no tienes la culpa de nada.

—Tú sabes que sí —declaró—. Pero por ahora lo dejaré pasar porque me advirtieron que no debes tener emociones fuertes.

La rubia asintió, bajando la mirada en sus manos, un poco insegura de las palabras que querían salir de su boca, y aunque quiso detenerlas, no lo logró.

—Oye, Lix —le llamó, dudosa—. ¿Sabes dónde está Jeongin?

—¡Yah! No nos vemos por días y ahora que estoy contigo, ¿es lo primero que me preguntas?

La risa escandalosa de la menor resonó armónica dentro de la habitación. Sujetó al otro de la chaqueta y lo acercó, silenciando su berrinche en un abrazo, como si eso fuera suficiente para calmarlo.

—Está preocupado por ti, pero me dejó entrar primero —respondió con más seriedad en sus palabras—. ¿Qué pasó entre ustedes, ah?

—Nada —respondió, dejándolo libre—. Simplemente venía, me escuchaba insultarlo por horas, me leía sobre las últimas tendencias de moda y luego se iba cuando me quedaba dormida —suspiró—. Siento que lo odio, pero entonces no puedo odiarlo.

—Porque no es odio lo que sientes por él —opinó—. Tú estás siendo caprichosa y rencorosa y sabes que está mal.

—¿Cómo puedo arreglarlo?

Felix pretendió pensarlo, colocando dramáticamente su dedo en el mentón, mientras miraba al techo en busca de una respuesta divina, pero entonces la rubia le golpeó en el hombro, burlonamente.

—Yah, es un asunto serio.

—Está bien... Hay algo, con Hyunjin y el doctor Bang, hemos pensado en algo.

La rubia alzó la ceja, arrugando la frente en un gesto de completa duda. Felix se acomodó sobre su asiento y se recargó en el respaldo.

—Necesitas estar en un ambiente tranquilo, donde puedas desintoxicarte de la gente y los problemas, principalmente para contrarrestar tu dependencia con los analgésicos, el doctor Bang dijo que podías necesitar de compañía, así que con Hyunjin pensamos en que ustedes dos deberían irse de aquí.

—¿Irnos?

—Yeap, unas fabulosas vacaciones de tres meses, lejos de toda la mierda tóxica, ¿qué dices?

Be Kind || Yang JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora