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De pronto el ambiente en la habitación se había arruinado. La sensación de sus cuerpos era pesada debido a lo amargo de la situación y parecía que no había poder humano que pudiera remediarlo.

—¿Tanya?

La nombrada recogió nuevamente las rosas. Miró con calma a la rubia y le sonrió con algo parecido a la melancolía. Llevaba un abrigo desabrochado, que con algunos vagos movimientos dejaba relucir su barriga rellenita, misma que llevaba a un bebé en el interior. La rubia no pudo pasarlo de largo y sintió al instante como el pecho se le oprimía y las heridas de antes se reabrían con más fuerza.

—Te extrañé mucho, _____ —le sonrió—. Me alegra saber que has despertado justo para cuando he podido venir, estaba muy preocupada por ti y Felix se negó a decirme sobre tu paradero.

—Eres una maldita zorra, sinvergüenza —masculló—. ¿Qué carajos haces aquí? ¿Qué más quieres quitarme?

—No seas mezquina, sólo quería ver a mi mejor amiga, ya lo dije, te extraño mucho... ¿Quién es este? —señaló.

—No tengo por qué responderte, lárgate ahora, te dije que no te quería volver a ver —demandó.

La morena suspiró. Dejó el ramo en la mesa y se acercó a la cama, con una carta en manos. La colocó cerca de _____ y lanzó una mirada acusatoria al que le acompañaba.

—Hubiera sido mejor de otra manera, por favor, no me odies, nosotros no decidimos de quién enamorarnos y tú... tú también tuviste culpa —musitó.

—¿Estás hablando en serio?

—Admítelo, John y tú...

—Suficiente.

Jeongin interrumpió. Tomó el brazo de la castaña y la jaló fuera de la habitación, haciendo de lado sus quejidos, aunque bien tuvo cuidado de no lastimarla de manera importante.

—Que me sueltes, idiota —se quejó, mirándolo detenidamente—. Oh... yah, ahora te recuerdo, tú eres el perro faldero que se aprovechó y se metió con ella.

—No creo que te convenga llamarme así, porque al final de cuentas, tú y yo compartimos el mismo papel dentro de ese matrimonio arruinado.

—Maldito infeliz —masculló.

—Vete de aquí y no vuelvas a buscarla por el resto de tu desgraciada vida, y también dile a tu amante que deje de querer joderle la existencia, supérenla de una vez, ella no está sola, se los advierto.

La morena se tocó la barriga, acariciando su propio vientre con delicadeza y malicia hacia el otro. Se mordió los labios, al notar sus planes principales arruinados y decidió no continuar, sólo por la salud de su bebé.

—Disfrútala mientras puedas, eventualmente volverá a perder la cordura... _____ está loca y por eso su familia no la aprecia tanto, como podrás ver —le sonrió, señalando la soledad del pasillo—. Nos vemos.

Yang se mordió la lengua cuando la otra no le permitió responder. A los segundos ignoró su ausencia y volvió a entrar a la habitación. Era claro que no iba a encontrar a la rubia cantando y bailando, pero definitivamente tampoco esperaba verla en suelo, meciéndose, mientras se sujeta la cabeza con fuerza, sollozando.

Se acercó a ella y le quitó las manos, impidiéndole que siguiera jalándose los cabellos. La abrazó fuertemente y miró al suelo dónde pudo distinguir la hoja de antes. Era una invitación a un evento íntimo para el descubrimiento del sexo del bebé. La hoja estaba arrugada y rota junto a los pétalos del ramo de rosas que ahora estaba magullado y destruido en el suelo. No quiso preguntar lo obvio y simplemente le tomó de las mejillas, obligándola a verlo.

Be Kind || Yang JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora