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—¡Yang, carajo tienes que ver esto!

El azabache salió del baño, cepillándose los dientes, solamente vestía su pantalón y una toalla cubría su cuello. Sus ojos aún peleaban por mantenerse abiertos y sólo pudo reactivarse cuando escuchó el eufórico ruido del llamado de Hwang.

—¿¡Por qué tanto alboroto!?

—Amigo, toma asiento, por favor.

El otro rodó los ojos, atendiendo el pedido del más alto. Continúo lentamente con el proceso de cepillado, esperando por las palabras del mayor. Hyunjin lo miró de reojo, frunciendo las cejas como mera señal de preocupación.

—¿Ya vas a decirme?

Hyunjin asintió. Presionó sus labios en una línea recta y ofreció su teléfono. Jeongin vaciló sus pensamientos, sintiendo un mal presentimiento que le picaba las puntas de los dedos. Bebió un poco de agua del vaso de su amigo, limpiándose la boca en el proceso. Finalmente, tomó el aparato entre sus dedos y observó la pantalla con atención.

En este se mostraba una fotografía similar a la que vio en casa de Felix. _____ vestía ese hermoso vestido blanco, pero al contrario de la fotografía que vio, en esta nueva pudo ver a la otra persona faltante.

Un hombre joven como él. Se veía alto al lado de la extranjera, su porte exclamaba dinero y el anillo de la chica brillaba con gran intensidad. Mentiría si dijera que ese hombre era feo. Debía ser realista y aceptar que el tipo tenía rostro de actor americano.

Sintió una clase de revuelto en el estómago y su cabeza dolió por una punzada en su sien. Presionó la mandíbula y llevó la mirada a dónde su amigo.

—¿Qué significa esto?

—Primero, quiero ofrecerte una disculpa por mi vaga investigación sobre _____, y dos, al parecer, _____ es mujer casada.

—¿Desde cuándo?

—Todo indica que solamente tienen tres años.

—¿Me hiciste relacionarme con una mujer casada?, ¿eres conciente de lo que pasará si mi madre se entera? ¡Mierda, Hyunjin! No debí confiar en ti —se lamentó.

—Oye, ninguno lo sabía y _____ nunca lo mencionó, ¿no crees que por lo menos debería llevar la sortija en el dedo?

Jeongin bufó.

Todas las palabras de la rubia se introdujeron en su cabeza como nubes sombrías, cargadas de lluvia. Sé sintió desesperado, miedoso. Pero claramente, no iba a decir en voz alta que su preocupación era principalmente por su miedo a perderla.

Ni siquiera podía pensar en lo que le diría a su madre la próxima vez. Y luego, el revoltijo en su estómago lo sacudió. Las actitudes recientes, después del día de la tormenta, habían sido diferentes. _____ se mostraba menos arisca y más abierta, por otro lado, Jeongin comenzaba a sentir un poco de empatía por ella.

Y de no ser por lo que acababa de enterarse, seguramente no habrían pasado más de dos meses para que él también se hubiera abierto hacia la otra.

—No puedo seguir así —declaró.

—¿Que vas a hacer?

—Ponerle punto final, ¿qué más?

Jeongin devolvió el teléfono a su dueño y se levantó de su lugar, yendo a su habitación. Se secó el cabello y se colocó una sudadera. Tomó su mochila y nuevamente salió, encontrándose con un Hwang que se mordía las uñas.

—No seas cruel con ella —pidió.

—¿Estás bromeando? Nos vio la cara de idiotas.

—Sólo, no seas una mierda.

Be Kind || Yang JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora