21

951 94 13
                                    

La noche era fría, pero todo estaba siendo relativamente tranquilo en el aeropuerto. La gente estaba demasiado inmersa en sus propios asuntos como para prestar atención en lo que ocurría con el pequeño grupo de cinco personas ahí, en medio del área de espera.

—... Tienen que ponerse mucho bloqueador en el rostro, no se queden tanto tiempo en el agua, deben comer sus tres porciones al día y cinco como mucho, no se olviden de ir al hospital la semana siguiente, oh y...

—Está bien, tía Hyo —le detuvo Hyunjin—. Ellos son adultos, sabrán cuidarse.

La mayor hizo un puchero. Miró a su hijo y lo abrazó con fuerza. Definitivamente tuvo que tragarse las ganas de llorar cuando sintió los brazos del menor cerrándose en su cintura. Era la primera vez que la abrazaba desde que el señor Yang murió. En otras palabras, era un suceso extraordinario.

—Recuérdalo, _____, no hay problemas por los que debas preocuparte, no pasa nada en este lado del mundo, todo está bien, todo está en orden.

—Muchas gracias, Lix.

El nombrado negó, sonriéndole. Los dos se abrazaron y luego la rubia se despidió del más alto, abrazándolo de la misma manera.

—Cuida a ese mocoso insolente, ¿si?

—Te lo regresaré como a una persona nueva, Hyunjinnie, te lo prometo.

—Confío en ti —murmuró, dejándola libre.

El anuncio del vuelo resonó por todo el lugar, haciéndolos quejarse. Los dos más jóvenes tomaron sus maletas, listos para irse. Se sentían nerviosos, pero también emocionados. Se despidieron una vez más y finalmente se giraron, comenzando su camino.

—Uh... ¡_____!

La nombrada se detuvo, girándose sobre sus talones y quedándose quieta cuando vio a la mayor acercándose a ella. Sabía que no era de su agrado por haber mentido con su hijo, no habían compartido mucho tiempo entre ellas, así que fue completamente normal que sintieran la tensión en el ambiente. No obstante, esa misma tensión desapareció cuando la mayor dejó una pulsera de oro en la palma de la mano de la chica.

—Quizá podríamos salir a beber café cuando regresen, me gustaría conocer al capricho de mi hijo.

La rubia sonrió, mostrándole los dientes.

—Me encantaría hacerlo.

La mayor asintió, devolviendo la sonrisa. Se despidió de los dos y finalmente separaron sus caminos. El suspiro de la mayor fue enorme. Bajó la mirada a su reloj inteligente, mirando la notificación en la pequeña pantalla, así que volvió con los otros dos jóvenes que le esperaban.

—Mi hermano localizó la fuente del artículo, lo publicaron desde un internet público.

—Avisaré a Minho, para proceder —indicó el pecoso.

—Entonces le diré a Seung que comience con la carpeta de evidencias —añadió, Hwang.

—De acuerdo —murmuró la mayor, alcanzando la mano del más alto—. Jinnie, podría comprarte un boleto y...

—No es necesario, tía —le sonrió—. Es mi momento indicado para aclarar todo, puedo soportarlo —aseguró.

—Bien —asintió—. Seamos rápidos, entonces.

****

—¿Hiciste tu propio vestido de bodas?

—Sí.

—Es bonito, ¿aún lo conservas?

—Gracias —le sonrió—. Y no, se lo doné a la enfermera que me atendía, pero ahora que lo pienso, espero que no le resulte un objeto de pésima suerte.

Be Kind || Yang JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora