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Mantuvo la calma a pesar de oír cómo le llamaba y supuso que aquella maldición tenia una capacidad extraña para saber su nombre y replicar a la perfección esa voz.

Este solo se rio, en son de burla por la técnica y pensó cuál seria el plan para derrotarlo, porque tras aquello, figuró que no sería sencillo.

Siguió caminando con tranquilidad, ignorando cualquier provocamiento, hasta que giró. 

No entendía por qué lo hizo, pero al girar, la vio, en el suelo, como la ultima vez.

Su cuerpo reflejaba la gran desventaja que tuvo contra Toji. Estaba tan pálida por toda la sangre que se había drenado de su cuerpo. Satoru no pudo hacer nada, ni decir nada más que observarla. Ni siquiera pudo cargarla. En su caso, cargó a Riko Amanai y Suguro a ella.

Ahora esa escena se repetía y su corazón volvía a sentir lo que era partirse otra vez, solo que en esta ocasión, de forma inconsciente, corrió hacia ella y la tomó en sus brazos. La desesperación lo alteraba en vez de paralizarlo y por un momento, se olvidó que estaba dentro de una maldición.

—¡Chiyo! ¡Oh, no, Chiyo, por favor, abre los ojos!—

La tomó con cuidado, como si el pánico no le hiciera temblar. Le acarició el rostro 

—Por favor, abre tus ojos— Le rogó y  los abrió, luego, ya no era ella.

Tal cambio lo alteró de segundo y observó alrededor. 

Aún seguía en la misión, con la presencia del ultimo hechicero que quedaba de aquel grupo, una chica de cabello oscuro, la cuál le susurraba su nombre y le miraba fijamente.

En aquellos ojos marrones, la encontró y  aunque su rostro y cuerpo no eran los mismos, la chica le reconoció y tranquila bajó sus parpados, como si ahora, supiera que estaba a salvo.

Aquello jugaba contra su buen juicio. Era una locura.

Deja Vú - Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora