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El hombre sobaba su entrecejo. El aire que entraba por la ventana no era suficiente, por lo que recargarse en el balcón fue una mejor opción. Ni las luces de Londres o el clima helado de esa noche lo desconcentraban. Pensaba en  Chiyo, y cómo su reencuentro estaba previsto a acabar en menos de dos semanas y que al final, ella lo que le estaba pidiendo era terminar aún más rápido lo que estaba ocurriendo. Queria alegrarse, y decirle lo que no tuvo oportunidad antes. 

Su corazón no entendía. ¿Por qué no estaba feliz de verla?

–¿Aún ocupas desvelarte para mantener activa la protección?–  Se abstuvo de girar cuando escuchó la pregunta de la chica. 

–No, es solo que no tengo sueño– Sentía como se acercaba, lo cual, aunque no quería ser evidente, aquello era algo que le incomodaba. 

–Deberías ir a dormir, ¿No crees?– Dijo, cuando finalmente se atrevió a girar su rostro, pero los brazos de ella lo rodearon antes, por lo que volvió a mirar hacia Big Ben. 

–Dormiría más agusto si fuera contigo–  Él negó con la cabeza irritado y se giró sobre sí para verla. Le sorprendió ver que no era el rostro de Ada el que observaba. 

–¿Estás bien?– Los ojos grandes, con su característico brillo colorido, hicieron que Satoru derramara unas lágrimas. Este esbozó una sonrisa y rio un poco. Le tomó el rostro y comenzó a besarla con fuerza, tirando de su cuerpo hacia él, mientras a su ritmo, ella lo envolvía con sus brazos. 

Una carcajada de Chiyo hizo que sonara para Gojo, lo mismo que beber agua después de casi morir de sed. 

La abrazó con tanta fuerza, haciendo que de ella saliera otra carcajada. 

–Yo también te extrañé– le susurró antes de llevar sus labios hacia los de él. 

Cuando la volvió a besar, un sentimiento finalmente explotó en el cuerpo de Satoru, atrayendo a sí a la única persona capaz de reventarle aquella presión que no encontraba forma de liberarse.

 La castaña le guio hasta la habitación y le aventó contra el sillón. 

Observaba a contraluz cómo el cuerpo de la chica se desnudaba. Ella se sentó en sus piernas, y acercó su cuerpo al de él. Este acarició su rostro y al aproximarse, abrió nuevamente los ojos. 

Respiró profundo, con la sorpresa de haber acabado inmediatamente un sueño. Solo vio a Ada darle la espalda dormida, mientras se reincorporaba en el sofá. Entonces comprendió finalmente que, por más que el alma de Chiyo estuviera en Ada, no era la chica que aún amaba. 

Frustrado, pasó sus manos por su nuca y bajó el rostro. Ya sabía por qué no estaba feliz. 

Hasta ahora estaba aceptando que ella jamás volvería. 






Deja Vú - Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora