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—Tiene sentido que lo que esté ocurriendo te haya traído hasta aqui— le comentaba el albino a su contraria, mientras miraban la gran ciudad sobre el London Eye. 

La noche había caído por lo que las luces ahora opacaban a los grandes edificio. 

—Después de todo, fuiste muy feliz aquí— añadió.

—Podría ser que haya un patrón en esto, pero quiero hablar de otro tema- comentaba ella, mirándolo

—Antes de terminar la misión, hablé con mi hermano. Le dije casi todo, al menos lo importante; que tú y yo eramos novios y por temor tuyo, terminamos— tomó una ligera pausa, mientras él callado, escuchaba. 

—Yo no quería dejarte, solo quería mi lugar en tu vida, tener una relación sana y bonita, que fueras a mi casa a visita, salir de vez en cuando con mi hermano porque sería nuestro chaperón oficial, imaginar más confiada una boda, una familia, porque tenía la seguridad de que éramos ya novios y que todas esas posibilidades hermosas que aparecían en mi cabeza cuando te tenía junto a mi podrían hacerse porque tú ya no temías— Sus ojos cristalizados ahora estaban al borde del llanto y Satoru, aunque fuerte, sentía el ardor en sus ojos.

 —Y eso fue lo que pensé cuando estaba en el suelo, a sabiendas que iba a morir.— Su mirada ahora posaba sobre el chico. 

—Nunca quise dejarte, mucho menos así. Yo quería volver, quería regresar a ti, mi hogar.— Aquellas lágrimas se derramaron. La noche ahora se había vuelto más fría para ambos. 

—Tú siempre fuiste mi hogar, siempre fuiste tú, Satoru— El azul de los ojos de Satoru se empañaron con las lágrimas retenidas en ellos. Ella continuó. 

—Y pensé "si no puedo casarme con él, por favor, Dios, déjame decirle adiós"— El llanto de la castaña se intensificó.

Ella bajó el rostro ante su desconsuelo y él, como imán, la abrazó. Puso su cabeza contra su pecho y la abrigó con él, como si quisiera protegerla y protegerse a su vez en ella, del dolor que no le había hecho cara hasta ahora. Esa noche era el momento para enmendar lo que se había quebrado en ellos.

—Yo le había dicho a tu hermano que te amaba, y que quería estar contigo— Ella quiso mirarle pero no la dejó. Entendió Ada por qué cuando escuchó más a detalle lo quebrado en su voz. 

—Perdoname, tenía mucho miedo de que tu hermano me odiara por amarte, que me dejara y también te alejara, en serio,perdoname, por eso, por reclamarte por algo que nunca fue tu culpa— Un nudo en su garganta le impidió hablar y ella se aferró más a él.

—Te perdono, mi amor.— Aquel apodo hizo que Satoru la mirara a los ojos. Ambos se limpiaron las lágrimas del otro y se sonrieron.

Él acarició su mejilla y ella cerró sus ojos brevemente, recargándose sobre su palma. Satoru se inclinó y se acercó lento. Ella recibió en sus labios a Gojo, y él la jaló como si aún faltara estar más cerca.

Pasó ella sus brazos por los hombros de él y presionó su nuca a medida que el beso hacía ignición sobre los dos. Él les hizo aparecer en el departamento y la cargó hasta su cama. Chiyo desconoció su alrededor  y su condición actual cuando su todo se volvió él, cuando sus ojos azules comenzaron a recorrer su cuerpo y sus manos bailaban sobre la piel de ella.

Ahora, se unía a las memorias de Satoru aquella noche donde se entregaban, y se hacían uno solo.

Deja Vú - Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora