4 de Febrero, 1983. Grenville.
Juana.Las brisas que corrían del viento mañanero se infiltraban por mi ventana accidentalmente media abierta, mientras las cortinas se volaban y me pegaban en la cara.
De antemano podía escuchar los pasos de mi madre hacía mi habitación para levantarme.
—Despierta Juana, apúrate que llegamos tarde.—Exclamó ella mientras corría las cortinas.
—Ahí va mamá—Respondí haciendo un gran esfuerzo para abrir los ojos, y peinándome torpemente con mis dedos mi enmarañado cabello negro.
Me levanté vagamente e intenté ponerme mi mejor atuendo, hoy era un día especial, porque Thomas, el chico que me había gustado desde los seis años, me había invitado a mi primera cita.
Junté las suficientes fuerzas para bajar rápido las escaleras hasta llegar a el comedor, que tenía un gran ventanal donde se veía la mejor vista del campo y las vacas marrones que pastaban por todo el pintoresco paisaje.
Comí mis tostadas en dos segundos y me arreglé tan veloz como pude, haciendo mi mejor esfuerzo para que mi maquillaje saliera perfecto y prolijo.
Salí de la casa, me subí al auto, lo encendí y me fui.
En ese momento pensaba: ¿A sí sentía la libertad? Las vacaciones veraniegas de una chica de diecisiete años justo después de terminar la escuela, una gran casa en un buen pueblo, lleno de amigos por todos lados y si se me unían todos los astros, al cabo de unos minutos tendría un novio excelente.
Cuando llegué al parque, al instante lo ví.
Thomas Scott, pelo corto castaño con destellos rubios frente al sol, muy atlético y ojos rasgados verdes como los árboles al atardecer en pleno verano caluroso, llevaba una camisa blanca holgada con unos pantalones negros planchados y unos zapatos muy bien lustrados, me gustaba aún más que vaya por lo clásico.
Era definitivamente mi chico ideal.
Cada vez que lo miraba, todo mi mundo tenía más color y giraba como un vals, mi corazón palpitaba tan fuerte como si me hubiera ganado un premio de atletismo. Ni se imaginen lo que sentía cuando coincidíamos miradas.
Él también me vió y se acercó a mi.
—Que tal Juana, estás hermosa.—Juraba que si decía una palabra más de derretiría como un helado en pleno verano, se notaba bastante como intentaba a toda costa hacer su voz más grave, hice un gran esfuerzo para no reírme.
—Ay, gracias. Y tú eres un ángel divino.—Agregué. Si tuviera un palo me pegaría tan fuerte hasta que se me olvide mi estúpida respuesta.
Para mi suerte, Thomas lanzó un bufido divertido, solté un gran suspiro y me reí con él.
De la nada misma, tomó mis manos.
—¿Te puedo confesar algo?—Preguntó él. en mi cabeza habían fuegos artificiales y mi corazón estaba a nada de un paro cardíaco.
—Sí, claro que puedes ¿Por qué no podrías?—Dije muy emocionada, lo que me hacía sonar estúpida.
Ya me estaban ganando las ansías.—Juana Mills, me pareces una de las chicas más lindas de todo Grenville. Eres amable, graciosa pero seguís siendo tan educada delante de mis padres. Y yo de verdad te amo. Así que yo te pregunto, ¿Te gustaría ser mi novia?
Podía notar su nerviosismo, su pierna izquierda temblaba exageradamente. A decir verdad, se notaba mucho que estuvo toda la noche practicándolo con un papel, que tierno era.
—¡¡¡SIII!!!!—Exclamé sin pensarlo ni siquiera un poco, no lo necesitaba, estaba esperando este día desde toda mi infancia.
Me agarró de la cintura y sin más que decirnos, me besó.
Estaba perdida en él, hasta que montones de personas salieron de los árboles, gritando y aplaudiendo como loros.
Lamentablemente, tuve que apartarme y girar la cabeza, aclaré la vista; eran todos mis amigos y compañeros de la escuela. ¿Cómo no los pude haber visto antes? Supongo que el amor si te deja ciega.
5 de febrero, 1983. Grenville.
Al día siguiente, preparamos una fiesta para celebrar nuestro noviazgo como si fuéramos recién casados.
Era importante ya que ahora estábamos en todas las bocas de las vecinas chismosas, como si fuéramos la gran novedad del pueblo.Toda mi casa estaba decorada con papeles de colores en las paredes, mesas abarrotadas de comida, luces y un cartel que decía "Juana y Thomas".
Ya era casi media noche, pero yo y mis amigas nunca paramos de bailar. Me sentía tan energética, tan viva.
Entre mi ridículo baile en el que se notaba que claramente estaba un poco pasada de copas, Thomas me tocó el hombro y me dijo que vayáramos a hablar a otro lado más privado. En ese momento, todas mis amigas empezaron a gritar de la emoción y dejé escapar una risita bastante aguda.
Me tomó de la mano y subió las escaleras como pudo aunque yo me tropezaba con cada escalón, pero no esperaba que al darme vuelta para verle la cara fuera tan seria y apagada.
—Juana, yo sé que te pedí que fuéramos novios ayer pero, tengo algo importante que decirte.—Declaró él, y sin querer se me escaparon algunas palabras.
—No me jodas de que me vas a romper.—Alguien que me devuelva ese palo, así me pego devuelta.
—Es que fue algo muy inesperado por problemas familiares, decidieron que lo mejor para mí era que mañana temprano me vaya a la ciudad. A vivir.
...
Probablemente él pudo apreciar mi cara de eres-un-hijo-de-puta que tenía cuando me dijo tal cosa.
—¿A vivir?—Pregunté tambaleándome para cada lado, parpadeando un ojo y después el otro, mientras fruncía el ceño extrañada.
Thomas se aclaró la garganta y habló.
—Sí, a vivir, por un largo tiempo.—Lo dijo con un tono serio, parecido a cuando te regañan.
—Ey, ey, ey ¿eso era lo que me ibas a decir? ¿No ibas a hacer nada romántico conmigo?—Pregunté como pude porque casi no tenía voz.
—Sí, en gran parte sí. ¿Pensabas otra cosa?—Tuvo el atrevimiento de responderme.
—No, no para nada.— Atajé rápidamente, aunque perdí la estabilidad me apoyé contra la pared, empezándome a reír mientras aplaudía como una foca.
—Bien, me tengo que ir— Finalizó para largarse de una vez, pero yo lo agarre de la camisa. Él se asustó y me sacó de un tirón que hizo que me caiga de cara al suelo.
—¿Tú sabes que eres un feo, caca, culo, pedo, pis?—Otra de mis preguntas estúpidas.
—¿Y también sabías que los leones bebé son las mujeres que no tienen nada de mal guardia?—Solté mientras intentaba torpemente levantarme del suelo, cayéndome una y otra vez, soltando risotadas muy agudas.
Thomas se masajeo la sien, intentando relajarse.
—Estás ebria Juana, mejor te llevo a dormir.—Observó y me tomó como si estuviera herida, fue hasta mi cuarto y apenas toqué mis mantas, me dormí como un bebé.
—No, Topo, no me debessss.—Fueron mis últimas palabras sin sentido mientras veía como el cerraba la puerta de mi habitación y se alejaba de mí.

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Vivir de amar
Romantik¿Se puede volver a amar después de romper con el amor de tu vida? O eso creías. Para Juana Mills, la vida ya no tenía sentido después de romper con su primer y único novio. O por lo que ella creía también, el último. No se imaginaba que intentando...