8 de abril, 1984, ciudad.
Juana.Cuando estaba a punto de dormirme, pensé que el día de mañana me sentiría destrozada por Thomas.
Hoy era el mañana, me levanté de mi colchón con una manta que no llegaba a definirse como una cama y comprobé mis sentimientos, me sentía tan viva como aquel día que mi ex se había declarado en un parque.
Era como si me hubieran quitado el inmenso peso de encima que tenía pensado cargar el resto de mi vida.
Como si mi volviera a tener los colores de antes, incluso si me encontraba en una ciudad tan gris y descolorida como esta.
Definitivamente tendría que agradecerle a Devon por el favor que me hizo, aunque todavía no pensaba que lo del beso fue solo "Un favor".
Cada vez que pensaba en eso, no se me ocurrían explicaciones lógicas para que lo haya hecho. En principio no entiendo por qué me ayudaría alguien que me odia, y además no le prometí ninguna recompensa a cambio. Y por alguna extraña razón, tenía unas inexplicables ganas de verlo.
Tal vez no era tan malo como pensaba...
Mientras desayunaba, se me ocurrió que podríamos juntarnos a cenar en mi casa, así podría obtener respuestas de su "ayuda" que me dejó con muchas preguntas. Demasiadas preguntas.
Marqué el número que me había anotado en un papel, y le conté sobre mi plan. Él aceptó.
Hoy necesitaba la respuesta verdadera.
Caminé felizmente a mi trabajo, pero esta vez Devon no apareció para molestarme con las quejas de mi café. Me pareció extraño pero al final me alegré un poco por pensar de que tal vez decidió que me dejaría en paz de una vez por todas.
Era la noticia que necesitaba, las supuestas "quejas" le estaban llegando a mi gerente y no podía perder mi trabajo que se ya se había adaptado a mi cómoda rutina.
Terminé de atender clientes y me fui directo a mi casa para preparar todo por mi invitado especial.
Encendí la radio y busqué muchos libros de recetas para hacer una pizza perfecta, pero sabría que sería imposible tener la aprobación de un chef como Devon.
Hice lo que pude con mi poca experiencia de cocina. Al cabo de unos minutos, el timbre no tardó en sonar, me asombré por lo puntual que había sido.Ni Thomas llegaba tan a tiempo como él.
Abrí la puerta y allí estaba,
era como si el fuera la noche entera, una combinación del cielo negro tan oscuro y misterioso con grandes estrellas que iluminaban y daban vida a todos los extremos que tuviera.Cada facción suya parecía una obra de arte,
era como ver guerra y libertad en un solo cuerpo, me emocionaba ver tantas expresiones en él; tristeza, remordimiento, nostalgia, alegría.Aunque ahora podía ver el dolor que cargaba.
Y pensaba que alguna día podría sanarlo.
Me quedé un rato tan solo observándolo, podría jurar que empecé sentir algo en el estómago pero Devon lo interrumpió con sus palabras.
—¿Estás bien?—Preguntó mientras sus ojos negros me miraban con preocupación, en ese momento casi me desmayo. Seguro me había enfermado.
Intenté relajarme y fingí una sonrisa. Corrí un poco la mirada, pude ver que tenía algo escondido entre las manos.
Bajé a la realidad y reincorporé la postura.
—Sí, lo siento, pasa.—Contesté mientras abría la puerta para que pase, pero él sacó de sus manos una gran ramo de flores blancas y amarillas, me quedé hipnotizada viéndolos.
—Son narcisos, representan los nuevos comienzos.—Dijo mientras extendía sus flores para que las tuviera. Sin querer, alcancé el ramo pero nuestras manos de tocaron.
Él lo notó e inmediatamente la corrió a su lugar.
Sentí decepción. ¿Qué me estaba pasando?
Entramos al departamento y saqué unas copas de vino para los dos, nos sentamos en la mesa circular y nos quedamos otro rato solo viéndonos.
Esto tenía que ser una broma.—Hoy no viniste a quejarte por tu café.—Cuestioné yo para aliviar un poco la extraña tensión que se había creado en el ambiente. Él estornudó y bufó divertido.
Esto se estaba saliendo de control.—Es que no quería verte dos veces.—Respondió sarcásticamente.
—Te invité para saber la verdadera razón del beso. Estoy segura de que no le harías favores a alguien que odias.
—O tal vez tú estas negando que te gusto entonces haces excusas para verme.— Intervino inmediatamente como si ya lo tuviera pensado.
Claro que no era así, pero mi cara se estaba volviendo a sonrojar sin razón alguna.
—No me gustan los morenos, lo siento.
—Lo que tú digas.—Sus comisuras dibujaban una sonrisa, contagiándome a mi y sin darnos cuenta, estábamos más cerca que nunca.
No podía dejar de ver su rostro, pero me distraje cuando vi cabellos claros que se asomaban desde su raíz.
—¿Son canas?— Pregunté sarcásticamente.
—No, antes era rubio.
—No me jodas.—Atajé mientras él se empezaba a reír, podía escuchar su respiración cerca de la mía, y mi corazón palpitaba fuertemente.
Cerré los ojos cuando de repente, un olor a quemado empezó a inundar toda la sala.
Nos apartamos y Devon fue inmediatamente a la cocina para ver qué había ocurrido.
Aunque yo ya capté de que se trataba.
La pizza.
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Vivir de amar
Romance¿Se puede volver a amar después de romper con el amor de tu vida? O eso creías. Para Juana Mills, la vida ya no tenía sentido después de romper con su primer y único novio. O por lo que ella creía también, el último. No se imaginaba que intentando...