¿Se puede volver a amar después de romper con el amor de tu vida?
O eso creías.
Para Juana Mills, la vida ya no tenía sentido después de romper con su primer y único novio. O por lo que ella creía también, el último. No se imaginaba que intentando...
Ya pasaron semanas después de ese horrible encuentro, pero todavía no se me iba de la cabeza.
En esos días libres pude conseguir un trabajo en una cafetería bastante agradable, mis compañeros eran amables y me enseñaron bastante rápido a preparar un buen café.
Y para mi suerte, una de mis tías me había escrito que cuando era joven tuvo un departamento en la ciudad pero nunca la pudo vender, así que podría ir a vivir allí por el tiempo que necesite.
Ese fue un gran alivio, preparé mis maletas, dejé ese anticuado hotel y me dirigí a la dirección que me había dicho.
El departamento era un estilo francés, subí las escaleras y entré a mi nuevo hogar. Era el espacio ideal para una persona, tenía un gran balcón donde se veía toda la ciudad, una cocina extensa, un baño pequeño y una habitación normal.
Me sentí muy cómoda en mi nuevo departamento, aunque todavía no tenía muchos muebles, ahora sí sentía que todo estaba mejorando.
Cuando salí del trabajo, llamé a Jenny, una de mis mejores amigas que solía vivir en Grenville, para que almorzáramos a un restaurante cerca de mi casa, y pudiéramos hablar de nuestras vidas actualizadas.
Llegamos al lugar indicado y nos sentamos en una mesa cualquiera, pedimos una pizza para compartir.
—Ay Juana, me da tanto gusto verte.—Exclamó Jenny, muy emocionada.
—Sí, a mi también.—Estaba contenta de tener algo bueno de toda la deprimente ciudad.
—No me vas a creer la noticia que tengo, ¡Estoy comprometida!—Gritó mi amiga y algunas personas empezaron a aplaudir.
—¡¡¡Felicidades!!! ¿Cómo es tu prometido?
—Bueno es alto, europeo, muy amable, ¡Es jefe de una empresa!—Exclamó con mucha emoción.
—Que suerte tienes.—Observé.
En ese momento vino el mesero con la comida pedida, y empezamos a comer. Pero justo cuando tragué mi primera rebanada de pizza, sentí un cabello en el queso. Inmediatamente la escupí y empecé a tomar agua desesperadamente.
Nuestro mesero no tardó en acercarse para ver que estaba ocurriendo.
—¿Todo en orden, joven dama?—Preguntó con nerviosismo.
—No en realidad no, encontré un cabello en mi pizza, ¿Podría llamar al chef que hizo esto? Es un rotundo asco.—Respondí imitando molestia, llevándome una mano a la frente y moviendo los dedos como si estuviera estresada.
El mesero asintió con la cabeza muchas veces y se dirigió casi corriendo a la cocina. Jenny y yo nos empezamos a reír desesperadamente.
—Sigues siendo igual de problemática, Mills.
—Es un estilo de vida, Baxter.—Atajé como pude antes de volver a reírnos otra vez.
El mesero llegó detrás de un chef, y cuando subí la mirada para verlo, me quedé boquiabierta. Tuve ganas de salir corriendo para el otro lado.
—No me jodas.—No podía creer lo que estaba viendo.
El bendito chef se trataba nada más y nada menos que el extraño con quién había bailado hace dos semanas para darle celos a el estúpido Thomas, el mismo pelo negro desordenado, ojos negros, sonrisa divertida.
Me replanteé muy seriamente la idea de salir corriendo.
Él me vió e inmediatamente hizo una mueca de susto, pero lo intentó disimular volviendo a su falsa cara seria. Nos saludó con la mano bastante energético.
—Soy el chef Devon Evans, a su servicio. ¿Podría saber cuál es el problema?—Actuando como si nunca en su vida me hubiera visto.
—Em sí. El problema es que hay un cabello en mi pizza y me da mucho asco.—Respondí con un tono arrogante.
—¿Y a la gente del Grenville no se le escapaban algunos cabellos? Que yo sepa no son todos calvos.—Devon hacía una sonrisa pícara y se alisaba el uniforme con las manos, disimulando ignorancia. Era realmente molesto su complejo de superioridad.
—¿Cómo sabes que vivía en Grenville? No me digas que te enamoraste de mi, que tierno.— Este tipo era muy bueno peleando.
—Te recuerdo que tu novio, ay perdón, ex , trabaja conmigo ahora mismo. ¿Quieres que lo llame?—Atajó inmediatamente, mirando a la cocina como si buscara alguien.
Le lancé una mirada de odio que claramente pudo observar, pero solo hizo que sonriera más.
Jenny miraba de un lado para otro como si estuviera viendo una película divertida.
Intenté calmarme y pensé en alguna manera de responder.
—Si quieres una buena reseña de este estúpido restaurante, quiero mi reembolso y un postre gratis.
Él me miro fijamente, levantando una ceja. —Debe ser duro romper con tu noviecito, entiendo tu angustia.—Aclaró sarcásticamente mientras seguía riendo, y apoyó una mano sobre mi hombro, como lo había hecho Thomas el día de la fiesta.
—¡¡TE VOY A MATAR HIJO DE PUTA!!—Grité abalanzándome sobre él. Todas las personas del restaurante se asustaron y lanzaron gritos de sorpresa. Algunos empezaron a correr a la salida como si se tratara de un tiroteo.
Luego de un largo tiempo golpeándonos, gerente nos separó. Le ordenó a Devon que vaya a prepararle el reembolso y ese postre gratis. Él asintió con molestia, se fue caminando lentamente, mirándome de reojo en cada paso que daba.
Un minuto después llegó con una caja blanca muy bonita, con dibujos y lazos violetas.
—Espero que vuelvas pronto, Thomas Scott.
—Excelente servicio, Demonio Evangélico.—Terminé y Jenny me alejó del restaurante rápidamente para que no siguiera peleando.
Decidí acompañarla hasta su casa. Caminábamos por la cera mientras comíamos un helado que habíamos comprado en el camino. —Ese chico era como tu versión hombre, podría verlos pelear todo el día. Fue realmente divertido.— Admitió con una sonrisa tonta.
—Por favor no digas que me parezco a ese idiota.— Intervine, mientras dábamos los últimos pasos hasta llegar a su casa.
—Lo que tú digas, pero no puedes negar que harían una buena pareja, serían como fuego y hielo, o sol y luna.— Afirmó mientras las dos paramos en frente de la puerta de su casa.
—Bien, ya entendí tu extraña tendencia de comparar personas con cosas. Me das un poco de miedo ahora.
Nos reímos, me despedí de ella y volví a mi departamento.
3:00AM.
En el medio de la noche me dió hambre, y entonces pensé en agarrar la caja con mi postre gratis. Cuando la abrí, asomé mi cabeza pero no había absolutamente nada. Solo una nota con caligrafía excelente que decía;
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