4 de febrero, 1983. Dorlake.
Devon Evans.Mis excusas para escaparme de mi casa se estaban acabando.
Describiría mi vida como un vivir por miedo a morir.Disfruto dormir mucho, así no tuviera que estar consciente y seguir pensando.
Despertaba escuchando los portazos de mi madre que hacían retumbar el piso de madera desembocando en un eco insoportablemente fuerte.
Me calcé mis zapatos viejos y salí de mi habitación de forma silenciosa para no hacer enojar a nadie, hoy quería un día fuera de peleas.Entre que bajaba las escaleras me tropecé con un escalón y caí sobre mi padre. Gracias a este pude amortiguar la caída pero luego él pero se apartó a propósito, dejándome caer de cara al suelo directamente en las maderas frías.
Me levanté torpemente pero mi nariz no tardó en comenzar a sangrar.
Mi padre se dió vuelta y puso los ojos en blanco.—Lava el suelo y ven a desayunar inútil.—Indicó mientras yo seguía sangrando incontrolablemente.
Las manchas no salían tan fácil como yo pensaba,
después de un rato largo frotando mis manos, terminé de limpiar el suelo, me dirigí hacía la mesa, pero al instante noté que ya había llegado muy tarde, se habían comido todo y no quedaba nada para mí.Estaba acostumbrado a este tipo de situaciones, mi familia era muy grande, tenía cuatro hermanos mayores que yo viviendo todos bajo el mismo miserable y pobre techo, del cual soñaba con escapar algún día.
Tuve que apartar un poco de mis ahorros para conseguir un poco de pan, me puse mis toneladas de abrigos para salir directo al invierno puro y tomé camino a mi trabajo habitual.
Cuando logré llegar, me senté en un rincón a escribir algunas canciones para la banda que tocaría hoy. Saqué un pedazo de papel con mi pluma, y empecé a escribir lo primero que se me viniera a la mente.
Sumergido en mis propios pensamientos, un grupo de chicos caminaba hacía mí, escuché los pasos y alcé la cabeza, claramente sabía qué vendrían a hacer.
—Oye rubio estúpido, ¿Tienes el dinero que nos debes?—Preguntó uno de ellos mientras todos me miraban fijamente y cerraban los puños con fuerza. En ese momento me sentía tan estúpido por haberme metido al mundo de las drogas, y haber prometido una suma de dinero que en mi vida conseguiría.
Incluso si tuviera la ayuda de mis padres.
Miré para abajo para ocultar mis ojos tan abiertos por el pánico, todavía era muy joven para morir a golpes. Cuándo pensé que ahí mismo me asesinarían, se empezaron a reír de mí y no me hicieron absolutamente nada.
Pero eso solo significaba una cosa;
Me harían algo incluso peor.
—Para tu suerte, le dijimos a tus papis la suma de dinero que nos debes, y también le dijimos que si no la pagaban en un mes, toda la familia Callahan desaparecerá tan rápido como el último rayo de sol al atardecer.
Me quedé un rato replanteando lo que me había dicho. Abrí la boca para responder pero siguieron hablando.
—¡Estoy seguro de que te están esperando muy felices en casa! Te veo luego, si es que no te matan.— Terminó su mensaje y todo su grupo se fue inmediatamente soltando risitas insoportables.
Estaba completamente perdido.
¿Y ahora que mierda iba a hacer? ¿Morir o morir? no podía creer lo que estaba sucediendo. La tristeza cubrió mi rostro, mientras lloraba en mi rincón,
recordando mis pocos momentos felices como si me fuera a morir hoy mismo, bueno, en realidad sí me iba a morir hoy mismo.Cuando mis lágrimas se secaron por completo gracias al viento tan frío del invierno, junté valor e inventé un plan de escape.
Necesitaba conseguir todos mis ahorros que alguna vez había juntado, buscarlos en mi casa, elegir el boleto de tren que vaya lo más lejos posible, empezar de nuevo con otra identidad, y que no puedan encontrarme nunca jamás.
Mis padres no llegarían hasta la noche, así que me fui directamente a mi casa. Cuando abrí la puerta de un golpe seco...
Estaban los dos sentados en el comedor.
Se me escapó un grito muy agudo.
Todos mis músculos se tensaron. Sin pensar mucho porque si no perdería tiempo, empecé a correr directamente hacía mi habitación, ví a mi madre con un cinturón en la mano y a mi padre con un cuchillo de cocina.
Ignoré el miedo y seguí corriendo. Cerré la puerta con llave y busqué en mis cajones mientras podía escuchar los pasos desesperados intentando subir, después forcejeando la puerta.
El sudor y la desesperación corrían por todo mi cuerpo, haciendo que se me dificultara abrir los cajones, hasta que logré sujetar la perilla y tiré hasta el fondo, allí estaba, la caja con el dinero, mi esperanza de vida. Pero me interrumpió un ruido que me aturdió por completo, perforándome el tímpano.
Se abrió la puerta de un golpe.
Mi padre estaba totalmente dispuesto a clavarme ese cuchillo. Su cara ya no parecía humana, se acercaba dando respiraciones desiguales.
El corazón me dió un vuelco.
Ya estaba muerto.Tomé la última alternativa, como si fuera inmortal, me aferré a la caja, corrí para la ventana y me lancé lo más lejos que pude.
Caí sobre un árbol con muchas ramas y me dejó con cortadas por todos lados, dolía horrores pero aún así, con mi mayor y último esfuerzo seguí corriendo hasta tomar un taxi.
Al principio, el taxista me miró con una cara extraña por mi aspecto, pero le ofrecí dinero y no le importó más.
Llegué hasta la estación y tomé el primer tren que tuviera a la vista, sin saber a dónde iba.Pero sabía que no volvería nunca más a Dorlake.
5 de febrero, 1983.
A escondidas, tomé un cambio de ropa y dinero de la maleta de otra persona, fui al baño más lejano para cambiarme toda mi ropa sucia, sudorosa y sangrienta por causa de la mejor escapada que hubiera hecho jamás. Me sentía un poco orgulloso por eso. En el camino también encontré tinte para cabello negro de una mujer que dormía plácidamente, lo recogí de su maleta y me lo llevé sin que lo notara.
Me senté sobre el inodoro y me desinfecté con agua del lavado todos los tajos que me había hecho ese maldito árbol, la mayoría de estos en la zona de mis manos por mi caída en clavado para amortiguar la caída. También seguí las instrucciones de la caja de tinte y cubrí todo mi cabello rubio a negro intenso. Tengo que admitir que me gustó más como de veía ahora.
Un rato después, salí del baño y me senté sobre una butaca. En está pude ver que se asomaba una revista con las palabras "Devon Evans, el vampiro super modelo más sexy que existe". Empecé a ojear la revista con curiosidad.
Sentada a mi lado había una chica joven, con el pelo negro parecido a mi nuevo aspecto y un vestido de flores azules, estaba dormida, parecía muy cansada. Quería hablarle pero decidí dejarla tranquila.
Cerré la revista y decidí que así me llamaría de ahora para el resto de mi vida.
Devon Evans.
En una nueva ciudad, y una nueva vida.

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Vivir de amar
Romance¿Se puede volver a amar después de romper con el amor de tu vida? O eso creías. Para Juana Mills, la vida ya no tenía sentido después de romper con su primer y único novio. O por lo que ella creía también, el último. No se imaginaba que intentando...