Venganzas fallidas

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24 de marzo, 1984, ciudad

Juana.

Por poco me paso de estación en el tren, me había quedado dormida en mi silla un día completo.
La ciudad si que era bulliciosa y muy moderna pero no mencionaron que olía tan mal.

Con el dinero que me dieron mis padres pude hospedarme en un hotel por medio mes, lo que era suficiente para conseguir trabajo y poder comprarme mi propia casa.

Apenas llegué a mi hotel, usé el teléfono fijo para llamar a Nancy.
Marqué su número y comenzó a llamar.

—¿Hola?

—Hola Nancy, no me vas a creer, ¡Estoy en la ciudad!

—Me alegra, pero no me digas que viniste por lo que te dije sobre Thomas.

Asentí con la cabeza, pero me di cuenta que no me podía ver. Entonces respondí.

—Vine por lo que me dijiste sobre Thomas.

Nancy lanzó un largo suspiro y agregó.

—Si tanto quieres verlo, esta noche escuché que harían una fiesta los empleados de su trabajo, es en el bar Oxford.

—Definitivamente voy a ir.

—Te paso a buscar a las diez en punto.

—¡Gracias te quiero adiós!

Corté el teléfono.

Y ahí es cuando realmente me puse a pensar, cuándo vea a Thomas en esa fiesta ¿Qué mierda voy a hacer? Estaba tan concentrada en solo poder ir a verlo, que no pensé lo suficiente qué diría cuando lo viera.

Volví a pensar en lo sola que estoy ahora por mis ganas de querer pelear con un chico. Vivo en un hotel, sin mis padres, ni trabajo y poco dinero.

Este era un momento donde no envidiaría mi vida.

Cuando se hacía la noche, me puse mi mejor vestido, e intenté maquillarme, utilizando los consejos que me había dicho mi madre para "ser la mujer más linda de la fiesta". En unos minutos, Nancy me fue a buscar en su auto negro y muy moderno, nos subimos, pero ella probablemente notó mi cara de preocupación.

—Te vas a sentir mejor en la fiesta, además ahora vives en la gran ciudad, tienes que olvidarte del pueblo y los momentos vergonzosos que pasamos allí. Esta es tu nueva vida.

La fiesta era en un bar pequeño pero explotado de gente, me dió nostalgia a aquella fiesta que tuvimos entre yo y Thomas.
No ayudó en sentirme mejor.

Tenía papeles de colores, muchas luces, mesas abarrotadas de comida y una pista de baile, Solo faltaba el cartel para que rompiera en llanto ahí mismo.

Intenté calmar mis nervios presentándome a las amigas de Nancy, que trabajaban en la misma empresa que Thomas. Eran buenas personas, pero mi objetivo ahora mismo no era hacer amigas.

Empezó la música, intenté hacerme la distraída, pero sin anular la mirada de mi objetivo;

Thomas Scott. Que como los rumores decían, sostenía una copa de vino mientras hablaba con muchas chicas al mismo tiempo. —¿Quién se cree que es?—Pensé en mi interior viendo a ese idiota coquetear con cualquier cosa que caminara en dos patas.

Intercambié miradas, y me sonrió como si estuviera todo bien.

Fue la gota que colmó el vaso,

inmediatamente empecé a acercarme hacía él con la cara hinchada de la furia, pero evitando a toda costa que algunas lágrimas delataran mi gran venganza. Estaba a dos metros de llegar, pero tipo grande me piso el pie muy fuerte.

Vivir de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora