12 de mayo, 1984, ciudad.
Juana.
Un momento después de la cena...—Tengo un regalo especial para ti, cosas de novios, ya sabes.—Le Dije a Devon mientras sacaba de mis manos una caja de tinte para cabello negro, él la vió y no pudo evitar sonreír ampliamente.
—¿No era que no te gustaban los morenos?— Observó mientras agarraba el empaque entre sus manos, tan emocionado como si fuera un niño abriendo un regalo de navidad.
—Tal vez seas una excepción.— Agregué mientras le tendía la mano para que fuéramos al baño.
Seguí las instrucciones al pie de la letra, pero mis manos, su rostro y el baño habían quedado pintados de negro. Él empezó a preocuparse mientras yo seguía esparciendo la tintura sobre sus raíces rubias, muy segura de lo que estaba haciendo, cuando no tenía absolutamente nada de experiencia.
—Esto si sale de la cara ¿Verdad?— Preguntó con inquietud.
—Sí, supongámoslo.
Al terminar, se lavó el cabello para sacar el tinte, pero salió del baño con lleno de manchas negras en su rostro y yo estallé de la risa.
—Juro que te voy a matar.— Gruñó mientras frotaba su frente con la yema de los dedos para sacarlas.
—Pero si mi tipo son los morenos con manchas negras en la frente.— Exclamé mientras sonreía tontamente.
Él agarró con sus manos un poco tinte negro que había sobrado y me lo tiró en la cara.
—Sí, definitivamente mi tipo también son las morenas con manchas negras en la frente.— Observó con esa sonrisa divertida que tanto amaba.
Aunque pensé que lo mataría en ese instante, me reí con él y más tarde intentamos limpiar todo el desastre que habíamos creado.
Más tarde...
Cuando nos ganó el sueño, fuimos al gran sillón rojo que había encontrado en la calle alguna vez, y nos sentamos mientras yo me acostaba en su regazo. Él me vió y extendió una mano para acariciar mi frente.
Un rato después se puso a leer un libro, y yo estaba a punto de dormirme arriba de él, pero una pregunta despertó mi curiosidad.
—¿Te tengo que llamar Tom o Devon?—Quise saber mientras mi voz se quebraba por el sueño. Él bajó el libro, lo cerró y guardó sus lentes de lectura en un estuche ovalado.
La luz cálida de la única lámpara solo iluminaba un poco el lado izquierdo de su cara, cada vez que parpadeaba lo veía más borroso. Miré la pared llena de cuadros coloridos y diferentes para mantener mi consciencia despierta.
—Devon, Tom es solo para emergencias.—Respondió mientras se acostaba en uno de los miles de almohadas que habían, yo sonreí y moví la cabeza para un lado demostrando curiosidad.
—¿Emergencias?—Intervine mientras lo miraba extrañada por dicha palabra.
—Sí, emergencias.—Agregó seriamente, mirando para el techo con una mirada bastante melancólica.
Nos quedamos un rato en silencio bastante relajante y juraba que él pronto se dormiría también, cosa que era válida si es en el medio de la madrugada con las luces casi apagadas.
Decidí contarle lo que me había pasado hace algunos minutos atrás.
—Thomas vino a decirme que me extraña, de verdad que es idiota ¿O no?—Admití ladeando con la cabeza, como símbolo de decepción. Él se empezó a reír un tanto más somnoliento y entrecortado.
—Prométeme que no vas a volver con él nunca.—Advirtió. Entrecerró los ojos, para que no viera que estos centelleaban de ira.
Asentí con la cabeza, extendió su dedo meñique y yo hice lo mismo. Lo juntamos y nuestras bocas se torcieron como intento de sonrisa, aunque ya no podíamos del sueño.
Jamás volvería con Thomas, ahora lo tenía a él, que era mi todo y muchísimo más, no pensaba cambiarlo ni que me pagaran todo el dinero del mundo.
Nunca.—En otra vida... ¿Te hubiera gustado ser músico?— Inquirí y me regañé en mi cabeza por haber preguntado tales temas tan profundos.
Siempre metía la pata en todo, fruncí el ceño y esperé que Devon me soltara y me dejara para siempre.
Se empezó a reír.
Me sorprendí y me empecé a sonrojar. Después mordí mi labio inferior inconscientemente, pero es que se veía tan lindo riéndose.
Se llevó una mano a la barbilla, como si estuviera pensando en una buena respuesta.—Sí. Siento que, a veces la vida no nos puede dar todas las oportunidades juntas, pero en vez de deprimirme por ello, sigo con mi vida, porque sé que en algún momento voy a conseguir todo lo que esperaba.—Opinó mientras yo lo miraba interesada por haber hecho tal respuesta optimista a mis preguntas tan deprimentes.
Él.
Era alguien que había luchado, escapado, sangrado y llorado la mayoría del tiempo que había vivido.
Y seguía con su vida, de manera tan admirable y ambiciosa.
Era un espectáculo increíble de la vida misma, con todas sus idas y vueltas, millones de cicatrices que se asomaban en cada parte de su cuerpo.Una historia que ya había comenzado hace bastante tiempo, pero al mismo tiempo recién empezaba.
Alguien que se merecía amar, y ser amado.
Pero al mismo tiempo era indescifrable...
Nunca había pensado tantas cosas sobre alguien, me sentí conmovida por él. Me dió un beso en la frente y los dos caímos dormidos uno arriba del otro.
Me prometí a mi misma que por nada en el mundo dejaría que le volvieran a hacer daño.

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Vivir de amar
Romance¿Se puede volver a amar después de romper con el amor de tu vida? O eso creías. Para Juana Mills, la vida ya no tenía sentido después de romper con su primer y único novio. O por lo que ella creía también, el último. No se imaginaba que intentando...