Él es vivir

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4 de octubre, 1985. ciudad.
Juana.

Un año después después...

Tal vez era un hecho de que Thomas había cambiado, pero tengo que admitir que también me gustaba esta nueva versión.

Vendí mi departamento (hecho un desastre) y me mudé a su casa, que era bastante aceptable.
Me levanté de mi cama silenciosamente, me vestí con un camisón de futból y caminé a la cocina para agarrar algunos cereales.

Ya sentada en la mesa, empecé a comer, seguido a eso Thomas se levantó muy somnoliento y se paró en la cocina para buscarse un desayuno.

—Hola hermosa.—Saludó el mientras centraba toda su atención en el refrigerador y agarraba lo primero que encontrara. Pudo alcanzar una manzana roja con un jugo de naranja.

Empezó a servir en el vaso, pero sin querer su mano se movió y cayó la bebida por todos lados.

Me empecé a reír mientras él exclamaba la palabra —mierda,mierda,mierda—muchas veces, levantando el desorden con mucho cuidado de no seguir ensuciando la casa.

Terminó de limpiar y se sentó en la mesa conmigo.

—¿Alguna noticia de ayer?—Cuestioné con curiosidad. Su gesto cambió a un entusiasmo inmenso.

—De hecho sí, esta noche tenemos la boda de mi prima Sandra. Es la hija del alcalde de Dorlake, supongo que su boda va a ser imperdible. Multimillonarios, ya sabes cómo son.—Comía la manzana en grandes pedazos bastante desesperado.

¿Dorlake? Se me hacía tan familiar, pero no sabía de donde venía.

Supuse que había ido con mi familia de vacaciones, y asentí con la cabeza tan emocionada como él.

Cuando se estaba anocheciendo, me puse mi mejor vestido. Era azul y tenía varias capas más claras que formaban un degradé fantástico bajando hasta mis pies. —Tal vez parecía un trapo de cocina, pero dentro de todo era decente—Thomas se había puesto algo similar, habíamos arreglado usar los mismos colores.

Nos subimos a su auto y él nos llevó a la dirección que decía la elegante carta, que estaba detallada con muchas flores y notas de música.
Fruncí el ceño como si intentara recordar algo, pero mi mente se nubló por completo.

Nos bajamos y entramos por la puerta.
Lo primero que vi fue un pasillo largo con árboles a su alrededor lleno de pequeñas luces, nunca había visto algo tan hermoso, caminé de la mano de Thomas hasta la puerta principal.
El salón era exageradamente grande, tenía pilares de mármol por todos lados con luces, arañas muy ostentosas y un cartel inmenso con las palabras "Sandra y Robbie" en letras doradas con caligrafía impecable.

Habíamos llegado un poco tarde, así que nos apresuramos para llegar a la zona del altar.
Estaba explotado de gente y flores, todas las personas de allí eran adineradas, por lo que era inevitable sentirse un poco fuera de lugar.

Thomas se fue a saludar a su familia y me dejó sola, por lo que decidí agarrar una copa de sidra y sentarme en una de las bancas principales para ver a los novios en primer plano, me emocionaba tanto ver parejas felices, teniendo el mejor día de su vida.

Ojalá pudiera casarme con alguien algún día.
Ojalá mis parejas duraran más de un año...

Más tarde él volvió y los dos nos sentamos a la par. Una melodía empezó a sonar sobre una orquesta que se encontraba al fondo, y los prometidos vinieron juntos de la mano, tan romántico.

Primero vi a Sandra, estaba impecable, tenía un vestido blanco soñado que caía en el piso y necesitaba gente que se lo sostuviera para que no se estropeara.

Vivir de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora