Capitulo 20

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Mi objetivo fue logrado, y yo en ese momento era tan feliz estando al lado de Cellbit. Si él deseaba compartir un reinado conmigo, ¿quién era yo para decirle que no a ese rey tan guapo?
Al término de mi canción solicitada, sugerí a Cellbit salir del lugar pues ya habíamos terminado con la comida y solo nos habíamos mantenido ocupados tomando cerveza en los tarros, comenzaba a hacerse tarde.

Muchas gracias por esta cita, Roier.

–Gracias a ti por acompañarme.

–¿Tenías mucho tiempo planeando esta salida?

–Realmente no, fue algo muy improvisado aún cuando tramaba mi plan.

–¿Qué plan?

–El de "re-enamorarte". –Me encogí de hombros y él solo soltó una pequeña carcajada mientras me negaba con la cabeza.

No he dejado de quererte, tonto.

–Entonces, ¿puedes besarme?

Ahí en medio de la calle completamente vacía y con solo la luz de la luminaria, Cellbit me tomó entre sus brazos y me arrastró hasta la pared más cercana para apoyarnos mientras unía nuestros labios en un desesperado beso. Éste fue sorpresivo para mí que no me permitió tomar el suficiente aire y me vi obligado a separarme de sus labios por unos segundos, completamente agitado.
Él pegó su frente con la mía y me miraba fijamente, atento a mis reacciones, para entonces tomarme de la barbilla con su mano diestra y nuevamente exigir un beso.
El aroma de su perfume me embriagó aún más, mi cabeza daba vueltas y los besos subían de tono. Él estaba desesperado por adentrar su lengua en mi boca y yo con gusto me dejé hacer. Un gemido se me escapó y Cellbit se desesperó aún más, podía sentir cómo su respiración se aceleraba en demasía.
Susurró algo que no pude escuchar con atención y solo dije que sí, él tomó mi mano y me hizo caminar a su lado mientras ahora sujetaba firmemente mi cintura. Íbamos de vuelta a casa.

El edificio estaba muy tranquilo a esas horas, subimos sin problemas a nuestro piso y entramos. Estaba todo apagado pero la Luna en ese momento iluminaba brillante a través de la ventana. Cellbit cerró con seguro la puerta y me dedicó una pequeña sonrisa.

Roier, no haré nada que no quieras.

–Está bien, yo estoy bien. –Recalqué tratando de no sonar tan ansioso.

De acuerdo, entonces ¿vamos al cuarto o quieres tomar un poco más?

–Solo vamos. –En esta ocasión fui yo quien comenzó a tirar de su brazo para caminar. Él soltó una risita y me siguió.

Cerró también la puerta de la habitación con seguro y yo reí por lo bajo acercándome a él, con cuidado retiré la corona de papel que aún tenía puesta en su cabeza y él retiró la mía. En un momento quedé abrazado a su cuello sin dejar de admirar su rostro y él me sujetó de la cintura con ambos brazos.
El tiempo se detuvo para mí. Lentamente acorté la distancia entre nuestros rostros y atrapé sus labios en un beso una vez más. Y torpemente le hice caminar tanteando la dirección hacia la cama dejando que ambos cayéramos en ella, yo encima de él.
Susurró que la tela de mi jersey comenzaba a darle mucho calor y yo gustoso me la quité enseguida. Debajo tenía una playera negra de tirantes. Él se reincorporó en la cama solo para quitarse el abrigo que vestía.
Y conforme los besos pasaban de los labios a las mejillas, y bajando al cuello, el resto de ropa que quedaba terminó siendo un completo estorbo.
Ambos quedamos en ropa interior, él aprovechó de subir bien a la cama y sentarse en medio con su espalda pegada a la pared. Y yo sonreí tomando "asiento" sobre su entrepierna y abrazándole nuevamente por el cuello. Cellbit susurró un "Dios mío" y cerró completamente sus ojos, fue entonces que comencé a trazar un camino de besos desde detrás de su oreja izquierda hasta su hombro del mismo lado. No pude evitar morder suavemente su piel y él se quejó en voz baja posando sus manos ahora en mis glúteos para dar ligeros apretones.

Quiero que te acuestes. –Demandó apartándome con cuidado e interrumpiendo los besos antes de que atacara a su pezón izquierdo.– Tranquilo, seré gentil.

Asentí e hice lo que me solicitó, él me atrapó bajo su cuerpo y no tuve escapatoria para lo que se venía. Porque a pesar de haber dicho que sería gentil, su recorrido de besos le añadió succionar porciones de mi piel con tal de dejar marcas rojizas como símbolo de que le pertenecía ahora. Entre cosquillas y placer me estuve retorciendo bajo su cuerpo y él solo susurraba "Lo siento" y "Me gustas mucho".
Sus labios y lengua traviesa llegaron finalmente a mi pecho y sin pensarlo más atrapó mi pezón derecho entre sus dientes, apretando muy suavemente pero volviéndome completamente loco.
Cellbit era un cabrón dejándome tranquilizar unos momentos antes antes de aprovecharse.

No supe cuánto tiempo pasó pero Cellbit ya se había detenido y se levantó de la cama en busca de algo. Yo traté de mirarlo en la oscuridad pero veía todo borroso. Pronto estuvo de vuelta y fue entonces que reconocí el producto en sus manos. Un lubricante...
Tragué saliva.

¡¿Y MI MASCOTA?! | Guapodúo/CellboierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora