Capitulo 21

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<Narrador>
Cellbit tenía un lubricante en sus manos y Roier se preguntaba en qué momento lo habría comprado, y si realmente hubo un momento en que pensó que esto pasaría. Pero en vez de analizarlo a profundidad, solo le hizo sentir más emocionado. Él le tenía ganas desde hace tiempo.

Date vuelta.

Ordenó el mayor con su voz un poco más ronca y el pelinegro enseguida hizo caso. Se dio media vuelta en la cama acomodando una almohada a la altura de su rostro para morder en caso de ser necesario y pronto sintió esas grandes manos tomar firmemente su cintura, por ello no pudo evitar soltar un fuerte gemido. No comprendía por qué se volvía tan loco con cada uno de sus toques, quizá era el tiempo que tenía sin tener algo de esto. Estaba emocionado y aterrado, ¿cuánto le dolería el culo al terminar? No estaba seguro.
El castaño repartía caricias en su espalda, cintura y trasero esperando que el menor se tranquilizara con ello pues estaba a punto de prepararlo.
Virtió el líquido sobre sus dedos y con su mano libre amasaba su glúteo izquierdo, teniendo su entrada expuesta y a su disposición para lo siguiente.
Roier parecía temblar ante sus toques, que quizá perdería la fuerza en sus piernas cuando le penetrase con sus dedos, así que sujetó su cintura esta vez de forma demandante como si no fuera a permitir que su trasero se moviera o bajara un centímetro para descansar.
Un dedo entró finalmente y su cuerpo dio un respingo, la intromisión le había tomado por sorpresa.
Un segundo dedo se le unía y Roier tuvo la necesidad de morder la almohada bajo suyo.
Entró un tercero y ya estaba suplicando que parase, soltaba lloriqueos y se aferraba fuertemente a la almohada.
Cellbit reclamó silencio si era para quejarse, le susurraba que todo estaría bien y fuera paciente. Virtió tanto líquido como fue necesario para que Roier se acostumbrara a los dígitos dentro suyo y no le lastimasen, tomó unos cuantos minutos más antes de indicar entre gemidos que ya podía entrar. El castaño gruñó ante sus palabras.
Y quiso hacerlo de una vez pero era mejor lo que tenía en mente. Pidió que se diera media vuelta una vez más y el menor lo hizo para luego cubrir su sonrojado rostro con las manos. Tenía rastros de saliva donde ya no tuvo control en sus mordidas a la pobre almohada pero a Cellbit no le importó, se acercó lo suficiente para darle un beso a su mano izquierda y el menor separó los dedos de ella para verle.

No escondas más tus gemidos, son muy lindos.

–Cállate pendejo.

El castaño soltó una risita y se acomodó encima de Roier pero tendido sobre la cama. Su rostro quedó a la altura de su miembro, con sus brazos se apoyaba y éstos  quedaban debajo del trasero ajeno para levantar su pelvis. Fue entonces que comenzó a repartir besos sobre su piel y capturó el pene del chico en su boca, llenando éste con saliva antes de meterlo por completo y comenzar a chupar. Roier estaba enloqueciendo aún más, sus gemidos eran más audibles y para Cellbit era un maravilloso espectáculo.
El chico tembló bajo su cuerpo y con ello dio finalizada su tarea de hacerle un oral, no quería que se corriera tan pronto. Se incorporó en la cama y esta vez se acomodó entre sus piernas teniendo una perfecta vista de su amado. Avisó que entraría suave antes de acercarlo más a su cuerpo y penetrarlo de a poco.
Roier frunció el ceño conforme se adentraba más intentando acostumbrarse a su tamaño.

–Roier... –Dijo Cellbit con voz baja, acercando su mano para acariciar su mejilla

–¿Hmm?

–Te quiero mucho. –Dicho esto comenzó a moverse en su interior y el menor no pudo responder más.

Sus gemidos eran sonoros y resonaban en las paredes de la habitación junto con el sonido de sus pieles chocar. Y Cellbit lo acompañó en jadeos poco después, porque sentía su miembro ser envuelto y apretujado por su cálido interior.
Roier mantenía sus labios entreabiertos jadeando mientras los movimientos eran cada vez más precisos y su interior se iba dilatando más hasta adaptarse a su tamaño finalmente. Hubo un momento en que su interior se contrajo, aprisionando el miembro de Cellbit y él en cambio se centró en dar con ese punto más veces, torturándolo de esta forma hasta que el menor terminó por correrse sobre su abdomen y salpicando un poco el del mayor.
Su cuerpo comenzó a relajarse y a sentirse más caliente, pero Cellbit aún no terminaba. Sin embargo la imagen del menor lo impulsó más a moverse con fuerza. Hizo que el chico abrazara con sus piernas la cintura propia, y pegó más sus cuerpos para alcanzar sus labios y besarle. Fue así como pudo llegar poco después a su orgasmo, corriéndose en su interior y callando su último gemido entre besos con Roier.
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Pd: Apenas tuve chance de escribir por mi trabajo;; Tenía años de no escribir de esta manera, lo sentí tan pobre ajsjs *sobs*

¡¿Y MI MASCOTA?! | Guapodúo/CellboierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora