Capítulo 3

5.6K 558 308
                                    

Eran las 3 de la madrugada cuando sentí algo de movimiento en el colchón donde yo dormía. Era un peso grande y aún dormido pensé que sería el perro que rescaté.
Ahora que lo pienso...no le he puesto nombre aún, pero no debería hacerlo sin antes asegurarme de que realmente fue abandonado.
Entre tanto pensamiento rondando por mi cabeza, decidí levantarme y beber algo de agua.
Pero una mano impidió que me levantara del colchón...

-¿Pero qué putas...?

Mi pregunta resonó en la habitación a oscuras cuando finalmente reaccioné. ¿Como por qué alguien me había tomado el brazo? ¡¿Quién demonios era?!

-Pendejo, no dejas dormir.

-¡¿QUÉ?!

Tanta fue mi sorpresa que caí de espaldas hacia el suelo. No lograba hacer más, solo estaba ahí boquiabierto tratando de enfocar en medio de la oscuridad hacia esa sombra enorme incorporándose en la cama. Era un hombre, un hombre y de voz muy grave. ¿Qué demonios hacía un tipo en mi casa, EN MI CAMA?

-¿Vas a volver a la cama?

-¿Qué...?

Ese hombre bufó y no tardó en salir de la cama para ayudarme a levantar.
¡No me toques! Instintivamente traté de empujarlo con mis manos pegándole a la altura de su pecho, y a como pude salí corriendo de ahí. Por fortuna la puerta estaba abierta y la luz de la luna alumbraba en la sala.

Debo salir de aquí.

Fue lo primero que pensé antes de abrir la puerta principal, hasta que escuchar el ladrido de un perro me sacó de trance.
¡El perro! Giré para buscarlo con la mirada y llevarlo conmigo, pero en cambio, me encontré nuevamente con la silueta de ese sujeto extraño. La luna me permitió ver esta vez un par de orejas y una cola que se meneaba sin cesar, a diferencia de su expresión confusa que no dejaba de mirarme.
Qué demonios...

-Yo soy el perro... -Dijo el sujeto.

-¡No, ni de coña!

-Mírame, ¡Soy yo!

-¡Nooo! ¡Maldito desquiciado, morboso, pervertido!

-¡CALLA!

Tres de sus pasos bastaron para cruzar la habitación y alcanzarme. Fue demasiado rápido que apenas lo procesé cuando sentí sus fuertes manos tomarme de la cintura. Y su mirada era totalmente seria, como tratando de razonar conmigo.
¡¿Pero cómo reaccionar cuando había un tipo grandote, con cola y orejas, que durmió conmigo?!
Esto no tenía sentido, no salí de borrachera y me enredé con un freak como en las películas. Era una persona totalmente normal que intentaba dormir en su propia casa después de un largo día cargando cajas y trayendo un inocente perro abandonado en el parque.

-Yo soy el perro, yo te dejé ese dinero y con eso compraste mi comida.

-¿Cómo sabes...?

-¡Que yo soy el perro!

Todo lo que decía no tenía sentido. O tal vez sí pero yo no lo quería creer. Eso no ocurre cuando rescatas perros. No se convierten en tipos grandotes la primera noche de quedarse después de dejarte dinero para comprar comida.

-¿Quieres que vuelva a ser un perro?

-¿Qué...? ¡No! Espera...déjame entender primero por favor.

Era mejor sentarme. Y tomar agua. Y salir corriendo de aquí lo antes posible.
Pero me senté y traté de analizar lo que antes me había dicho.

-A ver...Tú eres el perro, el mismo perro que rescaté...

-A decir verdad no me rescataste.

-¿Por qué luces como un humano?

-Porque soy un híbrido.

-¿Un qué...?

-Un híbrido. Soy un humano capaz de transformarse en el perro que NO rescataste. Yo, perro, decidí quedarme contigo.

-No, no puedes.

-¿Qué?

-¡Esto es una locura! ¡No puedes quedarte! ¡Eres un loco brujo con trucos baratos que me quiere engañar y quedarte con todo lo que tengo! ¡Me quieres robar!

No pude continuar exaltándome porque estaba siendo muy ruidoso y él no dudó en taparme la boca bruscamente. Solo enfocar mi mirada en ese par de ojos azules me hizo detener.
Eran los mismos ojos del perro...

-Escucha. Sé que es difícil de comprender a la primera, pero estoy siendo sincero. Yo soy el perro. Y te aviso que me quedaré aquí porque ya te pagué. Ese dinero que encontraste en el sobre, es el adelanto.

Su mirada seguía fija en mí y como ya no emití ningún sonido, optó por retirar las manos que tapaban mi boca.

-¿Quién dijo que permitiría que te quedaras?

-Uhm...¿yo? Te digo, ya te pagué.

-No. No quiero que te quedes, mañana temprano te llevaré de vuelta a ese parque donde te encontré. Y de alguna manera te devolveré ese dinero.

-¿Cómo? Si no tienes trabajo.

-Cállate de una puta vez. No quiero que te quedes, no no no.

No permití que siguiera hablando porque de inmediato me levanté y fui a encerrarme en la única habitación de mi piso. Era demasiado para mí lo que estaba sucediendo. Estaba muy confundido, sorprendido. No sabía qué hacer. ¿Qué se hacía en estos casos? ¿Llamar a la policía?

El sueño se había esfumado ahora mismo.
Genial.

¡¿Y MI MASCOTA?! | Guapodúo/CellboierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora