Capitulo 30

3.2K 385 28
                                    

Quizá el día de visitas y encuentros casuales era el día de hoy y no me avisaron, porque cuando llegamos a casa estaban dos de mis amistades esperando en el pasillo: Mariana y Aldo.

–¿Y ustedes cuándo llegaron? –Pregunté conteniendo las ganas de reírme, podía apostar que esos cabrones estaban aburridísimos de tanto esperar.

Por fin llegas mierda, ¡llevamos una hora aquí intentando localizarte! Tenemos hambre, danos comida. –Mariana se levantó de inmediato del suelo y corrió a abrazarme. Cellbit se descojonó por la diferencia de nuestras alturas.

Ya qué. Cellbit, te presento a mis dos mejores amigos: Aldo y Osvaldo, o el Mariana, como quieras llamarle.

–Un gusto/Hola. –Se saludaron mutuamente y yo reí para no hacer tan incómoda esa presentación.

No tuve más remedio que dejarles pasar e invitarles algo de comer. Daba gracias a nuestros Yo del pasado por dejar recogida la casa antes de partir.
Mariana tomó asiento en el sofá y Aldo me siguió hasta la cocina. Cellbit no hallaba dónde sentarse sin llamar la atención de las visitas, sin duda era como un cachorro a la defensiva de los extraños en su territorio.

Roier, perdona nuestra visita pero tenemos algo importante que decir y necesitamos contexto.

–Déjame adivinar, es sobre Spreen. –Aldo asintió y yo suspiré.

Te contaremos cuando hayamos comido, la neta nos estamos muriendo de hambre.

–¡Quién los trae aquí tan temprano!

–¡Agradece que vinimos hasta tu changarro, hijo de puta! Nunca logramos sacarte a otro lado. –La voz de Osvaldo nos interrumpió y en esta ocasión soltamos la carcajada. Cómo había extrañado a mis chicos.

No pensaba en hacerlos esperar mucho, así que les hice unas tortas para comer. Aldo me lo agradeció bastante y Mariana solo me mostró su pulgar en seña de aprobación. Cuando estuvimos listos en la sala para conversar, Cellbit me susurró al oído que se iría a dormir. Y lo dejé irse pues notaba fácilmente su incomodidad.

Ok, hablen.

–Roier, ¿si supiste que Spreen se ha internado? –Negué con la cabeza.– Supimos que ya no quería consumir drogas y se fue a internar por eso. Entonces nos imaginamos que algo fuerte debió pasar para hacerlo cambiar de opinión. Hasta donde sabemos, se la pasaba muy bien yendo de reventón y metiéndose cuanta sustancia podía.

–¿Venderá burritos en nombre de alguna secta de Cristo? –Osvaldo interrumpió para decir semejante tontería.

Cállate pendejo, esto es serio.

–Bien, les contaré. –Intenté ordenar mis ideas en la cabeza antes de hablar, no quería arruinar lo que fue la vivencia de Cellbit con Spreen mientras era un perro.– Hace tiempo empecé a trabajar en un almacén, ahí me hice amigo de unos chicos que resultaron tener amistad en común con Spreen. Forever, quien era el organizador de muchas fiestas en la discoteca, lo conocía y fue por él que comenzó a consumir drogas. Todo con tal de que pudiera sobrellevar las citas que sus padres le obligaban a tener con chicas y aparentar ser hetero para darles el gusto. Obviamente se hizo adicto y no lo pudo controlar más. Cuando dejaron de venderle, enloqueció y comenzó a odiar a todo mundo. Desconozco si fue a rehabilitación pero me dijeron que meses después ya parecía un buen chico y que tal vez tenía una pareja.

–Y tú mientras llorando sin saber si volvería, pobre bebé. –Mariana era una especie de encargado para no hacer tan pesado el ambiente cuando hablábamos de algo serio. Le di un codazo para que se callara la boca.

Me lo topé en una fiesta y un día vino a suplicarme que volviéramos. Claro que me negué, después supe de su adicción por Forever. En Halloween me lo volví a encontrar y como yo ya estaba con Cellbit, me encaró. Dijo que por mi culpa vio necesario volver a consumir drogas, yo solo le reclamé el por qué me mintió ese día en mi casa y dijo que todo lo había planeado, que solo me quería a mí y lo demás fue puro acostón. Cellbit después llegó para ayudarme porque me quería golpear. Se hizo un pleito y terminó yéndose, de ahí en adelante no supe más de él.

–Vaya resumen. –Aldo se pasó su mano entre sus cabellos, como tratando de procesar toda la nueva información.– Nosotros solo supimos que se fue a internar, quizá ya comenzaba a alucinar con monstruos porque no paraba de decir algo sobre un hombre lobo.

–Era una fiesta de disfraces, el pendejo quizá solo se confundió y terminó enloqueciendo. –Mariana se recostó en el suelo viendo hacia el techo.

–¿Entonces vinieron hasta acá solo a decirme eso?

–Hombre, claro que te extrañamos también. Tenemos bastante de no vernos y veo que nos perdimos de mucho. –Aldo señaló la puerta de mi habitación refiriéndose a Cellbit, y yo sonreí culpable.

Lamento no haberles contado sobre él. Ni Quackity sabía, hoy lo vi.

–¡Lo ves! No nos cuentas nada.

–Roier, solo queríamos asegurarnos de que estabas bien, física y emocionalmente. –Volteé a ver a Mariana, ya se estaba poniendo serio al fin y eso me sorprendió bastante.– Eres nuestro amigo, por supuesto que nos importas mucho y queremos lo mejor para ti. –Recibí un abrazo de su parte y luego susurró.– ¿Dónde te lo conseguiste? Yo también quiero un novio guapísimo.

–¡Pendejo!

¡¿Y MI MASCOTA?! | Guapodúo/CellboierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora