Doce

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—¡Mucha luchaaaaa! —Exclamó Roier saltando hacia la cama, en donde me encontraba yo.

—¡Noooo! —Chillé tirándome rápidamente de la cama.

Roier soltó una carcajada divertido, revolviendose en la cama sin poder dejar de reír.

—No te rías, me duele el trasero. —Lloriqueé adolorida.

—Ven, pobechita cochita fea. —Me dijo burlón, tratando de ayudarme a levantarme del suelo.

Ambos fuimos a desayunar a un restaurante después de eso, y luego regresamos para empacar las pocas cosas que tenía.

—¿Todo bien? —Pregunté al ver qué Roier estaba algo apurado.

—Si, si, todo bien, es que Cellbit quiere que juguemos algo al rato, y pues a ver si a esa hora ya llegaste a tu casita para jugar. —Me sonrió.

—Roier, llego a mi casa hasta mañana en la mañana. —Reí.

—Entonces a ver qué jugamos para cuándo llegues. —Murmuró cómo si nada.

Llamó un taxi el cual nos llevó al aeropuerto, y estando ahí ya solo quedaba despedirnos.

—Espero que llegues con bien, que todo salga bien y que el avión no se choque. —Dijo burlón, por lo que yo lo golpeé en el brazo.

—No bromees con eso. —Le dije con algo de molestia.

—Lo siento. —Se rió. —Me avisas cuando llegues.

Esperaba que nos despidieramos aunque sea con un beso en la mejilla, pero él solo me abrazo y me dio unas cuantas palmadas en la espalda y se separó.

—Nos vemos luego, Ori. —Dijo y yo en verdad lo sentí como una despedida muy seca.

Me saqué de onda ya que apenas hace unos momentos estábamos riéndonos. No le tomé importancia y me fui hacia el avión.

En el camino yo no podía dejar de pensar en lo bonito que había sido haber estado con Roier, pasar tiempo juntos y salir a algunos lugares.

Si antes empezaba a gustarme, ahora estaba muy segura que me gustaba. Disfrutaba estar con él, es una persona muy divertida y agradable, hace que te sientas muy integrado a todo lo que él hace.

Incluso me puse a pensar en como decirle a mi comunidad que me gustaba, y que al parecer yo también le gustaba.

Durante el vuelo mi celular se descargó pero no quise hacer nada al respecto y solo dormí en el trayecto.

Para cuándo llegamos a Corea del Sur, una sobrecargo fue quien me despertó, luego de salir del aeropuerto llamé un taxi con la mano y nos fuimos en dirección a mi casa.

Ya ahí saludé a mis padres y a mis hermanos, pero éstos últimos parecían algo confundidos.

¿Cómo te fue? —Me preguntó mamá con una sonrisa débil.

Muy bien, Roier es un gran chico. —Sonreí mirando extrañada a los chicos. —¿Qué les pasa?

—¿Qué fue lo que hicieron? —Interrumpió papá preparando un poco de té.

—Oh, fuimos a restaurantes, estuvimos juntos en su departamento, jugamos, cantamos, fuimos a otros lugares, todo fue muy lindo sinceramente...

—Ori... ¿No lo sabes.... cierto?

¡Hey, no le digas!

—¿Por qué no? Ella merece saber.

GIRLFRIEND | ROIER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora