Veintitrés

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—¡Detengan a Billie!

—Pendejo tu tienes a Billie, la que está corriendo es Mandy.

—¡Detengan a Mandy!

La pequeña niña corría sin su pañal por el pasillo de la casa, mientras sus muchos tíos y tías trataban de perseguirla. Y digo trataban porque sabían que la niña se estaba divirtiendo mucho, así que solo lo hacían adrede.

—Ya pónganle el pañal o se va a enfermar. —Regañó Roier desde la cocina, trataba de cocinar algo rápido para cuándo su esposa llegará.

—¿Y por qué nosotros estamos arreglando a las niñas, mien? ¡Las mujeres deberían arreglarlas! ¡Yo no sé vestir niñas!

—¡Y yo tampoco sé peinar niñas! —Exclamó Missa.

—Solo callense, no puedo... ¡Osvaldo, ayudame a cocinar, wey!

—¡Mejor cocinar que vestir niñas!

—¡Tío malo!

—¡No me digas malo! ¡Yo te llevé al parque la otra vez!

—¡Malo, malo! ¡Tío malo! —Exclamaron las dos niñas apenas estuvieron juntas.

—¡Roiler, tus chamacas me están diciendo tío malo!

—Pues eso eres.

—Lo peor es que son de las primeras palabras que dicen. —Se burló Rivers.

—Me lleva la que me trajo.

Al final lograron cambiar a ambas gemelas, y tras estar la comida lista todos se fueron a arreglar para la llegada de Oriana.

Pero la hora en que ella debía llegar pasó. Pasó una hora más, y aún nada.

Roier decidió mandarle mensajes, llamarla, pero nada.

Comenzó a preocuparse y eso hizo que los demás se preocuparan también.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no llega?

—No lo sé, no me contesta. —Murmuró tragando saliva, su cara de preocupación alertó a todos.

Roier le marcó a los padres de Ori, pensando que quizás ellos sabían algo, pero tras contestar y hablar con ellos, dijeron que no sabían nada.

Mientras él hablaba con ellos, los demás les llamaron a los hermanos de Ori, pero tampoco sabían nada.

Aunque bueno, no es como si pudieran ayudar mucho, los hermanos estaban en Corea y ellos estaban en México.

El día de celebración pasó a ser un día preocupante para todos, al no saber nada de Oriana, sus hijas ahora lloraban preguntándose por su madre.

Pensaron lo peor.

Así que todos decidieron salir a cada hospital, estación de policías, incluso fueron al aeropuerto, pero nada, nadie sabía de ella.

Era como si se hubiera esfumado del mundo.

—La última vez que fue vista fue saliendo de su trabajo. —Dijo Roier tras haber ido al trabajo de la chica, incluso le mostraron las cámaras de seguridad. —Ella subió a un taxi pero ya no se supo más de ella.

¿La secuestraron? —Preguntó la madre de Oriana, con sorpresa y dolor.

—Puede ser. —Dijo herido.

La madre solo se abrazó a su esposo y comenzó a llorar.

—No sabemos a dónde fue, porque ni la estación de policías ni nadie nos quieren mostrar las cámaras de seguridad de la ciudad, así que... no sabemos en donde está.

GIRLFRIEND | ROIER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora