Capítulo cinco

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Son las cinco de la mañana cuando escuchó gritos provenientes de donde está mi padre

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Son las cinco de la mañana cuando escuchó gritos provenientes de donde está mi padre. Los gritos me despiertan y voy inmediatamente, sin detenerme a vestirme, ya que nuestras puertas nunca están cerradas con llave y siempre tenemos acceso completo.

Ni siquiera me doy cuenta de que estoy temblando de nervios. Al ver la escena, me siento completamente devastada. Mi padre está acostado en el suelo, retorciéndose de dolor.

—Papá —intentó llamarlo, pero él no me escucha.

Tomo su teléfono que está en la mesita de cabecera y marcó el número de emergencia. Él sigue gritando y retorciéndose de dolor en el suelo mientras vomita sin parar. La imagen me quiebra, y siento que mis pulmones no pueden llenarse de aire. No sé qué hacer en situaciones como esta. Intento tranquilizarlo, pero no lo logro, y mi frustración aumenta.

Tomo la primera ropa que encuentro y meto mi teléfono en mi bolso. La ambulancia llega después de unos eternos cinco minutos, y lo trasladan al hospital, voy detrás de la ambulancia.

Durante todo el trayecto, no me doy cuenta de que estoy llorando. No puedo permitirme perder a alguien más en mi vida, eso no lo permitiré.

Pusieron a mi padre bajo observación y le estaban pasando fluidos por vía intravenosa, ahora se lo notaba mucho mejor, pasaron la mañana haciéndole análisis para determinar cuál era la causa de todo esto. Mi padre estaba muy cansado por lo cual estaba durmiendo y yo me encontraba nerviosa intentando aclararme las ideas.

—Hija— siento que me llama con voz débil

—Papá, se te siente mejor— no es del todo mentira, por lo menos no se retuerce del dolor, ni tampoco pide nada en qué vomitar.

—Me siento mejor— me dice tomándome de la mano para calmarme.

—Bien, eso está bien.

Tiene que sentirse mejor, nunca lo había visto mal, y tal vez eso es lo desconcertante de la situación, siempre pensamos que nuestros padres son indestructibles y verlo en esas condiciones me desconcierta, no sé cómo actuar, cómo hablarle.

Estábamos conversando cuándo el doctor de mi padre Dr. Milton ingresa a la sala y le dice

— ¿Cómo se siente ahora? Con los fluidos por intravenosa debería de sentirse mejor.

—Bastante, el dolor ya casi ni se siente, creo que ya estoy en forma para irme del hospital.
—Me temo que no Sr. Miller— dice dirigiéndose a mi padre y luego de una pausa continúa— con los análisis que le hemos realizado toda la mañana, hemos podido diagnosticarle con apendicitis y los síntomas prácticamente, son obvios de que se trata de eso mismo.

—¿Entonces que se debería de hacer?— pregunta mi padre con un dejo de preocupación en su voz.

—En el transcurso de la tarde vamos a realizarle la cirugía pero no podrá irse a casa de inmediato, sino solamente mañana por la mañana después de estar algunas horas en observación y deberá hacer reposo absoluto.

Diosa del RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora