Capítulo catorce

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Era hoy, era hoy el día y no, no me encontraba obsesivamente chequeando el celular a cada segundo para controlar si no tenía ninguna llamada perdida o algún mensaje sin responder

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Era hoy, era hoy el día y no, no me encontraba obsesivamente chequeando el celular a cada segundo para controlar si no tenía ninguna llamada perdida o algún mensaje sin responder.

Me encontraba en la casa de Kade, quien había hecho una barbacoa al mediodía. En ese momento, tenía la cabeza apoyada en el regazo de Tristan, en los sillones de afuera. Dado que hacía mucho calor hoy, hicimos una especie de "pool party" entre nosotros, los de la academia, lo cual lamentablemente incluía a Hermes, quien estaba dentro de la piscina y me observaba de forma inquietante.

—Esto, es que no entiendo Hermes tiene manía conmigo no entiendo que es lo que le pasa— digo en voz baja dirigiendo mi mirada a Tristan, Tristan sigue acariciándome mientras me mira.

—Quien sabe simplemente le atraes—me responde convencido a lo que yo me doy vuelta quedando a horcajadas sobre él.

— ¿En serio consideras que es un método efectivo? —le pregunto a lo que él enarca una ceja - definitivamente si le atrajera no me miraría de esa manera—finalizo.

—¿Y de qué manera te miraría si le atrajeras?, ¿Cómo te mira Zeus? — mi cara ahora mismo debe de ser un poema.

—Tristan sabes que Zeus y Kade son mis mejores amigos, Zeus no me mira de manera ninguna— le respondo de inmediato.

—Tienes que despertarte del mundo de las nubes en el cual vives niña— me dice tiernamente mientras me acaricia—a mi no me molesta, eres espectacular, fuiste hecha para ser mirada—dice mientras posa un suave beso en mis labios.

Ignoro lo descabellado de todo lo que me está diciendo y le digo.

—Cambiaste el rumbo de lo que te estaba diciendo... ¿No te haces una idea del porqué Hermes me mira con esa cara de asesino todo el tiempo? — toma un respiro exhalando aire como si estuviera pensando la respuesta.

—Hermes es muy complicado de descifrar, es lo opuesto con todo el mundo, simpático con Jeff, con Bob, tiene una buena relación, no fraternal lógicamente con los de la academia pero es un amigo, solo cambia cuando tú llegas, quien sí te podría dar alguna respuesta más concisa es Connor, son bastante unidos.

No me dijo nada que no supiera, ya sabía que era un sol con todos, a excepción de mí, así que si estaba confusa, seguía estándolo, no podía hacer mucho más así que decidí disfrutar y tirarme a la piscina.

Recibí un mensaje de Hades, finalmente, lo cual me hizo sentir emocionada. En el mensaje, decía que pasaría por mí dentro de un rato, a lo cual le envié mi ubicación. Así que, cuando los chicos salieron, dije que me quedaría en la piscina a relajarse, lo cual no le importó en absoluto a Kade. Era algo normal que él también se quedará solo en mi casa.

Me encontraba nadando en la piscina a solas, era reconfortante. Había dejado el celular en el borde para sentir si me llegaba algún mensaje. Me sumergí bajo el agua cuando sentí que algo me bloqueaba y no me permitía salir a la superficie, como si fuera un bloque de cemento. Intenté patalear e hice de todo para llenar mis pulmones de aire. Ya no sé cuántos minutos pasaron, pero estaba entrando en pánico y desesperación. Quería salir.

Sin ni siquiera darme cuenta, el bloque de cemento ya no estaba y yo temblaba mientras me acercaba a la orilla para tomar mi celular. En ese mismo momento, me di cuenta de que Hades estaba frente a mí. Sus ojos tenían una mirada que no lograba descifrar. ¿Preocupación? No, no lo creo. Se acercaba lentamente hacia la orilla de la piscina.

—La puerta estaba abierta, nunca dejes la puerta abierta, cualquiera podría entrar— me dice con voz grave.

—Entraste tú—le respondo a mi vez aún con voz temblorosa.

—Demorabas en contestarme, así que tomé providencias, y la puerta abierta me la puso bastante fácil—responde con total tranquilidad.

—Así que eres de los que no tienen paciencia alguna.

—Creo que eso Hestia, ya te habrás dado cuenta. —el tono de su voz hace que me dé un escalofrío, es tan grave y me llega profundamente.

—Déjame ponerme la ropa por encima así vamos a algún punto a hacer las fotos.

En este punto ya me recuperé completamente de lo que me sucedió en la piscina, y estoy encantada mirándolo, me extiende la mano para que salga de la piscina y tomó impulso, teniendo tiempo de mirarlo más detalladamente, luego salgo.

Siento sus ojos sobre mi cuerpo, que su mirada me persigue hasta que tomó la toalla del sofá para secarme y me coloco mis pantalones cortos, y luego un top que deja prácticamente todo mi abdomen expuesto. Luego de un silencio para nada incómodo donde los dos nos observamos sin el mínimo atisbo de vergüenza, decido ponerle fin y preguntarle

—¿Hacia dónde vamos?

—Tú eres la fotógrafa.

Pensé en llevarlo a mi casa, donde tengo una habitación con un estudio perfecto para la fotografía. Sin embargo, llevarlo a mi casa podría llevarlo a malentender las cosas, así que finalmente se me ocurrió que podría tomar las fotografías en un parque cercano. Ahí podríamos capturar fotografías hermosas. Aunque, en realidad, él ya era una perfección en sí mismo, así que no tendría que esforzarme mucho.

Me subo a la moto, aquella misma moto en la que nos cruzamos por segundos la primera vez y que casi me mata. Pongo mi mochila sobre ambos hombros.

—De acuerdo —digo al mismo instante en que lo rodeo con mis brazos. Tenerlo tan cerca no me dejaba pensar con mucha claridad, eso definitivamente.

Me inundaba su perfume, su aroma a madera y su olor a humo. Su alta velocidad fue un factor constante durante todo el trayecto que duró 20 minutos.

—Agárrate con fuerza —me dice—, manejo rápido —como si no lo supiera. Debería asustarme, pero el sentimiento que siento es una enorme recarga de adrenalina.

Diosa del RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora