Capítulo diez

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Ya era el día de la competencia, me encontraba cargada de adrenalina, ansiedad, nerviosismo, un mix de sensaciones me pasaban por la cabeza, la mañana me la pasé en la academia, ya viendo a mi padre entrenar a los chicos, Hermes era todo lo opuesto con todos, yo siendo la excepción, mi padre pareciera amarlo, inclusive.

Yo solo estaba sentada haciéndole compañía a Bob en recepción mientras a una distancia prudente, los observaba, y sentía los ruidos que se llevaban a cabo en las peleas.

Son magníficos, cada uno tiene sus virtudes y sus defectos, y en el ring se movían con una destreza impactante, de dejarte sin aire simplemente de verlos.

—¿Qué pretendes hacer después pequeña?
Me pregunta Bob y sé a lo que se refiere, se refiere a qué voy a hacer con el boxeo y no continuaré, fue una situación extrema que me hizo volver al ring, me resguardo detrás de la cámara, ahora ese es mi lugar seguro.

—Seguiré dedicándome a la carrera que estudié para formarme.

Veo que Bob sonríe, melancólico no del todo satisfecho con mi respuesta, tal vez se esperaba otra.

No tenía ninguna propuesta de trabajo aún, y luego de la competencia no quedaría mucho más que fotografiar en la academia, pero tampoco andaba con prisa, algo encontraría, eventualmente.

Los chicos estaban bastante tristes de que ya no viniera tan seguido, de igual manera les dije que no era necesario tener que ponerme guantes de boxeo para continuar viniendo a la academia.

Me miro al espejo, me pongo un top negro y unas calzas negras de cuero de tiro alto unas botas con tacones altos para compensar mi poca estatura.

Están a punto de anunciar el inicio de la competencia, y me preparo con la cámara para capturar momentos. En primer lugar, Zeus se enfrenta a un chico que nunca antes había visto. Zeus es una verdadera bestia en el ring, golpea sin piedad y lo da todo. Me siento orgulloso de él, como si fuera mi hermano menor.

Sin embargo, una voz maligna en el fondo de mi mente me recuerda: "Aunque una hermana no besa a su hermano menor".

A veces simplemente me siento abrumada, el beso con Zeus, las citas recurrentes con Tristan, todo ocurrió tan de repente que no me dio ni tiempo a analizarlo, y lo peor es que no tiene importancia, quiero a Tristan, sé que no es el amor de mi vida, ni tampoco le hice creer lo contrario nunca.

Los sentimientos son abrumadores, a veces siento que ni yo sé lo que siento, una intrusa en mi propia historia, preguntándome: "¿Y si...?", a cada cosa que podría o no podría pasar. Aunque yo sé que no hay "y sí" suficientes, que nosotros somos quienes decidimos cómo se traza nuestro destino, que nada está preestablecido y que si algo sale mal, soy la única persona a la cual podré culpar.

Logro liberarme de mis propios pensamientos. Zeus vence a su oponente, como era de esperar, y los demás chicos ya han luchado; solo falta Connor.

A través de la lente de la cámara, logro reconocer un par de ojos grises que me miran. Instintivamente, deje caer la cámara.

Lo observa detalladamente, examinando más que solo sus ojos. Es él, sé que es él, es el chico de la moto. Es musculoso, tiene el pelo rubio rapado casi a cero y pecas que recorren su tez.

Pero cuando le devuelvo la mirada, ya es demasiado tarde. La lucha ha comenzado.

Diosa del RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora