Capítulo dieciséis

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En este preciso instante un montón de preguntas pasan por mi cabeza, luego de hoy, siento la necesidad de conocerlo, así que mientras lo miro intento formular algo, pero no sale sonido alguno de mi garganta

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En este preciso instante un montón de preguntas pasan por mi cabeza, luego de hoy, siento la necesidad de conocerlo, así que mientras lo miro intento formular algo, pero no sale sonido alguno de mi garganta.

—Te estoy viendo, formula lo que sea que tienes en mente-me dice.

—No, simplemente me preguntaba qué es lo que pasó aquel día, por qué reaccionaste de aquella manera— suelto de inmediato.

Él apoya su cabeza en el tronco del árbol mientras piensa en su respuesta y suelta un suspiro.

—Simplemente estaba abrumado con un montón de cosas,entre ellas el hecho de que no voy a continuar luchando para la academia que solía luchar, aunque me encuentre muy a gusto ahí—dice sin parar a tomar aire por un segundo.

—¿Y eso porque? — le pregunto, cuando mi curiosidad va en aumento.

—Descubrieron que boxeo en peleas ilegales, y me cortaron. —tendría que sentirme triste por ello, pero una adrenalina recorre mis entrañas, me hace acordar a mí de cuando solía frecuentar las peleas ilegales, solamente que a mí nadie nunca me descubrió.

—Y decidiste continuar con las peleas, en vez de dejarlas para seguir en la academia. — no es una pregunta, lo mío es una afirmación.

—No me dieron ni siquiera la oportunidad de elegir, simplemente me cortaron —hace una breve pausa y luego continúa—. Solo competir en la competencia porque fue muy sobre la hora y no tenían a quién reemplazar en mi lugar. Si me hubieran dado la oportunidad de elegir, no creo que hubiera dejado las peleas ilegales. Me hacen sentir vivo.—Levanta los hombros y luego deja su mano caer sobre mi pierna, teniendo así contacto piel a piel, el primero de todos.

Su mano es cálida, haciendo contraste con el clima frío.Sé muy bien a lo que se refiere cuando dice que lo hacen sentirse vivo, eran mi recarga de adrenalina,mi escape a la vida.

—Ahora es mi turno, de hacerte una pregunta—dice con voz decidida.

—Sí, dime— le respondo en voz baja

—¿Irías a verme a alguna de mis peleas, o eres totalmente en contra? — pregunta acercándose a mí, si es que eso es posible.

Pienso en su pregunta, no es cómo si me fuera a subir al ring a pelear, simplemente voy a verlo luchar en el hipotético caso de que eso suceda, y una vez también fui yo que me encontraba ahí luchando, en peleas ilegales.

—No estoy en contra— respondo finalmente —no es cómo si fuera yo a luchar—le respondo finalmente.

—Si, definitivamente no lucharías, no creo que una fotógrafa arriba de un ring de una pelea ilegal duraría mucho—dice, ahora se encuentra fumando, exhalando e inhalando humo de sus pulmones, y es tan atractivo mientras lo hace, me había olvidado del detalle que no sabía que yo era boxeadora.

—Definitivamente sí, resistiría, fui boxeadora en un momento, de las buenas. —al decir eso noto que su mirada se ensombrece y tensa la mandíbula.

—¿Ah sí? — me pregunta con voz oscura, su postura y su tono de voz cambió totalmente en cuestión de segundos.—deberías ir conmigo, mañana por la noche hay peleas. — pienso en la respuesta que voy a darle por momentos, y para qué mentir, echo de menos la adrenalina que se siente en las peleas ilegales, no hay nada que logre igualar esa sensación, incluso como espectador, es algo sin igual.

—De acuerdo entonces —dice, volviendo a poner su mano sobre mi pierna—. Paso por ti a las ocho —dice mirándome— y si te apetece, podríamos hacer algo después.

Claro, claro que me apetece. Si me lo dice mientras me mira de esa manera, le diría que sí a cualquier cosa que me proponga. Tiene algo que hace que quieras llegar a conocerlo.

—De acuerdo, puede ser.

—No me sirve uno, puede ser, me sirve un sí, pitufina—dice acariciándome la pierna. Con este movimiento de su mano, hace que pierda el hilo de nuestra conversación y demoró unos segundos en volver a donde estábamos.

—Sí, de acuerdo, hagámoslo —digo con un hilo de voz. Ya me olvidé de todo, de las advertencias que me dio Kade, de que no corre buena sangre entre Hades y Zeus. Ya todo pasa a ser secundario, y me encuentro ansiosa por la noche de mañana.

—Ha parado de llover —me comunica Hades. Ni siquiera me percaté de ello, pero le doy la misma respuesta que él me dio en un momento.

—Gran descubrimiento, Hades, un notición, de verdad —a mi respuesta, él me gira y terminó a horcajadas sobre él. Noto su mirada fija en mis labios, y yo a su vez hago lo mismo. Nos estamos mirando, conteniendo las ganas que ahora me percato eran provenientes de los dos, cada vez con menos distancia separando nuestros labios.
Cuando mi celular suena, me maldigo por haber interrumpido el momento.

Me levanto y me separo de Hades para tomar el teléfono que está en mi mochila. La llamada es de Zeus, por lo cual tomó una distancia prudente para responder.

—Ey —le digo, intentando disimular mi nerviosismo.

—Hestia.

—¿Todo va bien?

—Sí, sí. Con Kade vinimos a tu casa, como no estabas cuando volvimos, pensé que probablemente te encontraría aquí ya. —pienso en qué responderle y le digo luego de una pausa.

—Quería hacerle unas fotografías a la naturaleza y pedí un Uber y vine hacia un parque, como para relajarme. Ya voy en camino -le respondo de inmediato.

—Vale, de acuerdo, tranquila. Tómate tu tiempo, te esperamos. —No era mi intención mentirle, pero sé que no le agrada y era muy complicado para explicar.

Cuando levanté la cabeza, logró ver que tengo a Hades enfrente mío y pegó un salto del susto.

—Me asustaste —le dijo con voz tensa.

—Me di cuenta, así que mintiendo tú, toda una mentirosa. —dice con voz irónica.

—Mis amigos son protectores conmigo, mejor algunas cosas tenerlas en secreto.

—En eso estoy de acuerdo contigo—me dirige una sonrisa algo forzada—. Vamos, está por anochecer, te llevo a tu casa.

En el camino de vuelta a casa, agarrada con fuerza a él en la moto, lo único en lo que puedo pensar es en nuestro no-beso, y cómo hubiera tenido un desenlace diferente si Zeus no lo hubiera arruinado.

—Hasta mañana entonces —me dice una vez hemos llegado, mientras me quito el casco.

—Te diría de pasar, pero están mis amigos —le digo un poco decepcionada. Él me dirige una media sonrisa mientras guarda el casco en el baúl.

—Sin problema —dice luego de un momento en silencio.

—Bueno, me voy yendo—le digo. Empiezo a caminar y desde lejos le digo: "Hasta mañana". Y así, sin despedirse, coloca nuevamente su casco y se marcha.

Y yo solo logro pensar en cuánto lo veo marcharse, cómo se sentiría besarlo, qué sensaciones sentiría dentro de mí. Sigo maldiciendo a Zeus por haber arruinado el momento e internamente esperando que se vuelva a dar, que tengamos otro momento.

Diosa del RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora