Capítulo veinticinco

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Falta un poco para que se hagan las cinco de la tarde, así que me visto, con unos pantalones cotos y un top, ropa más prudente, que no sea la ropa de Hades, que de hecho no tengo la más mínima intención de devolverle, me la quedaré de souvenir

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Falta un poco para que se hagan las cinco de la tarde, así que me visto, con unos pantalones cotos y un top, ropa más prudente, que no sea la ropa de Hades, que de hecho no tengo la más mínima intención de devolverle, me la quedaré de souvenir.

Tengo unos cuantos mensajes de Hades que no pienso responder, donde dice que me fui sin avisar, que sí que me puedo quedar con su ropa, que no era necesario escaparme de esa manera que él mismo me la hubiera regalado.

Es tan idiota que no se le ocurrió mejor idea de hablar con voz normal sin bajar la voz con su amor, los hombres realmente son patéticos.

Y ni siquiera se le pasa por la cabeza que me fui porque quería dejarlo cómodo hablando con su amorcito, los hombres deberían de ser estudiados, realmente.  Con 28 años tendría que ser un poco más perspicaz, igualmente no soy quién para exigirle algo, fui yo que me monté una película en la cabeza, total nos conocemos hace poquísimo, pero no sé luego de la escena de la heladería, pensé que me tuviera más en consideración.

Dejo de pensar en aquel cretino y foco mi mente en Zayn, el bombón con el cual en instantes voy a ir a tomar una cerveza.

Me echo una cantidad absurda de perfume, como lo hago siempre, no me sorprende que deba andar comprándome perfume constantemente, y rizo mis cabellos, quiero lucir diferente, quiero impactar, y más que eso, quiero impactarme a mí misma.

Recibo el mensaje de Zayn que dice que se encuentra abajo, está adentro de su auto, con el vidrio bajo, me mira, sonriéndome, eso le gusta.

Rodea el auto para abrirme la puerta, y constato que la ropa común y corriente le sienta mucho mejor que el uniforme de la heladería, está con una chaqueta de cuero negra, una remera blanca, unos jeans rotos, y unas texanas, de dar agua en la boca, sí que tiene estilo.

Una vez dentro de su auto, me mira, sonriendo

—Madre mía—dice suspirando

—¿Qué?— le pregunto

—No que no te siente bien el pelo lacio, pero estás de infarto así

Quedo sin saber cómo reaccionar a tal cumplido que no me lo esperaba entonces se lo devuelvo con otro.

—Tú estás magnífico, tienes estilo para regalar y vender.

Me mira con esos ojos azules, que parece que sacaron una porción de océano para creárselos, y me deja encantada, como si fuera un mago que te deja hipnotizada.

—No te quedas atrás—dice muy descaradamente, mirando hacia mis pechos, así que sí, tenía pechos, y los hombres, o al menos este hombre lo apreciaba

Mis pechos siempre fueron algo que me causaba inseguridad, bueno, pechos o más bien la ausencia de estos. Mi primer novio siempre me decía que si tuviera lo que tenía atrás adelante sería la chica más atractiva del mundo, y decía que por lo menos lo que me faltaba adelante lo compensaba con mi culo.

Diosa del RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora