27; maybe we shouldn't

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Quizá no deberíamos

Marizza P. Spirito

Me desperté con Luján sentada en mi cama. No fue agradable. Al principio pensé que era una puta aparición, después que tenía a uno de esos guardianes del sueño que velaba por mí, pero la mala sombra de que se pareciera a mi hermana no tardó en despejar dudas.

—¿A qué hora llegaste? —Y el tono en el que lo preguntó no sonaba a hermana animándote a sentirte libre.

—¿Perdón?

—Que a qué hora llegaste.

—Creo que a las tres y media.

—Un miércoles.

—Estoy de vacaciones. Déjame en paz.

—Lo que estás es loca del chinostro. ¿Con quién estuviste?

—Como si no lo supieras. —Me giré en la cama y me acurruqué con la esperanza de que me dejase en paz—. No sé si te diste cuenta pero no tengo ganas de hablar con vos. Por eso te evito, ¿sabes?

—Marizza, no podés irte con él de vacaciones.

El corazón me bombeó rápido, pero la ignoré.

—Lo digo en serio. Y te conozco.

—¿Me podés dejar en paz? —insistí.

—No. —Tiró de mí—. Sabes que siempre te animo a hacer cosas, pero esto..., con esto no estoy de acuerdo. Es encantador y divertido, pero no lo conoces de nada. No sabes de dónde viene, si es un pervertido, si sería capaz de meterte en un lío de la puta madre. ¿Y si es violento? ¿Y si pertenece a una secta? ¿Y si quiere robarte? ¿Y si quiere chantajearte?

Me puse el almohadón en la cabeza.

—Marizza, lo digo de verdad. Escríbele ahora mismo, delante de mí, y decile que te volviste loca y que acabas de darte cuenta de que no debéis iros juntos.

—Ya te dije... —empecé a decir bajo la almohada, donde era mucho más fácil mentir, pero ella me la arrebató—. Que ya te dije que me voy sola.

Se puso en pie y tiró de la sábana de mi cama, haciéndome rodar. Estaba visiblemente nerviosa.

—Estoy superpreocupada —me dijo en un hilo de voz.

—Deberías volver ya a tu trabajo —le sugerí—. No sabes estar quieta y tantos días aquí...

—Ese no es el problema. Vos estás a punto de irte de viaje con un pibe que acabas de conocer y tu hermana mayor me llamó para vernos mañana para seguir al detective que ella misma ha contratado para seguir a su marido. Yo no me muevo de acá hasta que no me asegure de que mis dos hermanas no van a aparecer en el telediario.

Chasqueé la lengua y cerré los ojos. Aquello era una puta pesadilla. Yo era la primera persona que sabía que irme con Pablo dos semanas a Grecia era, sin lugar a dudas, lo más loco que había hecho jamás. Pero ¡es que me apetecía! Me apetecía sentirme viva, loca, joven..., encontrar el sentido a todas esas cosas que, de pronto, no lo tenían. Quería la emoción recorriéndome la piel, calentándola bajo el sol, y quería que a mi lado estuviera Pablo porque... ¡era mi catalizador!

—Luján, lo digo de verdad..., me voy sola pero es que, aun así, deberías dejar de meterte en mi vida. Y si Mía quiere investigar al detective y a vos no te parece bien... ¡no le des bola! Dejá de alimentar sus paranoias y se va a cansar. Como yo de que intentes tutorizar todo lo que hago.

Luján se sentó con aire arrepentido mientras yo, en mi interior, cantaba victoria. Había sonado de lo más firme y estaba orgullosa de ello, aunque mentir esté mal. Pero en ese mismo momento, cuando ya pensaba que mi hermana me dejaría hacer sin más, mi móvil avisó de que acababa de llegar un wasap. Luján y yo nos miramos en silencio durante un segundo para abalanzarnos las dos a la vez sobre el aparato; sabíamos de quién era el mensaje.

Un Plan Perfecto || {Pablizza} ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora