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Self care

Marizza P. Spirito

Nos saludamos con lo que ya empezaba a ser nuestro clásico apretón de manos, y se fijó en que la tarde anterior había aprovechado para ir a hacerme la manicura y llevaba las uñas pintadas de un suave turquesa pastel.

—¡Uhhh! Pero ¡qué moderna! —se burló.

—Pues vas a flipar, porque me pienso comprar cosas supertrendys.

—¿Tren-qué?

—Modernas, Pablo, modernas.

No se había cortado el pelo y por supuesto no se había peinado. Llevaba unos vaqueros desgastados con un corte un poco pasado y una camiseta negra que agarré entre mis dedos y extendí cuanto pude. En el lado izquierdo, ajá..., un agujero.

—Qué puñetero desastre. —Me reí.

—Reina, ¿desde cuándo importa el envoltorio si el regalo está tan rico?

Echamos a andar sin saber muy bien dónde entrar. Eran las once de la mañana y algunas tiendas acababan de abrir, pero la calle Fuencarral ya estaba llena de gente.

Nosotros caminábamos sin hablar, pero no sentía la obligación de llenar cada silencio. Había algo en él que me había hecho sentir de esa forma casi desde el primer día: cómoda.

—¿Por qué me caes bien? —le pregunté con una mueca cuando me di cuenta.

—Porque soy raro, como vos.

—Tu rareza y la mía no se parecen ni en el blanco de los ojos.

—A lo mejor es eso. —Me lanzó un guiño descarado.

Pensé que había muchas cosas curiosas en sus ojos, pero que no sabría definir ninguna de ellas. Quizá para las cosas más hermosas de la vida no existen palabras.

—Hice una lista de prendas que deberías tener sí o sí. —Le di una servilleta garabateada y noté que, sin saber por qué, me sonrojaba.

—Te gustan las listas, ¿eh?

—Mucho. La hice mientras desayunaba.

Pablo siguió caminando mientras estudiaba la servilleta con el ceño fruncido.

—¿Y la escribiste en español o en una lengua élfica?

—Dame. —Se la arranqué de las manos y empecé a leer en voz alta—. «Pantalones vaqueros. Pantalones negros. Un traje. Una camisa blanca. Un polo».

—¡¿Un polo?!

Varios transeúntes se giraron después de que sus carcajadas les alertaran. Fue como ver en directo una escena de El joker.

—¿Qué pasa?

—¿Un polo? Ni en tus sueños. No me vas a vestir de Cayetano.

—Todos los hombres tienen un polo.

—No. Todos los hombres tienen medias desparejadas o con tomates y una ex a la que seguirían follándose, pero no un polo. Tacha el polo. Y el traje.

—¿¡El traje!?

—¿Cuándo quieres que me lo ponga? ¿Para pasear a los perros?

—Siempre hay ocasiones.

—Ni espero casarme en breve ni tengo a nadie en edad de invitarme a su funeral, así que fuera polo y fuera traje. Sigue.

—No has dicho nada de la camisa blanca, por lo que me voy a apuntar un tanto.

—Tacha camisa blanca. Ni loco. No quiero parecer un camarero de la Plaza Mayor.

Un Plan Perfecto || {Pablizza} ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora