Crimen. / AU Julian X Enzo

Embarazo.

Julián se encontraba en la cocina de la casa de su alfa.

Eran pasadas las seis de la tarde. Hace un rato había llegado del instituto, hoy solo tuvo dos horas nomas en el jardín comparado con ayer que fueron cuatro horas. No iba a mentir lo tan emocionado que estaba por haber empezado las prácticas, le había tocado en un jardín cerca de su domicilio y para su mala suerte éste quedaba bastante lejos de la casa de Enzo, pero hasta ahora se estaba manejando bien.

Y eso que era el segundo día.

Pero estaba seguro que no se quedaría a vivir para siempre en lo de alfa aunque la idea fuera tan tentadora. En algún momento iba a tener que volver a su departamento junto a su hermano o tal vez podía alquilar algo para el solo. No sabía muy bien.

Todo estaba pasando muy rápido. Su vida había dado un giro drástico de un día para el otro, en sus planes nunca había estado terminar viviendo con Enzo. No sabía cómo agradecerle al alfa por bancarlo durante toda esa semana, donde hubo días muy malos, las nubes negras aparecían junto a los malos sentimientos, pero el alfa estaba ahí en todo momento escuchándolo y apoyándolo. Pero también hubo días buenos, donde compartían momentos cálidos, se conocían un poco más y reían por una que otra cosa.

Lo estaban llevando muy bien.

Raramente bien.

Dio un sorbo al té que ya empezaba a enfriarse. Ese día nuevamente se había levantando con vomito y un poco de mareos. Estaba seguro que era culpa por la pasta que había pedido ayer en el restaurante durante su cita con el alfa. Comer algo pesado cuando todavía no estaba seguro de que estaba al cien por ciento fue una mala idea.

Así que estaba sobreviviendo con galletitas de agua y té.

Estaba terminando unos juegos para sus alumnos que tendría el día de mañana. No era obligación llevar pero Julián se había emocionado cuando la profesora dijo que ya podían comenzar hacerlo y además sabia que sumaba algunos puntos. Pero en realidad lo hacía por los pequeños cachorros, el día de ayer había vuelto enamorado de cada uno de ellos. Eran simplemente el rayo de luz más lindo, todos habían sido demasiados tiernos y educados, casi había llorado cuando uno de ellos lo llamó como Seño Juli.

Estaba dispuesto a dejar todo de sí para terminar el tercer año de la carrera este mismo año. Solo le quedaría uno y así poder empezar a ejercer con su titulo en mano.

Un poco de brillantina cayó encima de la remera que tenía puesta. No era suya, era del alfa. Quien le había dicho que podía usar lo que quisiera de su placard. Pero una mueca de preocupación se apoderó de él al notar que también se había manchado con un poco de pegamento. No era una remera cualquiera, era una de defensa y justicia.

No sabía si era tan importante pero ya estaba entrando en pánico. Se limpio un poco con el trapo que descansaba en la cocina, salió bastante pero aún así se notaba que estaba sucio. Mordió su labio con fuerza, podía ir y dejarla para lavar y fingir que no la había usado o... afrontar al alfa.

Se arrepentía de no haber agarrado más ropa aquella vez que habían ido hasta su casa para buscar. Obviamente sabía los horarios de su hermano y fue en el momento en donde el no se encontraba.

No le había contestado ni uno de los mensajes que le había mandando el día anterior. Todavía no podía, aunque su corazón doliera con más intensidad al pasar los días, lo extrañaba. Pero no podía fingir como si nada, no cuando todavía no tuvo unas buenas disculpas más allá de un mensaje.

Él quería que le dijeran las cosas de frente.

Sacudió su cabeza como si aquello pudiera alejar los pensamientos de su hermano y Alejandro, aquel omega que para su mala suerte lo veía en el instituto. Gracias a los dioses no le había tocado el mismo jardín para las prácticas, el recuerdo de las veces que añoraban que les tocara el mismo para estar juntos lo abrumó. Era tan extraño recordar los días de su amistad, no podía evitar pensar que nada de aquello no era sincero ni mucho menos verdadero.