Colapsar.

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Su mochila más las bolsas que traía estaban siendo demasiado pesadas, el ascensor no venía más y su ansiedad por ver a su bebé luego de un día largo comenzaba a ponerlo impaciente.

Sabía que tenía visitas. Había hablado con su hermano mientras estaba de regreso y le hizo saber que Paulo, Guadalupe y Enzo estaban ahí. No le molestaba en absoluto, pero esperaba que después de aquel día tan extenso y estresante no soltaran ningún comentario sobre lo sucedido. No estaba de humor para aguantarse eso y con la poca paciencia que tenía podría explotar de la
peor manera.

Subió a la caja metálica rezongando. Apretó el botón que lo llevaría a su piso y soltó un suspiro. La idea de llegar, ducharse y acurrucarse con su bebé era tan tentadora. Pero no podía, no cuando había visitas y una de ellas era el padre de su hijo.

Luego de la extraña conversación que tuvo la noche anterior con Enzo, se había levantado con una sensación desconocida en su pecho, o bueno, Tal vez no era tan desconocida y eso era lo que más miedo le causaba. No quería ver cosas donde no las había y mucho menos hacerse ilusiones.

No podía.

No iba a poder soportar otra vez aquel sentimiento de soledad y desamor.

Además tenía que pensar en su bebé primero, quien comenzaba a crear aquel lazo con su progenitor, los dos se necesitaban y él iba a encargarse de que estén juntos. Si eso significaba que él no lo esté con Enzo.

La puerta se abrió para salvarlo de aquellos pensamientos. Se dirigió hasta la puerta de su departamento y buscó las llaves que ya había colocado en su bolsillo para ahorrarse el trabajo. Al abrir se encontró con varias personas en su sala.

Muchos pares de ojos mirándolo haciendo que los nervios aparecieran. Sonrió apenas, dejando sus cosas en el pequeño sofá que tenían en la entrada. Se acercó hasta los invitados.

"Hola, Ju. Tanto tiempo." Paulo saludó primero. Atrapándolo en un cálido abrazo en forma de saludo.

"Hola... ¿Cómo estás?."

El beta se separó diciéndole que se encontraba bien y luego fue el turno de saludar a Guadalupe quien estaba demasiado distinta a la última vez que la había visto, hermosa de todas maneras. Aquella sonrisa que estaba plasmada en sus labios le hacía recordar a dos personas que tenían su vista clavada en él. Esperando su momento de atención.

Porque ellos querían, necesitaban de la
atención del omega. Padre e hijo.

"¡Juli!." Grito la omega, arrastrando la última vocal antes de atraparlo en un abrazo también. "Gracias... me diste el mejor regalo del mundo." murmuró en su oído.

Sonrió apenas. Ignorando el nudo que se quería formar en su garganta. No iba a llorar ahí, no tenía cara para hacerlo. Aquellas palabras que eran las mismas que Lisandro le dijo la primera vez que vio a Mateo. Julián vio los ojos aguados y llenos de amor de su hermano.

No contestó. Simplemente le regaló una sonrisa sincera que ella entendió. Cuando por fin estuvo libre se dirigió a su bebé que estaba en el regazo de Enzo. Ignorando la presencia de su hermano, lo veía todos los días.

"Hola mi bebé..." Se inclinó para alzarlo pero éste se negó. Ocultándose en el pecho de su papá. Sus ojos subieron para conectarse con los del alfa quien tenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa.

No entendió.

"¿Qué pasa, amor? ¿No extrañaste a mami?." murmuró. ahora si apunto de llorar. Mateo lo volvió a ignorar y él buscó respuesta en los ojos de Enzo.

Crimen. / AU Julian X EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora