Mateo.

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Julián se hizo chiquito en aquel asiento del hospital. Como si fuera que aquella acción lo hiciera invisible, apretó contra su pecho a su bebé que jugaba tranquilamente con un pequeño osito de peluche. Mateo no era consciente de su incomodidad.

Las miradas tan juzgadoras de las demás madres que estaban esperando al igual que él a la pediatra lo hacían sentir tan vulnerable, ya estaba acostumbrado a ellas pero siempre lo hacían sentir de aquella manera, parecía que les querían recordar lo que era un omega hombre, sin alfa y con un hijo.

Soltó un suspiro para luego besar la cabeza de su cachorro quien lo miró un segundo con aquellos ojos oscuros que le recordaba tanto a quien fue su alfa, su papá. Mateo sin dudas era una copia exacta de Enzo, de él solo había sacado su pelo castaño con algunas ondas después era igual al alfa su nariz perfilada, aquella sonrisa tan inigualable y la manera en que sus ojos se achinaban cada vez que sonreía o lloraba.

Era el calco de alfa. Era de alguna manera el karma que estaba pagando luego de lo que había hecho.

No podía negar que su corazón dolía cada vez que veía a su hijo. Un recordatorio tan doloroso.

Mateo giró su cuellito tratando de ocultarse en su pecho -buscando su aroma- Julián, sabía que no le gustaba venir al médico, ni mucho menos todos los olores que había allí, siempre salía con su bebé alterado.

"¿Qué pasa, amor?." Habló suave y bajo. Dándole un beso rápido en su mejilla para luego posicionarlo en su cuello, justo en su fuente de aroma.

Sabía que su aroma nunca era suficiente pero aún así lo intentaba.

El sollozo lastimero que se escapó de Mateo lo puso alerta. Sobo con suavidad su espalda, intentó mirarlo pero su hijo estaba bastante escondido en su glándula de olor. Su respiración estaba agitada por culpa de la enfermedad que lo había atacado hace una semana; Mateo era asmático.

Por lo cuál era alérgico al cambio de clima, estaban en noviembre y había días fríos, húmedos y calurosos que lo hacían todos enfermarse con rapidez. Lo peor era que no tenía cobertura médica por lo cual dependía de los hospitales públicos -no era que en Argentina eran malos- pero tenía que madrugar para conseguir un turno.

Como ahora. Solo tenía control y él era el primero al que tenía que atender pero al parecer la doctora no daba rastros. Se paró de golpe, sujetando a su hijo y acomodando el pequeño bolso en su otro hombro, estaba listo para ir a quejarse cuando la puerta se abrió.

"¿Mateo Álvarez?." Llamó una joven. Julián se acercó despacio, esa no era la doctora que había atendido la vez anterior a su hijo.

Iba a quejarse nuevamente pero la beta habló nuevamente.

"La doctora Sánchez se encuentra de licencia. Yo voy atender sus pacientes hoy." Asintió no muy confiado.

La chica le sonrió cuando pasó a su lado adentrándose al consultorio.

"Hola, precioso. ¿Cómo estás?." Ella habló. Acariciando una de las mejillas regordetas de su hijo.Julián leyó rápidamente que en su placa tenía el nombre de Debora. "Contame, mami. ¿Que le anda pasando a esta preciosura?."

Sonrió ante el apodo. Miro a su hijo un momento que ya estaba sentando en la camilla y luego a la doctora.

"La semana pasada lo traje y me dijeron que tenía broncoespasmo... estuvo mejorando pero hoy se levantó agitado de nuevo." Explicó. La beta asintió.

"Sácale la parte de arriba, por favor."

Dejo el bolso a un lado. Y comenzó despacio a sacarle el buzo y la camiseta que tenía abajo. Con cuidado ya que Mateo ya comenzaba a soltar quejido queriendo aferrarse a él. Cuando estuvo con el torso libre la doctora le hizo seña para que se haga a un lado y así con su estetoscopio comenzó a revisarlo.

Crimen. / AU Julian X EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora