Crimen.

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Cerró la puerta detrás suyo despacio dudando un segundo si ponerle traba o no, decidió que si.

Tragó con dureza al sentir la bilis subir a causa de los nervios. Soltó un suspiro por la boca casi con exageración, apoyando su cabeza en la superficie de madera. Juraba que su cuerpo jamás había temblado tanto a causa del miedo. Ni siquiera aquella vez cuando estuvo en remera bajo la nieve la única vez que nevó en Córdoba.

Dirigió sus ojos al paquete que se encontraba encima del lavamanos como si fuera lo más espeluznante que haya visto en su vida. Tal vez lo era.

Escuchó como su hermano prendía el parlante que había comprado hace unos días atrás. Tomó fuerzas para despegarse del roble que lo mantenía en pie. Dio dos pasos para acercarse al lavamanos para tomar el sobre de de madera, lo sostuvo en sus manos sudadas y temblorosas.

El recuerdo de su charla con su mejor amigo llegó a su mente, aquella conversación que lo había arrastrado hasta donde se encontraba ahora. Con el corazón en la mano y deseando algo que muy en el fondo sabía que no podría cumplirse.

Había salido de su segunda clase cuando se encontró a Joaquín en uno de los pasillos del instituto, se saludaron con abrazo cálido y familiar, uno que necesitaba muchísimo luego de todo lo que había pasado en tan solo tres días. Con las esperanzas echa trizas y su anhelo de despertar de aquella pesadilla que no no lo dejaba tranquilo.

Su amigo lo invitó a tomar un café para charlar un rato antes de que su segunda clase comenzara. Ni siquiera llegó a darle un sorbo a la infusión caliente que tanto amaba después del mate, qué termino corriendo al primer cesto de basura vaciando su estómago.

Fue eso o tal vez las palabras de Joaquín diciéndole "No te podes seguir haciéndote el boludo, Ju." Que sintió como su mundo comenzaba a deteriorarse de apoco. Tenía razón. Ya no podía seguir fingiendo lo obvio, echando la culpa a la comida sabiendo que nada tenía que ver. Al principio lo vio imposible ya que él se cuidaba la veces que tuvo con Enzo.

Lo veía imposible.

Hasta que recordó la primera vez. Aquella donde se había entregado en cuerpo y alma, donde abrieron sus corazones por primera vez y se dejaron llevar por la pasión y el amor que desde mucho antes de que ellos supieran ya existía. Estaba escrito en algún lugar, por que el destino así lo quiso.

Esa noche le había dicho al alfa que no se pusiera condón porque estaba seguro que el efecto de todos los inhibidores que funcionan como anticonceptivos seguían haciendo efecto sobre su cuerpo, pero al parecer estaba equivocado.

Esperaba que no. Porque no sabía que iba hacer. Estaba perdido, su cabeza daba vueltas pensando en millones de cosas junto al miedo que lo secuestraba haciéndolo sufrir hasta quedarse dormido.

Sacó la caja del paquete. Suspirando por segunda vez, tomando valor de algún lugar. Sintiéndose más solo que nunca, con su omega dolido y su corazón roto.

Joaquin le había dicho si quería que lo acompañara en aquel momento pero se negó. Porque no podía, no quería sentir miradas juzgadoras haciéndole saber que había arruinado su vida, sus vidas.

La primera canción empezó a sonar. Una que conocía a la perfección porque era la favorita de su papá.

Crimen de Cerati.

La espera me agotó
No sé nada de vos
Dejaste tanto en mí.

El primero sollozo se escapó de sus labios haciendo su cuerpo temblar. La vida lo estaba castigando nuevamente, sometiéndolo, poniéndolo en una escena dolorosa y desesperante, donde se encontraba solo buscando la solución.

Crimen. / AU Julian X EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora