Capítulo VI

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Vegeta esperaba a que Goku llegara de la nada como siempre lo hacía.

Había estado haciéndolo como por un mes o dos. Así que se había acostumbrado a eso bastante rápido.

Ya era una rutina que ambos estuvieran en la corporación juntos, o fuera de ésta.

Hasta a los amigos de Goku se les hacía un poco extraño que él siempre estuviera allí, a él le gustaban más las montañas para tener un entrenamiento tranquilo sin alertar a las personas de la ciudad.

La cosa es que se estaba tardando más de la cuenta y eso no le agradaba nada al príncipe.

La impuntualidad era algo que repudiada enormemente.

—Hola.

Lo mira.

Estaba quitándose la solera azul, dejando ver su cuerpo lleno de cicatrices.

—Creí que no vendrías.

El lugar en el que se encontraban era la habitación del saiyan mayor, quien parecía tener intenciones de ponerse otra ropa o tomar un baño.

—Ya estaba por quitarme la ropa de entrenamiento y tomarme un día libre.

—Ya veo. Entonces... ¿Salimos?—Apunta afuera con su pulgar.

Vegeta vuelve a colocarse la solera para luego caminar hacia la puerta, siendo seguido por Goku.

Aunque Goku lo tuvo que rebasar mientras con su mano cubría parte de su nariz y su boca.

—Ese olor otra vez...

—¿De qué hablas?

—Es que... cuando aparezco en tu habitación siempre hay un olor que no me gusta, uno muy dulce.

—Tengo el olfato super desarrollado y no percibo nada.

—Pero yo sí—Sacude su cabeza al sentir que de a poco se iba ese penetrante olor dulce del que hablaba—Aunque creo... que soy el único que lo hace. Bulma entra y tampoco siente nada.

—Dulce dices...

Se puso a pensar un poco.

¿Qué se supone que le pasa a Goku?

Muchas cosas vinieron a su mente, pero una de ellas se robó su total atención.

La luna...

En esas últimas noches, había estado aumentando su tamaño y pronto llegaría a ser Luna Llena por completo.

Tragó saliva al darse cuenta que en realidad no era cosa de Goku, era cosa de él mismo.

El olor era porque al estar siempre ahí se concentraba, él era quien emitía ese olor dulce pero en menor cantidad. Y la Luna era la que lo provocaba.

Cada seis meses, le sucedía eso, pero no había sido problema ya que hacía mucho que no se juntaba con otros saiyans, pero ahora que estaba pasando mucho tiempo con Goku... le sería un problema.

¿De qué estoy hablando exactamente?

—El celo...

—¿Qué?

—Oh, no, no... hablé sin pensar—No quería que él supiera eso, sería muy incómodo hacérselo saber.

—¿Sabes qué puede ser?

—No... No, no tengo idea.

Oh, claro que la tenía. Era su propio celo el que estaba afectando a Goku, iniciando desde su sentido del olfato, luego, sería muy distinto.

¿Qué debía hacer? Fingir que no sabía nada sería sencillo al principio, pero luego debía decirle que algo no andaba bien y que era mejor que se dejen de ver por algunos días o semanas.

Goku estaba casado... y tampoco quería resolver ese problema con él.

Creyó que al ser ya mayor el celo dejaría de afectarle, pero parece que seguiría esa condición por algunos años más.

Dio un suspiro, sabiendo que eso era un problema que realmente quisiera no tener en estos momentos.

El menor por su parte estaba un poco confundido, pues suponía que el olor no podía provenir de alguien más que no sea Vegeta, pero siempre que estaban peleando no percibía nada parecido al olor de la habitación... o es que no había prestado la suficiente atención.

Bueno, prosiguieron a entrenar como ya venían haciendo desde hace tiempo.

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Como era de esperarse, Vegeta tuvo que decirle a Goku que dejara de frecuentarlo un tiempo, con la excusa de que quería lograr algo más él sólo.

Estaba encerrado en su habitación, sentía mucho calor, hasta su aliento era muy caliente.

Se abrazó a sí mismo, cerrando sus ojos.

Acostado y solo quizás pasaría y se podría reprimir lo mejor posible.

Jadeaba bastante.

—Maldición...

Sentía su rostro arder. Sus mejillas estaban bastante rojas por el calor que emanaba de todo su cuerpo, lo cual le estaba empezando a molestar mucho.

Ya había intentado de todo para bajar su temperatura, ni una ducha con agua helada sirvió.

Ahora sí sentía su propio aroma, ese aroma dulce que percibía Goku.

Si este estuviera con él ahora, enloquecería y sinceramente no quería eso. Es verdad que sería un alivio, muy en el fondo quería que este le ayudara, quizás más que todo lo consideraba ahora mismo por estar desesperado por calmarse y acabar con su malestar.

—¡Vegeta!

—Ay no... ¡Bulma, ni se te ocurra...! Entrar...—la peliazul ya había abierto la puerta.

—¿Por qué lo dices? Necesitaba un poco de ayuda de tu super fuerza.

Vegeta al verla tragó saliva.

Esta estaba con una solera blanca que transparentaba bastante en la parte del pecho, además, de que se notaba que no traía el brassier debajo.

—¿Estás bien?

Negó con la cabeza mientras se levantaba y se acercaba a ella dio una vuelta a su alrededor mientras tomaba su cintura y hacía que esta lo tuviera de frente.

—Woah, ¿Qué te sucede?

—Me disculpo... anticipadamente, pero esto es incontrolable para mí.

Con su pie empujó la puerta, así cerrándola.

Nadie más que Bulma se atrevía a abrirla, así que no hacía falta colocar el seguro.

—Vegeta...

Este empezó a caminar, guiándola hacia la cama hasta que cayó sobre el colchón.

Se subió sobre ella y empezó a besarle el cuello, sus manos se colocaron a los costados de la peliazul, quien soltó un jadeo.

Al separarse y verse a los ojos, Bulma lo tomó por la nuca e hizo que se agachara para besarlo.

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"Insecto" 《Goku x Vegeta》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora