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vampiros. de esos que beben sangre y se convierten en murciélagos. de esos vampiros. de los que salen en las películas de terror y matan a los humanos para alimentarse de ellos. de esos vampiros. de los que, en teoría, no existen, ¿no?

miro a mi alrededor, a todo lo que está señalando donghyuck con las manos abiertas, y es cuando me percato por primera vez de lo que hay en esa habitación.

dejando de lado el viejo sofá, la chimenea apagada y una enorme mesa con varias sillas a su alrededor, también hay una gigantesca vitrina refrigerada que ocupa toda una pared, con lo que parecen cientos y cientos de botellas llenas de sangre en su interior.

podría haber pasado por licor de cereza, si no fuera por las etiquetas que hay en cada una de ellas, donde se especifica el tipo de sangre que es.

también me percato de que el mobiliario está hecho de madera, y eso me confunde. ¿no se supone que este material daña a los vampiros? es como si tuvieran decenas de ristras de ajos colgando por el salón. la suave risa de jeno nos confunde a todos, pues no es para nada adecuada a la situación en la que nos encontramos.

―solo somos vulnerables a un tipo en concreto de madera y lo de los ajos es un mito ―aclara, ampliando su sonrisa.

―jenori, no deberías decirle nada más ―se queja donghyuck, claramente molesto con la situación.

―¿cómo has...? ―empiezo a preguntar, pero me callo enseguida al ver la mirada del moreno fulminándome.

―has sido tú quien le ha contado la verdad sobre nosotros, él ni siquiera se había dado cuenta ―gruñe en su dirección el líder, haciéndole callar con su tono de voz duro. luego se gira hacia mí y, relajando un poco su expresión, me responde. ―puedo leer el pensamiento, conejito.

no puedo evitar que mi mandíbula caiga al suelo ante su confesión, haciendo que los presentes se carcajeen por lo bajo debido a mi reacción. ¿puede leer el pensamiento? ¿eso quiere decir que todo lo que he imaginado sobre él...? asiente ligeramente en mi dirección, respondiendo a mis dudas y provocando que un furioso sonrojo se instale en mis mejillas. mierda.

―mátame ―sollozo escondiendo mi rostro entre mis manos, completamente avergonzado.

―será un placer ―responde el moreno, dando un paso en mi dirección.

―quieto ―le detiene jeno, interponiéndose en su camino. ―nadie va a morir hoy.

no puedo evitar que el alivio me recorra de pies a cabeza al saber que, al menos, hay alguien que no me quiere muerto. o al menos por ahora. su decisión no parece contentar a ninguno de sus compañeros, quienes lo observan con los ojos muy abiertos, como si no se creyeran lo que acababan de oír.

―jenori, las reglas dicen que... ―empieza sungchan tras un largo rato en silencio.

―¿tengo que repetirlo? ―interrumpe usando el mismo tono de voz que en el callejón. ―jaemin no se habría enterado de nuestro secreto si no se lo hubiera dicho lee donghyuck, así que no sufrirá ningún daño ¿entendido? ―luego se dirige hacia mí. ―siempre y cuando mantenga esa boquita cerrada.

―no gano nada contándoselo a alguien ―logro murmurar, ligeramente atemorizado por la amenaza implícita que hay en sus palabras.

―buena respuesta, conejito ―felicita forzando una sonrisa que hace temblar mis piernas, y no de emoción precisamente. ―vamos, te llevaré a casa ―veo que está muy acostumbrado a dar órdenes y que todo el mundo las cumpla. ―y sin rechistar ―añade con una mueca de suficiencia.

mierda, tengo que dejar de pensar cuando esté con él, aunque no sé demasiado bien cómo hacerlo. quizás debería centrarme en cosas sin importancia, como el tiempo, la situación política o la cantidad de trabajos que nos han puesto en la universidad. creo que sí, que es una buena distracción.

Sweet reliefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora