jeno me hace esperar en el coche mientras se asegura que no hay nadie en mi apartamento ni por los alrededores. no le lleva más de cuarenta y cinco segundos ―todavía no me he acostumbrado a su vertiginosa velocidad vampira― pero por lo que me dice se ha recorridos dos manzanas enteras.
lo primero que hago al entrar al piso es abrir las ventanas para que se airee pues, a pesar de que solo ha estado un día vacío, el ambiente ya está un poco cargado. luego me organizo una maleta con lo básico para llevar esa misma noche a casa del castaño, incluyendo un pijama, el neceser de higiene personal, varios vaqueros y pantalones de chándal y otras cuantas camisetas, sudaderas y camisas. añado tres pares de zapatos al equipaje y lo dejo junto a la puerta para no olvidármelo.
he estado más de tres cuartos de hora con esa simple tarea y mi estómago empieza a rugir, por lo que me preparo una rápida ensalada con los restos de comida que había en mi nevera. menos mal que no había hecho la compra para mi apartamento, porque si no tendríamos que llevárnoslo todo a casa de jeno.
el susodicho me echa una mano en todo lo que le pido, encargándose de fregar los platos y dejar la cocina limpia para que pueda seguir empaquetando la ropa, que es lo más urgente que debo llevarme. como no sé cuánto tiempo voy a estar viviendo con ellos, decido que lo mejor será tomarla toda, para evitar que las polillas se la coman o que se estropee al estar tanto tiempo sin usarse ni lavarse.
voy tarareando una canción que no sé dónde he escuchado, mientras doblo y coloco con cuidado las prendas en dos enormes maletas de viaje que me regaló mi madre cuando compré el apartamento. su recuerdo es todavía doloroso, aunque al menos ya puedo sonreír un poco al pensar en ella.
ya he guardado poco más de la mitad de mi armario cuando siento las manos del vampiro colarse por debajo de mi camiseta, acariciando mi pecho y mi abdomen. suelto un respingo al no haberle escuchado acercarse, que se convierte en un jadeo cuando su boca encuentra la base de mi cuello.
―¿tú y yo no tenemos nada pendiente por hacer? ―ronronea sensualmente a la vez que una de sus manos se mete en mi pantalón y aprieta mi hombría con delicadeza antes de comenzar a trazar círculos sobre ella.
―jeno... ―siseo de placer, aunque pretendía que sonora como una advertencia. ―no es que nos sobre el tiempo, precisamente.
―te recuerdo que yo no he comido, conejito ―su tono de voz no demuestra enfado, todo al contrario. aun así, no puedo evitar sentirme culpable por ello, ¿cómo he podido olvidarlo?
―mierda, perdona ―me disculpo enseguida, queriendo alejarme de él para encararle. me lo impide. ―puedes beber de mí sin problema, no hace falta que lo ocultes con el sexo, ni nada.
―oh, pero es que también tengo ese tipo de hambre ―y mientras lo dice, presiona su enorme bulto contra mis nalgas, restregándose contra ellas y haciéndome ver cuán ciertas son sus palabras.
me gustaría poder decir que logro resistirme a sus encantos, que simplemente le tiendo mi muñeca y él se alimenta rápidamente para poder seguir empaquetando cosas, pero os estaría mintiendo. la verdad es que desde el momento en que ha puesto su mano en mi entrepierna, mi mente solo ha sido capaz de rememorar aquella misma mañana con jeno y lo bien que se ha sentido tenerle poseyéndome. y cuando se ha frotado contra mí con su deliciosa erección escondida tras sus pantalones ha sido mi perdición.
echando mi cabeza hacia atrás y girándola en un ángulo casi imposible, alcanzo su boca en un apasionado y desenfrenado beso. me giro entre sus brazos para poder seguir haciéndolo de manera más cómoda y jadeo cuando sus manos se instalan con firmeza en mis nalgas, por debajo de los pantalones, y aprietan con deseo.
sin perder ni un segundo, voy deshaciéndome de su ropa rápidamente, no queriendo alargar mucho más el momento ―y teniendo en cuenta que no es que vayamos sobrados de tiempo, precisamente― él parece igual de necesitado que yo porque, en menos de lo que canta un gallo, me encuentro plenamente desnudo frente a él.

ESTÁS LEYENDO
Sweet relief
Fanfictiondesde que llegó, supe que lee jeno iba a ser mi perdición, pero no sabía hasta qué punto podría mi vida correr tanto peligro por su culpa.