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ah, jaemin, sí, así, más...

sigo embistiendo sin cesar, buscando desesperadamente el orgasmo. con tan solo unas cuantas penetraciones más me tenso y me corro en el condón, colapsando sobre su espalda desnuda para recuperar el aliento.

luego me quito de encima de su cuerpo y, tras deshacerme del preservativo, me acomodo en mi cama, sonriendo ligeramente como siempre que he echado un polvo.

―joder, cada vez lo haces mejor ―murmura jisung a mi lado, limpiándose su propia semilla del abdomen con un pañuelo.

―me obligas a estar a la altura ―sonrío ampliamente cuando se sonroja ante mi comentario, alejándose por completo de la actitud de mujeriego que mantiene en clases.

―bueno, me voy ―anuncia mientras se levanta y se viste tranquilamente. ―nos vemos por ahí, na.

y sin decir nada más, abandona mi habitación para segundos después salir del apartamento. eso, queridos lectores, es sexo sin compromiso. nada más y nada menos.

no somos amigos, mucho menos somos pareja, simplemente nos acostamos. punto. él tiene sus amistades y yo las mías, no tenemos absolutamente nada en común, a excepción de lo que acabamos de hacer.

nuestro trato es simple: nos buscamos cuando queremos algo de diversión, sin ataduras, sin sentimientos de por medio.

ya casi ni me acuerdo de cómo empezamos, un año atrás, pero lo hemos ido repitiendo durante todo este tiempo sin salirnos de nuestras normas y la verdad es que funciona de maravilla.

es completamente liberador, ayuda a desestresarnos y a desconectar durante un par de horas de todos nuestros problemas.

miro la hora en el reloj de la mesita de noche y decido darme una ducha antes de ir a trabajar a la panadería, pues no quiero oler a sexo mientras sirvo pasteles y barras de pan a ancianas.

el turno de la tarde pasa con relativa normalidad, con periodos de tranquilidad donde no entra nadie y puntuales picos de gente amontonándose en la tienda, que coinciden con la salida de los niños del colegio y pasan a comprar su merienda.

mantengo la sonrisa en mi rostro todo el tiempo y, por mucho que os pueda sorprender, no me cuesta nada. al contrario, es sincera, no forzada, ya que me gusta mucho trabajar en la panadería y atender a los clientes. lo llevo haciendo desde los 15 años y le he cogido cariño, así que aquí sigo.

me despido de seulgi con un suave abrazo una vez he cumplido con mi horario y me pongo mi abrigo y gorro de lana antes de salir a la calle.

se ha hecho de noche rápidamente y el frío se cuela por mi ropa, por lo que me abrocho mejor la chaqueta y, hundiendo las manos en los bolsillos, me encamino hacia mi apartamento.

mi nueva residencia queda un poco más lejos que mi antigua casa, donde vivía con mis padres y mi hermana eunbi, pero me gusta caminar, así que no me molesta en absoluto. además, he descubierto varios atajos por algunos callejones y realmente tampoco hay mucha diferencia.

pasando precisamente por una de esas callejuelas estoy cuando oigo algo que llama mi atención. son cuchicheos rápidos y parecen furiosos y, como la curiosidad es una de mis mejores ―o peores― virtudes, decido acercarme un poco más a la zona de donde provienen las voces. me escondo en la esquina una vez las he localizado y agudizo mi oído.

son tres hombres hablando entre ellos en un estrecho círculo formado por sus sombras, como si estuvieran tratando un tema confidencial. me cuesta entender lo que dicen, así que salgo un poco de mi escondite, asegurándome de no descubrir mi posición y me centro en sus voces. parece ser que solo dos de ellas hablan, ya que distingo dos timbres graves pero distintos entre sí. la voz más ronca habla despacio, aunque parece que está nervioso, mientras que el otro le responde en cuchicheos rápidos, pero tranquilos.

Sweet reliefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora