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estoy agotado. mi mente no puede procesar ni un solo dato más. llevamos todo el día leyendo los informes de la policía sobre los asesinatos y las investigaciones correspondientes de cada víctima, tratando de encontrar algo en común pero sin haber sacado nada en claro.

además, nos faltan más de la mitad de las muertes por estudiar, ya que la policía no tiene fichas tan exhaustivas al no haberse relacionado con las acciones de drácula. en algún momento sungchan ha propuesto visitar las escenas de los crímenes por si a los inspectores se les había pasado algún detalle importante, pero enseguida descartamos la idea ante la dificultad de acceder a esos sitios por nuestra cuenta.

la frustración que sentimos puede verse reflejada en el rostro de los cuatro ya que, tras un arduo día de investigación no hemos conseguido ninguna pista que nos acerque a conocer la identidad del vampiro o su posible paradero.

algo que sí hemos descubierto es que las víctimas que murieron en su casa parecían haber dejado entrar al asesino ya que no había ninguna cerradura forzada, lo que nos lleva a pensar que quizás las estuvo vigilando o establecía contacto con ellas días antes para ganarse su confianza.

eso nos hubiera sido de ayuda si hubiéramos encontrado una relación entre los fallecidos y pudiéramos predecir su siguiente movimiento.

desafortunadamente no logramos nuestro objetivo, por lo que, completamente exhaustos y derrotados, nos vamos a dormir a altas horas de la madrugada.

es por ese motivo por el que, a la mañana siguiente, nos cuesta tanto levantarnos. después de la paliza del día anterior nuestros cuerpos ―y sobre todo nuestras mentes― necesitaban descansar, por lo que ninguno hemos oído el despertador cuando ha sonado. ha sido sungchan quien ha venido a avisarnos de lo tarde que era, alertándonos de que no teníamos más de quince minutos antes de llegar a la facultad.

he comido una manzana en el coche mientras un somnoliento y malhumorado jeno tomaba una ración de sangre almacenada. es la primera vez desde que estamos juntos que no se alimenta de mí y he de admitir que me resulta extraño.

―odio no poder dedicarte unos minutos por las mañanas ―responde a mis pensamientos frunciendo el ceño con descontento. ―hace dos días que no tenemos nada de acción.

―a veces pienso que solo me quieres para el sexo ―me hago el indignado exageradamente, pues no creo eso ni de lejos.

―eso no es cierto ―me rebate con una sonrisa divertida antes de añadir. ―también me gusta cómo cocinas.

―eres un idiota ―estallo en una carcajada, viendo cómo sus labios se curvan en una amplia sonrisa.

―dale un beso a este idiota, anda ―pide aparcando el vehículo en el parking de la universidad e inclinándose hacia mí para capturar mi boca en la suya.

a pesar de que me hubiera quedado horas saboreándole, debo llegar a tiempo a clase si no quiero llevarme un sermón por parte de la señora sheppard, por lo que muerdo juguetonamente su labio inferior y salgo del automóvil antes de que pueda reaccionar a mi gesto y entretenerme más.

―¡nos vemos en el almuerzo! ―exclamo alejándome apresuradamente y saludándole con una mano.

a ti te voy a almorzar, conejito.

su voz se oye clara en mi mente, haciendo que parezca que está de pie junto a mí. eso me produce un escalofrío de placer y no puedo hacer otra cosa que no sea guiñarle un ojo de manera cómplice y lanzarle un beso en su dirección.

las primeras clases se me hacen terriblemente pesadas, no sé si por la densidad del temario o porque mi cerebro se fundió el día anterior con toda la información que tratamos sobre la investigación de drácula. sea como sea, me da la sensación de que pasa una eternidad antes de que nos dirijamos a la cafetería para comer.

Sweet reliefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora