31. La imaginación.

2K 210 50
                                    



Creo que se fue a hablar con su novia. Esa frase rodaba en mi mente una y otra vez, torturándome en el trayecto a casa.

  No le dije nada a la señora, no era su culpa que Jake no me dijera nada y solo jugara con mis sentimientos.

  Decidí no irme a casa, quería estar sola y dejar de pensar tanto, de darle vuelta a todas las cosas una y otra vez. Mientras manejaba sin rumbo alguno, las lágrimas salían y no era capaz de detenerlas.

Con novia ¡Con novia! Seguía sin asimilarlo. Que bien se lo tenía guardado.

Nadie lo sabía o nadie me lo había dicho, entre más crecía mi enojo, más velocidad tomaba la moto. La sonrisa pícara y los ojos dorados de Jake aparecieron en mi mente como un recuerdo. Como le regale mi virginidad y todas mis primeras veces solo para que esto ocurriera, como arruine mi reputación por andar con él.

Confié como una tonta en Jake sabiendo cómo era.

  No iba a cambiar por mí, no le gustaba tanto como para hacerlo y me siento como una idiota por haber pensado que sí.

Es Jake Russell, un mujeriego sin remedio, no sé porque me sorprendía.

  Quizás solo me veía como su amiga y yo había malinterpretado todo, ¿Pero por qué insistió tanto en que dejara a Justin si él ya tenía novia? Solo quería arruinar mi relación. Error. Yo misma la arruiné por haberme involucrado con él.

Tiene novia. Dios mío. Ni siquiera fue capaz de decírmelo y tuve que enterarme por una tercera persona. No fue sincero, no me aclaro la situación para que yo no me ilusionara de esta manera.

Me hizo sentir especial, única y querida para ahora hacerme sentir desilusionada, usada y tonta.

Agradecí al cielo no haberle expuesto mis sentimientos, quedaría como una loca frente a él, como la chica que creyó que después de ser amantes serían novios. Es que de verdad no sé en qué estaba pensando al ir al verlo.

Sin darme cuenta había tomado la dirección de la cascada que estuvimos días atrás, cuando llegué y me estacioné, no había nadie, era lunes, todos estarían trabajando o estudiando, lógico. Se sentía la soledad y el silencio, las notificaciones de mi celular no dejaban de sonar e interrumpían la paz que se sentía, por lo que opté por apagarlo y guardarlo.

  Me quite la ropa desnudándome por completo, sentí el viento frío pasar por mi cuerpo y me adentre a la cascada poco a poco hasta me hundí y las lágrimas comenzaron a salir desconsoladamente mezclándose con el agua del lago.

  No sé cuánto duré flotando, mirando el cielo para luego cerrar los ojos, imaginando cosas bonitas y distintas a las que estoy viviendo.

  Fue entonces cuando lo vi, en la orilla de la cascada sonriéndome con esa picardía que solo él tenía, lo alto y guapo que era, con esa mirada que derretía mi corazón. Al verlo me di cuenta de que no me estaba enamorando perdidamente de Jake, no, ya estaba locamente enamorada de él.

   Salí del lago desnuda sin pena alguna, con él nunca sentiría vergüenza, pero en cuanto llegue hasta donde estaba, se desvaneció. Fue una terrible mala jugada de mi imaginación.

  Di un largo suspiro frustrado y proseguí a ponerme la ropa rápidamente secándome con lo que tenía. Tome mi teléfono y al encender, como esperaba tenía miles de notificaciones, diez llamadas perdidas de Giorgio, quince de Lorie y nueve de Ellie, más sus insistentes mensajes. Pero el que yo de verdad esperaba, nunca llegó.

  Los ignoré a todos apagando y metiendo de nuevo el teléfono en el bolso, me coloqué el casco y me marché de ese lugar.

  El camino a casa se prestó para los pensamientos negativos y la tristeza se había suplantado por la rabia, ahora solo quería verlo para insultarlo, gritarle y decirle tantas cosas se me pasaba por la cabeza, aunque nada de eso me hiciera sentir mejor.

A media noche, empieza nuestra noche © #1 AmedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora