6. Un video.

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     Después de pasar la noche en aquel rascacielos, Jake me insistió demasiado en quedarse conmigo a dormir y a pesar de que me negué más de una vez, no acepto un no por respuesta y terminamos durmiendo juntos en mi habitación.

—Zorra tú mamá está aquí.

—¿Ah? —pregunté entre dormida con un enorme brazo encima de mí— ¿Qué?

—¡Qué tú mamá está aquí zorra y tú estás en la cama desnuda con el pipí de oro! —gritó Giorgio en voz baja, intenté levantarme pero el jodido brazo me apretó más la cintura.

—Jake suéltame.

—No —contestó aún con los ojos cerrados.

—Jake mi mamá está aquí —dije pero él no se inmutó— ¡Qué Justin está aquí!

     Fue como arte de magia que se levantó, comenzamos a reírnos mientras él me miraba furioso.

—Con eso no se juega Jessica.

—Si como sea, métete debajo de la cama pipí de oro. Ya —le exigió Giorgio.

—¿Qué?

—¡Qué te metas debajo de la cama! —gritamos a unísono.

—Con esos gritos tu mamá ya habrá escuchado —comentó Jake, esta vez haciendo caso omiso y metiéndose debajo de la cama mientras giorgio iba abrirle a mi madre—. Lo próximo que te regalaré es una limpieza para tu cuarto.

—Quisiera decir que lo siento pero no es así —murmuré colocándome una bata.

—Tengo un vacío y culpa en mi corazón porque no me pediste perdón —dijo sarcásticamente.

—Insoportable eres.

—Por eso amanecí en tu cama —respondió y di una patada a la cama que terminó lastimándome a mi antes que a él—. Eso pasa cuando intentas lastimarme cariño.

—Ya cállate —susurré cuando escuché los pasos cerca.

     Entonces vi a mi mamá entrar a mi cuarto en un mar de lágrimas. Dios mío, por favor. «no otra vez» Pensé.

—Hola mamá —la saludé abrazándola mientras estaba en llanto— ¿Ahora qué pasó?

—Frederick —dijo el nombre de su última conquista y yo suspiré.

—¿Otra vez te abandonó? —pregunté mientras le acariciaba el cabello.

—Me engañó con su hijastra.

—¿Qué?

       Frederick era el señor que le presente a mi mamá una vez, y ahora era con el que salía. Sin embargo; él era un hombre casado.

—Si ¿Puedes creerlo? —cuestionó sentándose—. Unas piernas largas y tetas paradas me ganaron.

    Se escucha una risa debajo de mi cama.

—¿Qué fue eso?

—Fui yo tengo tos. Entonces ¿Te engañó con su hijastra?

—Si y no solo a mí. ¡A su esposa también!

—Que sorpresa —dije irónica.

—Lo peor de todo no es eso, vengo de tomar café con ella y ¡lloramos juntas! ¡¿Quien llora con la amante de su esposo?!

—Al parecer ella y tú —contesté encogiéndome de hombros.

—Tengo unos enormes deseos de cortarle las bolas y servírselas en un plato —habló con rabia en su tono de voz, mientras yo la mirada sin sorprenderme—. Pero bueno, tendrás que buscarme otro hombre.

A media noche, empieza nuestra noche © #1 AmedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora