15. Lo siento.

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—Jess dile a tu amiga que deje de acosarme —exigió Giorgio cuando Ellie lo abrazó apenas apareció—. Iug, mujeres.

—De verdad me gustas giorgio —sonó tan sincera mi amiga—. Dame una oportunidad por favorcito.

—A so.

—¿Qué?

—A soñar a otro lado mi amor —dijo este antes de quitársela de encima e irse detrás de un chico.

      En otra situación me fuera muerto de la risa, pero ahora estaba qué echaba humo por lo que me había dicho Ellie sobre Justin. Me levanté furiosa y fui directamente a donde se encontraba Jake con Lily —Esta última me había hecho un obsequio de unos aretes horrendos—. Quise descargar mi ira con él, sin embargo; sabía que no tenía la culpa de nada, lo único que quería era recriminarle que él lo sabía y no fue capaz de decírmelo.

—¿Lo sabías verdad?

—¿Qué?

—¿Estás contento ya?

     Fue lo único que dije antes irme con los ojos ardiéndome y la boca seca. Me subí a la habitación del segundo piso.

      Quería pensar que no era lo que estaba imaginando, pero si parecía así. Lamentablemente mi novio no había cambiado como yo pensé y eso me lastimaba de cierta manera. Sé muy bien que no tengo ninguna moral para decirlo, pero esperaba que cumpliera su promesa.

      Me sentía decepcionada, abandonada y desilusionada. Si vamos al caso es una combinación muy mala para el día de tu cumpleaños. Pero era imposible no sentirme de esta manera cuando todos me terminaban dejando por otras personas; mi padre por su otra familia, mi madre por alguna conquista nueva y Justin por otra chica. Así mismo mi peor miedo, se hizo realidad. Tome el collar de perlas y lo destrocé sabiendo que nunca más en la vida iba a volver a tener aquella vida.

      También el hecho de que Jake lo supiera lo hacía todo mucho peor. Sabía que su personalidad no era la más grata y que es un odioso sin remedio, sin embargo; Lo creía mi amigo. Algo más que eso.

     Una lágrima resbaló por mi mejilla y fue entonces que la puerta se abrió mostrando a un Jake distinto, algo apenado.

—Vete —exigí.

—Lo haré —dijo sentándose a mi lado—. Solo vine a darte esto.

—¿Qué?

     Sentí una caja en mis manos con textura suave, bajé la mirada y la vi, era marrón claro. Me dispuse a abrirlo y observé que era el collar con el dije de J. Él lo había comprado. Levanté la mirada y me dio una sonrisa genuina.

—Feliz cumpleaños gatita —me dio un beso justo donde la lágrima había caído—. Te lo digo como tu amigo, no como algo más...

    «Amigo». Esa palabra no me gusto en su boca.

—¿Qué?

—Te mereces a alguien que mueva montañas por ti de ser necesario —dijo colocando un mechón de mi cabello detrás de la oreja—. Y ese alguien soy yo.

    Intentó levantarse, pero lo detuve. Después de todo él estaba aquí y mi novio no.

     Por eso mismo y por las ganas que mi cuerpo sentía por él. Lo besé. Un beso apasionado, desesperado y demandante. Necesitaba sentir que él estaba aquí conmigo, que no me había abandonado como el resto. Por las mismas convicciones en las que yo creía, sentí que no estaba haciendo nada incorrecto, pues Justin estaba haciendo exactamente lo mismo.

     Su boca me sabía a menta y a Whisky, sentí como su lengua se adueñaba de mi boca, sus manos de mi cuerpo y las mías de su cabello. Perdí la noción del tiempo en el instante que él tomó las riendas, me acostó en el mueble y ahora estaba encima de mí. 

A media noche, empieza nuestra noche © #1 AmedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora