50. El baile (PENÚLTIMO CAPÍTULO)

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Lo primero que observó fueron mis tacones, luego su vista se desvió a mi vestido y entreabrió la boca, pasando de mis senos hasta a mi cara, fue entonces que me otorgó una sonrisa genuina.

—Hola —me saludó tímido, con la voz casi convirtiéndose en un susurro—. Estás hecha un sueño, siempre lo estás.

  No era un sueño ni nada parecido, Jake de verdad estaba frente a mí, más guapo que nunca. Quizás lo más de quince días que no lo vi fue lo mejor para ambos y tal vez si sirvieron de algo.

—Gracias... —asentí moviendo las manos sin saber qué decir—. Yo... Pensé que no querías verme.

—Ya ves lo imbécil que me vuelvo a veces, Jess —se encogió de hombros mirando a otro lado y luego a mí—. Estás hermosa.

—Lo siento, Jake... —repentinamente mis ojos se humedecieron recordando todo—. Lo siento tanto...

Su sonrisa se tornó triste, y sin previo aviso me tomó de la mano para luego abrazarme fuertemente y darme un beso en la coronilla de la cabeza.

—Jamás vuelvas a disculparte por nada, —me tomó de las mejillas y me miró con esos ojos dorados llenos de amor—. El único que debe disculparse aquí soy yo, por ser un idiota contigo, por hacerte daño.

—Tenemos que hablar, y tengo que explicarte que yo no...

—Lo sé, cariño, sé que no pasó nada, tranquila —me silencio la boca con un corto beso y me sentí muy culpable—. Debemos hablar ambos de muchas cosas, y lo haremos en su momento, pero no ahora ¿si?

—Está bien —dije en susurro.

—¿La princesa querrá ir al baile conmigo? —fue inevitable no sonreír y asentí tímida—. El caballero puede ser un tonto a veces.

—Y la dama muy llorona.

   De camino al baile nos quedamos callados, en un silencio cómodo tomados de las manos. Y sentí un gran alivio de saber que estaba aquí conmigo.

   Al llegar al baile, se estacionó en el aparcamiento dejando el auto apartado de los demás. Se quitó el cinturón, prendió la luz y se removió en el asiento para sacar de su chaleco una cajita de color azul con un lazo.

—¿Qué es eso?

—Hace tiempo me dijiste que creías en esos estúpidos collares de promesa—explicó detenidamente a punto de abrir el regalo—, y creí que también querrías que tuviéramos uno.

—¿Me estás regalando algo que piensas que es estúpido? —me eché a reír y él tan solo rodó los ojos—. No tiene sentido si tú no lo crees.

—Es solo para marcarte, gatita —ironizó encogiéndose de hombros y a su vez abriendo la cajita tomando en su mano el collar—. Voltéate.

—Se supone que las iniciales son de A media noche... —murmuré mientras él me lo colocaba—, pero sabes que son dos para ambos ¿No?

—¿Dos collares? —asentí luego de ver en el espejo del retrovisor el collar brillando en mi cuello—. Bueno, el presupuesto no alcanzo para mucho.

    Sabía que era sarcasmo por lo cual solo negué la cabeza en desaprobación y di un largo suspiro cuando se bajó de la camioneta, la rodeó y abrió mi puerta.

    La entrada era increíblemente gigante, con una larga alfombra roja, con demasiada prensa alrededor y personas fotografiando. Nos abrumaron apenas entramos y casi no podíamos deshacernos de ellos, incluso un periodista quiso entrevistar a Jake, pero este solo me tomó de la mano huyendo hacia dentro. Quizás notó que no me encontraba bien, por lo que casi no estaba disfrutando del baile, solo me disponía a fingir una sonrisa ante las cámaras. En algunas veces Jake me apretaba la mano para que yo supiese que él estaba conmigo, cosa que si necesitaba.

A media noche, empieza nuestra noche © #1 AmedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora