SEVENTEEN

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— Pues yo entiendo a tu madre perfectamente.

Dejo la carta y la invitación de boda más fea (y única) que he podido ver en mi vida y levanto la cabeza para mirar a mi amigo.

— Pero me estuvo ocultando todo este tiempo el divorcio, — usa los dedos para contar cada cosa. — la carta que me escribió mi padre y que se casaba.

— Bueno, Jungkook. — sorbo de la pajita el batido de chocolate que me ha preparado. — Es comprensible que te sientas así ahora. Pero si lo ves fríamente, tiene todo el sentido del mundo.

El chico apoya los codos sobre la mesa y alza ambas cejas para que me explique.

— ¿Quieres que te dé mi humilde opinión?

— Sí.

— Tu padre es un cerdo, qué quieres que te diga. Le pone los cuernos a tu madre y posteriormente la abandona a ella y a sus hijos y se va a otra ciudad a empezar de cero con una secretaria de mierda. Él te escribió una carta, vale, sí, muy bien. ¿Qué acabo de leer en ella? Que decía que te quería mucho y que aunque se separase de tu madre estaría ahí siempre para ti. ¿Tú lo viste en esos cuatro años? Caíste en una adicción de mierda por su culpa y fuiste hasta internado en un jodido centro de rehabilitación. ¿Lo viste ahí alguna vez? ¿Te felicitó ni siquiera un cumpleaños? — Espero a que Jungkook niegue con la cabeza para continuar. — ¿Y qué cojones se cree que hace mandando ahora invitaciones para su boda? ¿Qué pretende, viene a restregarle a tu familia lo feliz que es ahora? Que le den por el culo, qué mal me cae. — Veo que está a punto de abrir la boca, pero me adelanto. — ¿Sabes quién ha estado ahí para ti siempre? Tu madre. Tu madre ha seguido adelante con dos adolescentes, os ha pagado la educación, los caprichos, la ropa, todo. Cuando la conocí y la vi rajando tanto de tu padre, pensé que estaba loca, pero sabiendo ahora la verdad, la admiro muchísimo. Entiendo perfectamente que no te diera esa mierda de carta y la invitación esa tan fea. No te enfades con ella porque vas a salir perdiendo, lo ha hecho por tu bien. — agarro sus manos y las aprieto levemente. — Tu madre vale oro, Jungkook.

El chaval no reacciona, se queda quieto en su sitio. Me pregunto si habré sido demasiado dura.

Al cabo de unos segundos, puedo ver su mirada, que vaga de nuestras manos aún juntas a mis ojos.

— Te has quedado a gusto, ¿Eh? — tuerce media sonrisa, intentando bromear sobre la situación.

Pero no quiero que se tome eso a una broma. Su vida y sus problemas no tienen que ser eso y tampoco tiene que infravalorarlos tanto. Son importantes, tanto para él como para mí.

— Pues sí, y me encantaría seguir despotricando de tu padre hasta que te dieras cuenta de que el problema de todo es él. — zarandeo sus manos entre las mías. — Ay, de verdad Jungkook, eres tan bonachón que no sé si me enfadas o me pones.

Se le escapa la risa al escuchar eso último.

Vuelve a permanecer unos diez segundos en silencio, quizás son menos, pero a mí si me hacen eternos. Su mirada vuelve a dirigirse a nuestras manos y después se deshace de las mías.

Vuelve a apoyar el peso de su cuerpo en sus codos y su mirada regresa de nuevo a mis ojos. Yo vuelvo a sorber de mi batido de chocolate.

— Entonces... — empieza. — ¿Solo te pongo porque soy un bonachón?

— Cómeme los cojones.

Ignoro su risa y me apresuro a terminarme la bebida. Parece que esté intentando evitar el tema de su padre a toda costa, por lo que mi faena ha terminado. Quiero dormir y descansar un rato, ha sido un día muy completo.

Espero a que diga algo más para asegurarme que la conversación ha terminado, pero parece que pueda ver mis intenciones y por fin se decide a hablar.

— Perdona, Chungha. Sé que estás cansada por haber conducido tantas horas y quieres ir a dormir. Pero es que estoy muy confundido.

— ¿Sobre qué?

— Sobre la boda del viejo. Me ha invitado, eso significa que quiere verme ¿No?

Hago una mueca.

— ¿Tú quieres verlo a él? — pregunto, curiosa.

— Pues no lo sé... Sé que no debería, pero me mata la curiosidad. Paso demasiado tiempo contigo, me estás convirtiendo en un marujo. — le pego una patada por debajo de la mesa y se me escapa una risita. Él finge un quejido y luego vuelve a ponerse serio. — ¿Tú no quieres ver a tu verdadero padre?

Miro hacia el techo, haciendo memoria, recordando lo que me dijo mi madre cuando pregunté por él. Después, niego con la cabeza.

— No, con mi padrastro me basta y me sobra. — sonrío al recordar el angelito que es ese hombre.

Las cejas de Jungkook se levantan, sorprendido por mi respuesta.

— ¿En serio? — asiento con la cabeza ante su cara de confusión. — ¿Por?

— ¿Sabes que te conté que mi madre estaba enamorada de mi verdadero padre, no? — espero a que asienta para seguir hablando. — Pues antes de volver a Seúl con el padre de Dohyun, ella pensaba abandonarlo todo por criarme junto a él y empezar de nuevo una familia. — me encojo de hombros. — Pero el capullo se aprovechó de la situación y la amenazó con contarle la aventura a su marido si no le daba cierta cantidad de dinero. Quizás de ahí viene mi inteligencia. — reflexiono.

Ignoro el hecho de que Jungkook me mire con pena. Sinceramente, a estas alturas me da igual todo lo que tenga que ver con mi pasado. Lo pasado, pasado es.

— Lo siento.

Pongo los ojos en blanco cuando suelta eso, era tan obvio que iba a decirlo.

— Da igual. ¿Tú quieres ver a tu padre o no? — repito, insistiéndole.

El chaval coge aire y lo suelta lentamente, le cuesta pensarse la respuesta. Después, me mira a los ojos y me sorprende con otra pregunta:

— ¿Tú qué harías?

— Hombre, yo sí querría verlo, pero para insultarlo y exigirle dinero. — me encojo de hombros. — Cuando vimos a tu madre en Seúl te contó que iba un poco mal económicamente, cosa que no me extraña, porque aparte de todos los gastos que solía tener con tu hermana y contigo, tiene que pagarte la universidad. Y manda cojones que te has apuntado a una privada. ¿Por qué no trabajas? Eres miserable... Bueno, ahórrate el esfuerzo y exígele a tu padre. Que lo haga él. Al fin y al cabo te ha invitado a su boda, quizás de alguna manera quiera recuperarte. Amenázalo, que te de dinero a cambio dé tu aceptación.

Cuando termino mi verborrea, abro los ojos de golpe y me cubro la boca con las manos al caer en lo que acabo de decir.

— Dios mío. Soy igual que mi padre. — Jungkook me mira divertido desde su asiento sin mediar palabra. — La madre que me parió, me voy a dormir.

Me levanto de mi sitio y Jungkook me imita.

Vamos a dormir juntos en la cama pequeña del estudio de su madre, tocará dormir bien acurrucados para caber ahí los dos. No me quejo, mejor eso que el incómodo sofá de la casa de Soyeon.

— Chungha. — antes de entrar a la habitación, me detiene agarrándome del brazo. — Te tocará comprarte un vestido bien guapo, — me guiña un ojo. — nos vamos de boda.

EUPHORIA II, jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora