NINETEEN

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Hay que ver lo que cambian las cosas con el tiempo.

Hace dos años, la noche de Halloween resultó ser algo conmemorable, por una parte, porque fue mi primera fiesta de disfraces, pero lo más importante, fue porque apareció Jungkook, vestido de Batman y me besó delante de todo el mundo. Fue maravilloso que Batman y el Joker mostraran sus sentimientos el uno por el otro, cuando se supone que los personajes son enemigos.

Este año, lejos de terminar abrazados, parece que seguimos con el rol de los personajes que íbamos disfrazados, pues la pobre galleta de Jengibre terminó hecha pedazos por el jodido Lord Farquaad.

Mi corazón también se hizo añicos al verlo marcharse, lloré casi toda la noche. Lo llamé varias veces después de que se fuera, pero nunca me respondió al teléfono. Soyeon vino a animarme y me arrastró al piso de abajo para que pasara el rato con los demás, me sabe fatal que recorrieran tantos kilómetros para venir a verme y no haber podido disfrutar al máximo de su compañía.

Hoy no he ido la uni, le he dicho a mi madre que no me encontraba bien. La mujer volvió ayer de su viaje de negocios y su marido se ha quedado en el extranjero terminando unos contratos. Por primera vez desde que estoy aquí, ha cumplido un poco con su papel de madre y se ha ofrecido a llevarme al médico, pero le he mentido diciéndole que me dolía ovular. En verdad solo estoy triste y no me apetecía tener que enfrentarme a Jungkook hoy.

Me he pasado todo el día tirada en la cama, viendo True Beauty en el ordenador. Me he enganchado a este dorama y he de admitir que estoy en el team del chico de la moto.

Me hubiera encantado pasarme todo el día en la cama viendo el dorama, pero hoy me toca trabajar, por lo que lo continuo viendo en el trabajo.

Casi nunca viene nadie al estudio, cada vez me aburre más. Empecé a trabajar con ganas de hacer tatuajes guais o alguna que otra perforación, pero hay muy pocos clientes. En una hora y media que hace que estoy detrás del mostrador, solo ha venido una chica en busca de unos pendientes.

Creo que máximo duro hasta fin de mes en la tienda, solo vengo a perder el tiempo.

Pongo en pausa el dorama que estoy viendo desde el móvil cuando escucho la puerta abrirse. Alzo la cabeza fingiendo una sonrisa hacia la puerta y esta se desvanece en cuanto descubro que el supuesto cliente es Jeon Jungkook.

El chico cierra la puerta de cristal detrás de él y le da un repaso a todo el estudio con la mirada antes de acercarse a mí.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto, desconcertada, ladeando la cabeza.

— Te he traído los apuntes de hoy. — me dice dejándome encima del mostrador un pendrive.

Alzo las cejas ante eso, la verdad es que estoy bastante sorprendida. Pensaba que en estos momentos me odiaba.

— Me los podrías haber mandado por correo... — murmuro.

Sus ojos se ponen en blanco un momento y luego apoya los hombros en el mostrador, quedándonos así, cara a cara.

— Ya, pero quería verte.

Mentiría si dijera que esas palabras no han causado nada en mí, siento un agradable cosquilleo en el estómago.

Pero me niego a que se dé cuenta de lo que me provoca, para disimularlo, frunzo las cejas y lo miro con desconfianza.

— ¿Por?

Las comisuras de sus labios se alzan, mostrándome esa preciosa sonrisa suya.

— Quería decirte que no estoy enfadado contigo y que mañana ya puedes venir a clase.

EUPHORIA II, jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora