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𝐋𝐀 𝐒𝐄𝐌𝐈𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐎𝐃𝐈𝐎

Vanessa se encontraba en la cubierta del barco mientras regresaba a Desembarco del Rey, su mirada estaba perdida en el horizonte. Sabía que su tiempo en la capital sería breve, solo unos pocos días antes de emprender otro viaje, esta vez hacia Oldtown por un tiempo indefinido.

El suave susurro del viento y el vaivén del barco eran abrumadores, odiaba estar en barco, odiaba el mar o bueno el hecho de estar en medio del mar, miraba a ratos al cielo donde sobrevolaban Vespereal, Sunfyre y Dreamfyre, Vhagar volaba mucho más adelante con Aemond como jinete. .

Mientras observaba las olas danzantes, Vanessa se permitió un momento de reflexión. Se dio cuenta de que su vida estaba marcada por una serie interminable de responsabilidades y expectativas. Aunque estaba agradecida por las oportunidades que le brindaba su posición, anhelaba la libertad de ser dueña de su destino y de tomar decisiones sin las ataduras de su linaje, amaria poder ser reina sin haber tenido que casarse con Jacaerys, pero aquello era imposible.

Helaena se acercó a su lado, no tenía la expresión de cuando ella estaba dispuesta a tener una conversación fluida.

—En el reino antiguo de sueños tejidos,Allí, donde el destino se entrelaza,La ofrenda alada, cual huevo abatido,Una doncella en su crisálida abraza— murmuraba con cierta musicalidad —Rota y agrietada, su concha, un lamento,Susurra el secreto de un alma en prisión,Pero el golpe del tiempo, en furor violento,La marea romperá, ¡Oh, gran dragón!— con las últimas palabras de aquella estrofa la miro —De cenizas y de fuego, su vuelo renacido,Un resplandor nunca antes en la esfera,La doncella y el dragón, destino compartido,Danza de llama, en el crepúsculo espera—

Vanessa sonrió y antes de que diga algo Helaena la abrazo, ambas tenían en común que no les gustaba mucho el contacto físico pero aquel abrazo la hizo sentirse tranquila como si estuviera en casa, su casa, cuando su madre la abrazaba.

[...]

Pasaron tres días desde que Vanessa  había llegado a Desembarco del Rey. Habia escuchado que su padre habia caido de Caraxes pero que lamentablemente "por suerte" cayo a unos 3 metros y cayo al mar donde rápidamente fue auxiliado.

La cicatriz en el rostro de Aemond, aunque aún visible, mostraba signos de mejoría, y las conversaciones sobre una prótesis habían comenzado a surgir como una esperanzadora posibilidad de que se viera mejor.

Vanessa sabía que se marcharía al día siguiente, y quería dejarle algo especial a Aemond. Entre todas sus posesiones, buscó algo que significara mucho para ella, algo que pudiera compartir con el.

Finalmente, sus dedos se posaron en su gema azul. Era una gema que Vanessa apreciaba profundamente y cuidaba con esmero. Con delicadeza, envolvió la gema en una tela perfumada, asegurándose de que estuviera protegida de cualquier daño.Luego la guardó con cuidado en un bolso de lino que había preparado para Aemond.

Había preparado chocolates rellenos para todos, una muestra de aprecio por la hospitalidad en aquella fortaleza, para Aemond le hizo dos cajas ya que sabía que una seria robada por Aegon, siempre lo hacía.

Por la noche antes de que Aemond fuera a su habitación ella lo tomó del brazo Vanessa habia esperado el momento adecuado para entregarle la gema a Aemond. En un rincón tranquilo del lugar en el que se encontraban, sacó el bolso de lino cuidadosamente envuelto y se lo entregó a  con una sonrisa.

—Aemond—comenzó con voz suave —quiero que tengas esto—Con cuidado, sacó la gema azul envuelta en tela perfumada y la sostuvo en la palma de su mano. La joya centelleaba con un brillo que recordaba a las aguas más profundas del mar—Sé que Se que necesitarás una prótesis para el ojo— continuó Vanessa—y pensé que esta gema podría ser perfecta para ello. Tiene un tono azul profundo y hermoso que, encajaría perfectamente contigo. Quiero que la utilices como un recordatorio de nuestra amistad y de que siempre estare a tu lado de alguna forma, no importa a dónde esté o donde tu estés —

De Fuego y Cenizas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora