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𝐄𝐋 𝐁𝐀𝐈𝐋𝐄 𝐑𝐄𝐀𝐋 𝐈𝐈

La melodía incesante resonaba en el aire, como un recordatorio constante de los secretos y las mentiras que habían plagado su vida.

—¿Te duele, Vanessa?— rio — Debería. Tú fuiste la razón por la que tu madre murió. Tu ambición, tu deseo de poder, te llevaron a ese fatídico día. Eres una verdadera Targaryen, sin compasión, sin escrúpulos— le espetó Daemon

Vanessa guardó silencio, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar. Las palabras de su padre eran como puñales que la atravesaban una y otra vez. Se aferró a la imagen de su madre y las memorias de su infancia, tratando de encontrar fuerzas para enfrentar la tormenta que su padre había desatado.

—Estoy orgulloso de ti, eres idéntica en mi en muchos aspectos — hablo Daemon.

El ataque de ansiedad se apoderó de Vanessa mientras los crueles comentarios de su padre se convertían en una tormenta en su mente. Su corazón latía descontroladamente, y el mundo a su alrededor parecía distorsionarse. Trató de soltarse del agarre de su padre, pero él la sujetó con más fuerza, negándose a dejarla ir.Las palabras de Daemon la golpearon como un martillo, dejándola temblando. Mientras sentía cómo el aire se volvía denso y asfixiante, los horribles escenarios que su padre pintaba la atormentaban.

—Si vuelves a desafiarme, disolveré tu matrimonio y te casaré con un mercader. No me importa si te vende a un prostíbulo, si abusa de ti cada noche. ¿Comprendes, Vanessa? No te quiero en medio de mi camino, y no dudaré en deshacerme de ti sin importar las consecuencias—

La idea de ser forzada a casarse con un desconocido, maltratada y vendida como una mercancía, la llenó de pánico.Vanessa intentó decir algo, pero su voz se negó a obedecerla. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y sus extremidades temblaban incontrolablemente. Cerró los ojos con fuerza, luchando por encontrar la calma, pero cada palabra de su padre era como un golpe adicional a su debilitada resistencia. El mundo giraba a su alrededor mientras se hundía en un abismo de angustia y miedo.

En ese momento, la música, las risas y los rostros de los presentes en la fiesta se desvanecieron en el fondo. Vanessa estaba atrapada en una espiral de terror, sintiéndose impotente frente a la furia de su padre y aterrada por el oscuro destino que él pintaba.

—Tengo un regalo para mi hija— hablo Daemon llamando la atención de todos.

Vanessa no se movió de su lugar, Aemond quizo acercarse a ella pero Daemon lo sostuvo del brazo con fuerza.

Daemon se rió con un cinismo cruel, un guardia tomo a Aemond del brazo, Daemon volvió con un gran cuadro que parecía haber estado esperando en algún rincón. El cuadro era una grotesca representación de una cabra, vestida con una corona y un atuendo morado. Daemon se lo entregó a Vanessa con una sonrisa retorcida, y ella lo aceptó con desconfianza. Sin embargo, cuando lo sostuvo en sus manos, sintió que le resbalaba entre los dedos, cayendo al suelo.

El cuadro era una burla cruel hacia ella, una manera de recordarle que, sin importar cuánto intentara elevarse por encima de su estatus de nacimiento, al final del día, era vista por su padre como poco más que una cabra.

—Aunque la cabra se vista de seda, cabra se queda— susurró su padre.

Vanessa, desbordada por la humillación, agarró los bordes de su exquisito vestido morado y comenzó a correr a través de los pasillos de la Fortaleza Roja. Cada zancada era un intento desesperado de escapar de la terrible conversación con su padre. Corrió y corrió, sin rumbo fijo, hasta que finalmente llegó a la zona del jardín donde las flores moradas florecían en abundancia.
Allí, en medio de las fragantes flores violetas, el vestido que lucía con tanto orgullo se convirtió en un estorbo para su liberación. Sin otra opción, comenzó a rasgar el vestido con manos temblorosas y uñas dañadas. Los bordes de seda morada se desgarraron bajo sus dedos, y la tela caía en jirones al suelo. El sonido del tejido desgarrándose era ensordecedor en su cabeza, un eco de su propia tormenta interior.
Sus uñas quedaron destrozadas y manchadas de sangre, pero eso no la detuvo. Continuó hasta que el vestido quedó en harapos, dejándola con un atuendo roto y un corazón roto.

De Fuego y Cenizas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora